Este post es muy especial. No tenía pensado hacerlo hasta que esta mañana he abierto la web de Trestrillistigres de nuestra querida Cintia. Sé que muchos… (tampoco es que de momento entren tantos, pero seremos positivos) pues eso, que bastantes de los que entráis en este blog lo hacéis a través del de Cintia. Pero por si alguien aún no la conoce y merodea por estos lares, les invito a que descubran la vida de una mamá de tres pequeños trilli tigres de dos añitos y pico. Nadie sabe aún muy bien como lo hace pero consigue que el tiempo le cunda para todo. No me extraña que diga que llega cansada al final del día.
Pero bueno, lo que os quería comentar que como siempre me voy por las ramas y me salgo del tema es que Cintia nos ofrece poder hacer unos cursos de costura y patrones vía on line. Si la aguja y el hilo te llaman pero nunca has sabido desenvolverte mínimamente bien con ellos, ahora es vuestro momento. No tenéis excusa. El precio de lanzamiento un chollazo. Es de 1 euro la clase en tu email y un seguimiento personalizado de tus dudas. Y como dice el refranero y si no lo dice tendría que decirlo: «La mejor forma de saber que el producto es bueno es teniendo cuatro clases gratis y sin compromiso para comprobarlo». Para que os hagáis una idea, yo quise apuntarme a unas clases de este tipo en el cole de Tsunami. Al final no se hicieron porque en todo el cole sólo se habían apuntado tres mamás y a la profe no le salían a cuenta. El precio por cuatro clases al mes, no recuerdo ahora el tiempo, creo que eran de dos horas, era de 45 euros. Como veis la oferta de Cintia está muy bien y aunque no tengamos clase presencial estoy segura que se esforzará al máximo para que consigamos entender y aplicar correctamente todos los pasos.
Siempre he deseado saber usar una máquina de coser y hacer algunas cositas. En ocasiones os he comentado que mi madre era sastresa de soltera y que nunca me enseño nada de costura. Cuando le dije que quería aprender a coser a máquina (una singer de su madre de principios del XX) me dio un dedal y me dijo que me lo tenía que poner para coser a máquina. Yo no le vi mucha lógica, y sigo sin verla. Como mi menda lerenda normalmente es muy adaptable y maleable, pero en ocasiones son muy coherente y cabezota, pues no le vi nada lógico a tener que ponerme por narices un dedal para enhebrar una máquina, darle al manubrio, rueda o como se llamara y empezar a pillar el juego de pedales para evitar que aquello que había durado casi un siglo en la familia se desmontara por piezas en menos que canta un gallo. Así que me negué a ponerme el dedal. Allí acabó una posible prometedora carrera de modista chapuceril para ir por casa y poner remiendos, dobladillos y otros arreglitos de ropa de forma más rápida, elegante y firme que no como lo hago ahora, todo a mano y por pura improvisación y sin mucha teórica detrás. Este verano me compré una máquina eléctrica aprovechando una de esas «famosas» ofertas del Lidl. Me gusta, he hecho alguna cosita, pocas y me ha dado buen resultado. Reconozco que me falta mucha práctica y tablas. Ahora lo tengo algo parado porque tuve que hacerle una servilleta de tela para el cole al peque con una tela muy gruesa tipo loneta y no tenía aguja de vaqueros así que me la cargué. – Cintia cariño, que sepas que ya me he comprado la aguja de repuesto y la de tela gruesa, pero aún no la he cambiado. Prometo buscarme un huequecito para hacer el cambiazo y seguir usando la máquina.
Como veis este es otro de mis traumas de la infancia… nunca me había parado a pensar la cantidad de traumas infantiles que tenía hasta que empecé a escribir este blog. Y, y, y. ¿Quien fue la principal culpable de que mi menda se metiera de lleno en este mundo blogueril y sacara todos sus traumas a flote? Pues sí. Lo habéis acertado. Nuestra querida Cintia.
