Vale, me he pasado. No hemos hecho mil excursiones, pero si que hemos hecho un montón de excursiones. Cuando yo era joven me gustaba salir de tanto en tanto ha hacer mis excursioncillas. Me pateé mucho Mallorca y tengo que reconocer que esta roqueta es una maravilla. Mi pareja también era muy dado a hacer estas salidas. Por lo que me cuenta era mucho más aficionado que yo, incluso ha pasado algunas noches bajo las estrellas, cosa que yo nunca he hecho. Desde que empezó la crisis hemos introducido más excursiones en nuestras actividades de fin de semana. Como el horno no está para muchos bollos, pues hemos buscado una actividad para todos, que sea a la vez bonita, entretenida, que los niños se lo pasen bien haciendo deporte y descubriendo cosas y a ser posible encima barata. Así que casi todos los domingos por la mañana si no llueve, cogemos la mochila con unas galletas, zumitos y agua, los palos para caminar, y nos metemos en el coche para acercarnos a algún bosquecillo donde darnos un buen paseo. Luego volvemos a casa para comer y pasamos una tarde tranquila en casa.
Uno de nuestros sitios favoritos es el bosque de Bellver, porque está muy cerca y tiene diversos circuitos. También vamos mucho por los bosquecillos que hay al lado de Palma. Este otoño cogimos muchos madroños por allí incluso hicimos mermelada de madroños. Ahora no hay madroños para ir picoteando por el camino, pero las vistas siguen siendo magníficas y siempre vamos a buscar algún animalito que se pasee o vuele por allí para seguirlo. En ocasiones hay hitos por el camino. Piedras que llevan una señal pintada para orientar a los caminantes, y les hemos contado a los peques que eso eran señales de los romanos o de los viquingos y te vienen a la siguiente excursión todo contentos comentándote que hemos llegado al campamento de Julius Bocatus donde descansaban de su marcha las legiones Balearicas. Pues bueno, además de todo ello ahora resulta que se nos ha unido otro extra en el tema de las excursiones.
Os he hablado alguna vez de lo dinámicos que son en el cole de Tsunami. Pues bien, a principio del curso se pasaron entre los papis todas las direcciones de correo electrónico por si alguien tenía que consultar algo en conjunto o presentar algo. En unas cuantas ocasiones algunos papás habían comentado de alguna actividad realizada el fin se semana e informaban de ella por si más familias se querían apuntar. Pues bien, como todo este invierno ha hecho un clima muy bueno en general, el mes de marzo un papá comentó que estaría bien hacer un sábado una excursión con los peques. Así como corre la pólvora en las pelis del oeste, todos los papás nos fuimos apuntando a la propuesta hasta formar un buen grupo. La excursión fue de Raixa, una de las posesiones de Mallorca de gran abolengo, hasta Raixeta, una pequeñita posesión que dependía de la primera y que hace años está abandonada y en ruina. El camino no fue nada cansado, una horita y algo de andar, salvo por unas cuantas gotas que cayeron al principio, el resto del día estupendo, tan bueno que incluso yo me puse en manga corta. En Raixeta teníamos un gran lledoner (almez) que daba sombra para que los peques jugaran, mientras los padres planeaban la nueva salida. También había junto a las casas una explanada donde comimos todos. Toda la tarde los peques estuvieron jugando y saltando y a media tarde volvimos a los coches para regresar a nuestras casas. La experiencia ha gustado tanto que el lunes siguiente ya proponían hacer otra excursión para mayo y este domingo tenemos la siguiente, esta vez por la zona de la costa este. Por cierto, se ha dicho que para el mes que viene antes de que acaben las clases tenemos que hacer una con parada en una playa apartada con chapuzón incluido.
Pero las excursiones mil no son solo las de los domingos y la de los nenes del cole de Tsunami. También el cole de Tsunami organiza las suyas. Muchas veces os he contado que hacen actividades conjuntas de diversas clases. Pues bien, los peques de cuatro y cinco años se fueron a una granja escuela que hay en Palma. Sí, sí, en Palma, pegadita a la ciudad, al lado de un polígono industrial, hay una granja escuela con sembrado, animales, honro de leña para pan y muchas actividades. Un verano Terremoto fue allí de escuela de verano y se lo pasó pipa. Lo único que no le gustó es que los animales y sobre todo la caca de las vacas, huelen mucho. Pues en esta granja hay unas habitaciones preparadas para «acampar» de noche. Más que acampar son habitaciones con camas, sábanas y mantas como toca. Así que los pequeñajos de cuatro y cinco años se fueron un jueves a pasar allí el día y dormir. Nadie podrá decir que no empiezan pronto a irse de acampada estos pequeños intrépidos aventureros. El viernes por la mañana, la clase de tres años a la que va Tsunami, se iba también a la granja para estar con sus compañeros y pasar el día con los animalitos y las tareas del campo. Por la tarde se nos presentó con un pequeño pan hecho por ellos mismos. No tengo que decir que el pan estaba delicioso y con la excusa de que lo había hecho el mismo empezó a tomar un trozo para esto, uno para aquello, y haciendo el tonto, haciendo el tonto, casi no nos deja nada para catarlo al resto de la familia.
