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«¡Cuando sea la hora de dejar de vivir, definitivamente la Muerte será mi elección número uno!». Terry Pratchett, El País del Fin del Mundo.

16 Mar

Ha entrado en la habitación donde se guardan todos los relojes de arena. Es parte de sus labores diarias. Comprobar quien está a punto de acabar y a quien debe visitar ese día. Muerte observa el reloj. Si hubiera tenido cejas posiblemente las habría arqueado, pero sólo tiene dos agujeros con unos luminosos puntos azulados en su fondo. Hoy es un día importante. Muerte se arregla su túnica negra, se pone la capucha y coge su guadaña. Binky, su caballo negro, acude a él. El día lo merece. El difunto lo merece. Quizás muchísimo más que todos los reyes o brujas que han ido a recoger anteriormente. Hoy tendrá que realizar una de sus visitas menos deseadas y más dolorosas, incluso para la Muerte.

Tata Ogg se sube los faldones de su vestido corriendo desesperadamente con sus botines rojos sobre el camino, llega tarde. Ya falta poco para llegar a casa de Yaya. Abre la puerta y se encuentra a su amiga recogiendo la casa. Sentada en una silla Magrat Ajostiernos llora desconsoladamente, siempre ha sido demasiado sentimental para ser una bruja.

-Llegas tarde Tata – le increpa su amiga – Ya sabes que esta vez no podemos llegar tarde.

– Yo no llego tarde y lo sabes, la culpa ha sido de Grebbo. Se ha puesto algo mimoso con una gata nueva, justo cuando iba a salir y no ha habido forma de hacerle cambiar de opinión. Quería darle la bienvenida al barrio, es un gato muy dispuesto.

– Sí. Ya sabemos todos lo dispuesto que es. ¿Se puede saber porque te traes a Grebbo?

Tata iba a responder, pero entonces se abre la puerta y entra Tiffany Dolorido, es la más joven de las cuatro brujas, pero no por ello es menos sabia. Cuando entra a la vivienda, un montón de motitas azules con faldas escocesas se esconden, son los Nac Mac Feegle. Evidentemente, antes de volver a partir buscan un recoveco o un estante donde puede guardar la gran arpía tan seria algo de alcohol o como mínimo algo de linimento para ovejas.

Las cuatro brujas se miran. Es la hora de partir.

Lord Vetinari lee una misiva de uno de sus espías. Esta vez las noticias no son nada buenas y por desgracia sus conocimientos de “mediador” no pueden servirle de nada. Podría intentarlo, pero cree que la Muerte no se dejaría convencer ni tampoco hacer una excepción esta vez. Vetinari, abatido, envía un aviso a la guardia, el capitán Vimes y todos sus hombres, el sargento Colom, el cabo Nobbs, Zanahoria, Fundidordehierrroson, Detrittus, Guddy y por supuesto Angüa deben prepararse con sus mejores galas y los sables menos oxidados de que dispongan. Dentro de pronto se celebrará una gran despedida y Ankh-Morpork debe estar por una vez en su historia, preparada para brillar. Aunque todos sabemos que conseguir que la ciudad brille es algo tan difícil como conseguir que una reunión de magos se ponga de acuerdo cuando hablan de deidades. También envía misivas a todos los gremios. A los periodistas del Ankh-Morpork Times, mejor que les demos nosotros la noticia. Por una vez voy a contar toda la verdad sin tapujos ni dobles sentidos. Se lo piensa dos veces y decide que él mismo irá a ver a los magos de la Universidad Invisible, se merecen el ser informados personalmente, aunque le da mucha pereza tener que acudir a verlos. Uno nunca sabe que puede ocurrir cuando se entra en la Universidad Invisible, sobre todo si se va con malas noticias. Su secretario sale con todos los apuntes y misivas y empieza con los preparativos. En la sala Lord Vetinari, erguido y esbelto, observa por una ventana. El Patricio se gira y se concentra por unos instantes en la partida de ajedrez que hay sobre una mesa. Pronto llegará un nuevo clack, pero eso hoy puede esperar.