Os podría decir muchas cosas de ella, aunque nunca la he visto, ni siquiera en foto. Bueno, en foto sí, pero debajo de un montón de ropa, generalmente azul marino, que ondea al viento, o bien en forma de sombra al lado de sus retoñitos o como mucho haciendo de modelo en su web de ropa islámica, en la que sale con el rostro «embadurnado de tippex informático». Como cuenta ella es una chica que ha tenido una vida muy poco aburrida. Antes de abrazar la religión islámica hizo de todo, al menos eso se deduce por algún comentario suyo. Y fue en ese momento cuando estudió patronaje. Ese misterioso arte que posibilita que la forma de un cuerpo pueda plasmarse en un papel cebolla y de allí a una tela. También hizo confección, que es el complemento del misterioso arte anteriormente expuesto y que hace que esa plasmación en tela se vaya cosiendo con cierta holgura y lozanería que permita que la prenda se parezca verdaderamente a nuestra forma y nos quede «fetén» y no como un saco de patatas como en ocasiones me pasa a mí con alguna de confección industrial. Pues bien y como os decía. Cintia es una muchacha alegre y positiva, trabajadora indiscutible, que sobre todo ama a su familia con locura y hace lo que sea por ellos. Hace ya un tiempo Cintia montó un negociete informático, unas webs en las que confecciona en una ropa de bebe y en la otra ropa islámica para, según dice ella, para que las hermanas musulmanas puedan encontrar ropa acorde a su religión a un precio asequible y a medida.
Tengo que deciros que siento debilidad por Cintia, no os mentiría y también tengo que deciros que nunca le he comprado ropita. La de peques porque guardé mucha de Terremoto y entre la que guardé y la que le regala la abu cuando viene alguna vez de visita, pues no necesito demasiado. En algún momento algunas cosas puntuales como un pijama manta, o alguna prenda de un color especial para ciertas actividades del cole. Lo de ropa islámica, pues que queréis que os diga. Esta cristiana de momento no ha abrazado la fe islámica, pero me gusta entrar y ver lo que hace. En ocasiones he estado tentada a pedirle si hace túnicas tuneadas para fiestas medievales, jeje. Pero de momento llevo dos años que no hemos podido acudir a los eventos de la Sociedad Tolkien Española y nuestros vestidos para la cena de gala se han quedado en el armario esperando un mejor momento.
Se que estaréis pensando, si nunca le ha comprado nada ¿Como sabe esta que es tan buena cosiendo? Pues nada más sencillo. Antes de que montara el blog, Cintia organizó un concurso sobre los valores en la educación de los hijos. Uno de los premios que sacó su manzanita de un grupo de numeritos, fue el número ocho, el que se correspondía con el mío. Al cabo de unos días me llegó a casa un paquetito sorpresa y entre otras cositas preciosas y encantadoras recibí este bolso que hoy ilustra el post y que confeccionó Cintia.
Tengo que informaros que si bien mi madre nunca me enseñó a coser, sí que me enseñó a ver y diferenciar una prenda bien cortada, cosida y confeccionada, frente a otra más chapucera, mal cortada, encarada y cosida de cualquier forma con lo que se descose o puede romperse o molestar al no dar la prenda la tela que se necesita. Es cierto que un bolso no se ve afectado porque le falte tela en la sisa, pero sí que puedes ver en él el cuidado, el mimo y el cariño que hay detrás de su confección. Las prendas que hace Cintia son como aquellas que se hacían en tiempo de mi madre y de mi abuela. Cuando apenas había tiendas de ropa y el pret-a-porté aun no se había inventado, y si se había inventado era para otras economías. Es esa ropa donde se miran los detalles, se busca que la prenda sea útil y cómoda pero no por ello menos elegante y bonita. Es esa prenda que aún siendo sencilla te sienta como un guante y se luce mucho más que si se llevara todo un traje de noche de pedrería.
Ya os he advertido que sentía debilidad por Cintia, pero en este caso creo que está justificado. Ahora Cintia ha tenido la idea de aportar su granito de arena a la economía domestica, que no es muy boyante… así como están las cosas lo de no ser muy boyante se está convirtiendo en algo demasiado habitual. Así que la oportunidad de poder aprender algo de esta joven maestra que encima nos lo ha puesto a un precio irrisorio, es más que aconsejable en los tiempos que corren. El poder hacerte tú un dobladillo o coger un poco la cintura de esos pantalones que has comprado. El poder aprovechar la ropita de los peques hasta final de temporada pudiendo hacer un apañito o reciclando algo nuestro que ya no llevamos en una camisetita o unos pantalones. El saber hacerles un disfraz decente y sin usar sólo grapas y pegamento cuando es necesario. Son cosas que en los tiempos que corren no estaría nada mal conocerlas. Cintia nos lo ha puesto fácil. ¿Quién se apunta?