No podéis imaginar como se nos puso en forma Tsunami, porque el viernes que fueron a la granja escuela era el día antes de la excursión que os he contado con los papis del cole. Así que al día siguiente despertador prontito y los cuatro nos embarcamos a la expedición de Raixa a Raixeta. Sí, los cuatro, porque los hermanos de los nenes, evidentemente, podían venirse y ese fin de semana nosotros teníamos a Terremoto y se apuntó a la salida. El pobre lo pasó un poco mal porque le cuesta un poco relacionarse con tanta gente de golpe, pero al final se puso a jugar con los pequeñajos. Porque si bien vinieron más hermanitos, algunos de meses se hicieron el paseo con las bandas de porteo, los más mayorcitos eran de cinco o seis años. Terremoto es el hermano más mayor de todos los hermanos mayores de la clase de Tsunami, y lo que presumió el pequeñajo de ello.
Al volver a casa nos paramos en el Monasterio de la Real, donde había un pequeño mercadillo para recaudar fondos y luego volvimos a casa. Como Terremoto se quejaba de que lo había pasado un poco mal con tanta gente, le dejamos que decidiera que actividad haría al día siguiente y nos dijo de ir al Zoo. Es cierto que en Mallorca no tenemos zoológico, pero tenemos algo muy parecido y para mi gusto un poco mejor que se llama Natura Parc. Se trata de un recinto donde hay un montón de animales en pequeños hábitats, no están cerrados con rejas, salvo las aves que puedan salir volando o las fieras. En algunos de ellos puedes entrar y paseas por al lado de los animalitos.
Terremoto tenía mucho interés en ver el canguro, que estaba algo vagoncio tomando el sol, así que no lo vimos dar muchos saltos. Terremoto nos sorprendió informándonos de que el ejemplar del Natura Parc debía ser un macho porque no tenía marsupio. Nunca me había planteado si los canguros machos tenían o no marsupio, y tampoco es que se viera mucho así como estaba. Así que lo buscamos en el móvil de R. y resultó que Terremoto tenía razón, los canguros machos no tienen marsupio, una cosa que aprendimos nueva.
Tsunami se lo pasó pipa sobre todo con los armadillos, fueron todo un descubrimiento para él. Aún esta semana me decía en plan adivinanza que quien era que salía, escarbaba y se escondía muy muy muy deprisa. Yo no sabía de que me hablaba hasta que me dijo todo risueño «mamá, que es el armadillo, ¿o no te acuerdas de cómo corrían?». Además del armadillo, al que tuvimos que ir a ver varias veces, también repetimos con la zona de los lémures. Les encantó ver a los protas saltarines de cola anillada de los Pingüinos de Madagascar. Por si no fueran ya de por si bastante sorprendentes, algunos de ellos tenían crías y eso les encanto.
También entramos en la zona de granja para niños con animalitos y las cabritas fueron acosadas y perseguidas debidamente por parte de nuestro intrépido aventurero, que además como acababa de ir hacía dos días a la granja escuela, no les tenía ningún tipo de miedo. Pero si algún animal fue acosado hasta la saciedad, fue la pobre gallina con sus dos pollitos que se paseaba por el recinto. Tsunami se pasó más de media hora detrás de ella y cantándole todas las canciones en las que salía alguna gallina de protagonista y que le habían enseñado en el cole (doy fe de que hay muchas canciones de gallinas), y no era el único niño que hacía eso. No entiendo como es que los pollitos no tenían tatuados alguna nota o clave musical porque con tanta cancioncilla de gallinas, ufff… pobrecita.
La sorpresa de la excursión fue que por la mañana cuando Terremoto me dijo de ir allí, no tenía nada descongelado para preparar rápidamente y llevarlo de comida, así que habíamos pensado de comer en el bar de pa amb olis (pan payes con sal, aceite de oliva, ajo restregado, tomate de ramillete restregado y acompañado de quesos, embutidos varios y aceitunas trencades (aceitunas verdes rotas) o negras pansidas…. un día os enseñaré a hacer un pa amb oli como mandan los buenos cánones del yantar balear) Cuando fuimos a comprar el ticket quise asegurarme que en el bar había aún los pa amb olis y fue cuando nos enteramos que ese día inauguraban una zona de torradas / barbacoas y que con el precio de la entrada nos regalaban la carne para torrar. Hamburguesas y salchichas para los niños y lomo, botifarra, panceta y más salchichas para los mayores. Así que además de día redondo encima tuvimos torrada incluida.
No tengo que decir que ese domingo los peques durmieron como marmotas y que al día siguiente no había quien los levantara después de tanto día seguido de excursiones, salidas y animalitos. Desconozco que soñó Terremoto, posiblemente con los dos tigres de bengala que había y que le impresionaron tanto. Pero estoy segura que Tsunami en sus sueños debió perseguir a los armadillos y se debió subir y descolgarse por los árboles con los lémures, porque al día siguiente cuando fue al cole lo primero que le dijo a su profe es que el sábado había visto a los compañeros del cole y todos se habían ido de excursión sin la profe pero con los papis y hermanos y luego el domingo había visto muchos muchos animales con dos armadillos revoltosos y un montón de lémures ruidosos.