… El jueves pasado, día 12 de marzo de 2015, Sir Terry Pratchett nos dejaba. Ese día tenía una cita ineludible con la Muerte. Después de muchos años de lucha con el alzhéimer este encantador hombre, vestido casi siempre de negro, con su sombrero de ala ancha, su gran anillo y su inseparable bastón con el pomo de plata representando una calavera con una capucha, se dirigió a su última cita. No debía hacerla esperar, sobre todo porque se había convertido en su apoyo, literalmente hablando. El jueves pasado Terry Pratchett conoció en persona a la Muerte y se fue con ella…

-BUENOS DÍAS, LE ESTABA ESPERANDO SEÑOR.

-No tienes que llamarme señor, en realidad hace muchos años que nos conocemos, aunque creo que nunca habíamos tenido el gusto de hablar.

-NORMALMENTE LA GENTE NO OPINA QUE HABLAR CONMIGO LES PROPORCIONE MUCHO GUSTO. ES CURIOSO. PERO SI LO DESEA, PODEMOS CHARLAR MIENTRAS LE ACOMPAÑO POR EL CAMINO.

-¿Será muy largo?

-BIEN SABE QUE NO, COMO SI NO LO HUBIERA DESCRITO OTRAS VECES. HMM… ¿DESEA SABER ALGUNA COSA MÁS ANTES DE IRSE?

-No tengo muy claro si deseo saber lo que ocurre. No me gustaría enterarme que mis lectores y mis personajes estén llorando. Yo nunca he escrito para hacer llorar, siempre he escrito para alegrar, hacer pensar y reflexionar. Aunque evidentemente, la fantasía y el humor muchas veces venían incluidos en el paquete.

-SE SORPRENDERÍA QUIZAS DE LAS COSAS QUE ESTÁN OCURRIENDO. LA NOTICIA EVIDENTEMENTE HA SALIDO EN LA PRIMERA PÁGINA DEL ANKH-MORPORK TIMES, LORD VETINARI SE HA ENCARGADO DE ELLO PERSONALMENTE.

-¿Lord Vetinari dando una noticia sin tapujos? Eso es digno de ver. Que pena que me lo haya perdido.

-LOS MAGOS ESTÁN REVUELTOS, POR UNA VEZ HAN DEJADO DE LADO SUS DISCUSIONES SOBRE EL SEXO DE LA GRAN A’TUIN Y HAN DECIDIDO QUE ESTO PODÍA SER MÁS DESASTROSO PARA EL MUNDODISCO QUE UNA COPULACIÓN CÓSMICA CON OTRA TORTUGA VIAJERA. PERO TRATANDOSE DE MAGOS… QUIEN SABE.

¡AH!, POR CIERTO. SE ME OLVIDABA. RINCEWIND PRESA DEL PÁNICO HA PREPARADO EL BAÚL DE VIAJE Y HA HUIDO DESPAVORIDO, AUNQUE NO TIENE MUY CLARO HACIA DONDE HUIR PARA PONERSE A SALVO. HA DECIDIDO BUSCAR REFUGIO EN EL DESPACHO DEL BIBLIOTECARIO. LUGAR QUE NO ACABA DE ENCONTRAR MUY A SU GUSTO YA QUE EVIDENTEMENTE, EL BIBLIOTECARIO HA PROTESTADO POR ELLO Y ADEMÁS DICE QUE ALLÍ DENTRO HUELE EXAGERADAMENTE A PLÁTANOS.

-Era de suponer, ¿Qué esperaba mi querido Rincewind metiéndose en el despacho de un orangután? ¿Qué oliera a espliego, lavanda y frambuesas varias?

-EL MUNDODISCO ANDA DESOLADO, REVUELTO PERO DESOLADO. LOS GREMIOS HAN SUSPENDIDO SUS LABORES, INCLUSO EL GREMIO DE ASESINOS HA RECIBIDO ORDENES DE NO EJECUTAR A NADIE DURANTE TODO EL DÍA PARA “LIBRARME” DE TRABAJOS INNECESARIOS QUE ME PUDIERAN ESTORBAR O NO PUDIERA DEDICARLE EL TIEMPO QUE SE MERECE. EN ESTO VETINARI HA SIDO MUY EXIGENTE Y CONVINCENTE. CREO QUE CUANDO LE DEJE A USTED ME PODRÉ TOMAR EL DÍA LIBRE, QUIZAS VAYA DE VISITA A VER A ISABEL Y A MORT, HACE TIEMPO QUE NO PASO POR SU CASA, SI TENGO SUERTE INCLUSO PODRÍA QUEDAR LUEGO CON SUSAN.

-¡¡¡Así que hoy no habrá asesinatos!!! Cuanto honor. Quien me lo habría dicho. Es curioso, muchos de los que recogerá mañana seguramente les hubiera gustado que yo fuera uno de sus dioses y mi vida fuera una continua reencarnación sin parar. Tal vez así la muerte de uno solo podría salvar a los demás. Pero dudo que el gremio de asesinos estuviera dispuesto a esperar tanto tiempo sin ingresos en caja y acabaran aburriéndose antes de que concluyeran todas las reencarnaciones.

La Muerte coge del brazo a su acompañante – CREO QUE CIERTAS PERSONAS HAN VENIDO A DESPEDIRSE DE USTED. NO ES MUY HABITUAL QUE ENTREN TAN DENTRO, PERO POR UNA VEZ LES HE DADO PERMISO PARA LLEGAR HASTA AQUÍ.

El hombre vestido de negro, con sombrero de ala ancha y un bastón coronado por un pomo en forma de calavera encapuchada, siente como algo se frota por sus piernas. Baja los ojos y se encuentra un gran gato gris al que le falta un ojo.

-Vaya, normalmente no hace amistades de una forma tan rápida con los desconocidos, aunque supongo querido Terry que tú nunca serás un desconocido.

El hombre llamado Terry levanta los ojos y ve cuatro figuras femeninas que se le acercan. Una de ellas muy dispuesta a llegar la primera, bambolea sus caderas de un lado a otro al andar y luce unos inusuales y llamativos botines rojos.

-Si creías que te ibas a ir sin que te hiciéramos el camino más llevadero aunque fuera durante un breve tramo es que no nos acabaste de conocer –dice la dueña del gato.

-Gytha Ogg, controla tus modales, que pensará de nosotras.

-Esme, ¿de qué va a escandalizarse si ya nos conoce? Que Sr. Pratchett, ¿hace una copichuela antes de seguir el camino? y luego dentro de un par de sorbos quizás le cante la canción del puercoespín para amenizar el paseo.

Terry se ríe. Yaya mira con desaprobación a Tata que ya está abriendo el petate. Un montón de hombrecitos azules salen de la nada.

-Gytha, ¿Qué va a decir la niña?

-La niña se ha criado en las Calizas, no se va a escandalizar por unas copichuelas. Por cierto, Sr. Pratchett ¿puede firmarme un autógrafo? Es para mí Jason, que es un fans suyo. Mire, me he traído una postalita para la ocasión, la he comprado mientas iba a casa de Esme

-¡Ajá! Así que toda la culpa no ha sido de Grebbo, ya sabía yo que te habías parado por el camino en algún sitio.

Las brujas empiezan a discutir sobre el concepto pararse por algo no estrictamente necesario. La niña no escucha. Tiffany Dolorido está mirando una figura que la observa desde la lejanía. Por un momento el aire se ha impregnado a Alegre Marinero.

La Muerte les observa perpleja, con esa cara que pondría una calavera cuando no quiere responsabilizarse de lo que ocurre a su alrededor.

Terry sonríe. Sabe que nadie podría tener una muerte tan agradable y tan divertida como la que le espera, aunque sólo sea durante un breve tramo.

Mientras nadie mira, el gran gato gris ha encontrado algo con lo que jugar y tal vez entretener el apetito. Un pequeño montón de huesos con la cuenca de sus ojos también azulada, con una mini capucha y una mini guadaña con la que se defiende mientras grita desesperadamente por su existencia antes de que se lo traguen.

– IIIIIIIIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHHH, IIIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHH.

Nota: Esta pequeña improvisación, porque no ha sido más que una pequeña improvisación, es mi homenaje particular a un escritor que lleva años en mi vida. Lo descubrí el día que empecé un libro que alguien me regaló titulado Mort hace ya ufff… demasiados años, tantos que no sabría situarlo. Después vino Buenos Presagios, libro que coautoró con Neil Gaiman. Desde entonces no he parado ni me canso de leer sus libros. Sus diálogos son fantásticos, muchísimo más que sus historias. En cualquier rincón de la narración te puedes encontrar una sentencia que sin duda propondrías para esculpirla en letras bien grandes en mármol. El problemas sería donde guardar tantas sentencias, porque aunque uno fuera más modesto y se limitara apuntarlas en una libreta, harían falta demasiadas libretas y aún así siempre nos faltaría alguna. Pratchett ha sido una persona que ha cambiado mi vida muchas veces. Cuando he tenido algún bajón me he refugiado en las historias de la guardia, en las aventuras de las brujas que siempre fueron mis preferidas, o en cualquier narración que tuviera lugar en alguno de los lugares del Mundo Disco. En casa tenemos varios estantes llenos sólo de libros de Pratchett y siempre hay un hueco reservado para los futuros libros que entrarán. Algunos de esos libros son de mi pareja y están en su lengua original, el inglés. Hecho que no le perdono a R. porque luego he tenido que comprármelos de nuevo en algún idioma algo más inteligible para mí.

Los que leéis este blog sabéis que algunas veces he hecho unas cuantas citas de este autor. No voy a negarlo, soy una de esas tantas personas a las que su estilo, su humor mordaz y su ingenio han conquistado. Me he rendido ante su arte y no me avergüenza decir que le debo mucho al bueno de Terry. Somos muchos sus seguidores incondicionales y se que sentiremos mucho su desaparición, aunque nos ha dejado un inmenso legado literario que de una forma algo particular, nos ayuda a ser mejores personas y saber disfrutar de la vida.

LAS VIDAS DE LA GENTE PASAN DELANTE DE SUS OJOS ANTES DE MORIR. EL PROCESO SE LLAMA ‘VIDA’.
— Terry Pratchett, El País del Fin del Mundo.

pratchet

La estación de los proyectos: cosiendo capas para príncipes y princesas

17 Ene

Recuerdo perfectamente la cara que pusieron la primera vez que me vieron. Su rostro pasó del escepticismo, del pasotismo más absoluto, de la burla total, al asombro, la incredulidad, la admiración y finalmente el esperado “¡¡¡Ohhh!!!!” luego una sonrisa no muy segura de si misma y de si lo que veían era cierto o un espejismo, el levantarse del sofá y girar a mi alrededor con cierto temor a tocarme con la temblorosa punta de sus dedos por si la aparición se desvanecía. Finalmente consiguieron articular “Mamá. Estás preciosa”.

Lo recuerdo perfectamente, las dos veces ocurrió lo mismo, aunque la que más impactó de las dos fue la vez que Terremoto descubrió que su madre era una princesa, un hada de la noche.

Cuando una es una mamá normalita esas cosas no suelen ocurrir, pero cuando una es una mamá friki cualquier cosa es posible. Posees además una magia especial y en mi caso un armario con ciertos vestidos que en ocasiones pueden resultar ser mágicos sobre todo a los ojos de un niño. La primera vez fue una tarde-noche de invierno. Terremoto estaba borde y yo bromeaba con él. Entonces se me ocurrió, no se muy bien porque, decirle que su madre era una princesa, una hada de la noche y que si no se portaba bien haría magia. Mi pareja me miró y sonrió. Él sabía a que me refería cuando decía que yo era una princesa, una hada de la noche. Durante mucho tiempo cuando cortejábamos a distancia, de noche por el chat, yo solía decir que era un hada de la noche que aparecía por arte de magia en la pantalla de su ordenador. Cosas de enamorados. Aunque realmente mi personaje era el de una princesa élfica, una princesa madre y guerrera con mucha sabiduría y personalidad. Idril, la hija de Turgon, la princesa de Gondolín.

Esa tarde sin más entré en mi dormitorio, abrí esa puerta del armario que no solía abrir habitualmente en la que una guarda los vestidos con los que normalmente no sale a la calle y me vestí con mi primer vestido de elfa que tuve. Un vestido precioso que me tunee, con el cuerpo azul celeste que bordé y mangas de gasa que colgaban haciendo pliegues, la falda azul turquesa con una tela muy brillante, unos zapatos turquesas y una capa veneciana plata brillante con un broche de pedrería reluciente. También me puse mi tiara y mis joyas de princesa noldor y así de esta guisa salí radiante al comedor. Entonces Tsunami aún no estaba entre nosotros, por eso cuando un día hice una aparición parecida con el peque Terremoto se apresuró a decirle “prepárate, que mamá es de verdad una princesa ya verás”. En ese caso la cara de admiración de mi pequeño fue más intensa y acabó tirándose a mis brazos emocionadísimo de tener una mamá princesa. Lo divertido fue al día siguiente que lo contó a todo el colegio y nadie sabía de qué hablaba.

Si señores, tener ciertas aficiones y estar en una sociedad literaria con fiestas molonas y cenas de gala tiene eso, que uno acaba con útiles, complementos y vestidos que no se encuentran normalmente en la mayoría de los hogares. Al menos no en la mayoría de hogares no muggles como diría cierto mago. Con el tiempo he ido teniendo otros vestidos, tres para ser exactos, el azul turquesa, el naranja y uno negro dorado y rosado con mucha pedrería que cosí una a una. Mis vestidos han sido comprados, el azul y el naranja para unas bodas, el tercero lo vendían como disfraz de bruja pero después de que pasaran por mis manos no parecían los mismos. Los he tuneado a mi manera como buenamente he podido. Mis conocimientos de costura improvisada no llegan a tanto. Mi primera capa, la veneciana, la compré y cambié el broche. El vestido naranja venía sin mangas, así que compramos una gasa naranja y una amiga mía me ayudó (bueno, lo cierto es que lo hizo todo ella) a ponerle mangas vaporosas y con lo que sobraba le montamos (esta vez entre las dos) un cinturón. Pero el pobre no tiene capa. Una vez me prestaron una preciosa naranja y dorada, pero sólo me la prestaron. Es una pena, un día tengo que hacerle una parecida a esa, porque era una pasada. El tercer vestido tiene una capa dorada, pero es muy sencilla aunque resultona y esa sí que la hice yo solita. Lo que en su momento hice fue el vestido de mi pareja. Busqué las telas, los patrones y me puse manos a la obra. Acabé haciendo una imitación de cota de malla pero en tela, aunque debido al tipo de tejido actualmente no suele usarla porque se engancha y queda fea. Han pasado ya muchos años. También hice una sobrevesta verde oscuro y una capa preciosa con mucho vuelo color granate. Yo tome medidas, corte la tela y la embasté. Luego mi madre me pasó a máquina todas las costuras y le puso un cuello mao a la sobrevesta. Después con hilo dorado y plateado, le bordé en el cuello de la sobrevesta las iniciales en élfico de su pseudónimo. El conjunto está muy bien y la capa queda muy majestuosa cuando anda. El problema es que la capa es de una tela algo fina y cuando vamos a un evento en invierno las capas con consistencia y gruesas se agradecen.

Este año como os comenté y os contaré en un próximo post, el grupo de Mallorca y el de Zaragoza fuimos los encargados de organizar la XIX Mereth Aderthad o más conocida por todos como EstelCon. Tendría lugar en tierras mañas y sería la primera semana de diciembre. Vamos, en esos momentos en los que el cierzo y el frío suelen hacer estragos en los cuerpos mediterráneos como los nuestros. Es tradición que el penúltimo día de toda EstelCon, por la noche, se organiza lo que llamamos una cena de gala, en la que los participantes van vestidos con sus galas de honor correspondientes al personaje del que toman el nombre. Es quizás uno de los actos que más llama la atención a los “muggles” Algunas personas tienen muchos vestidos, otros unos pocos o sólo uno que es el que siempre llevan. Hay de todo. Si alguna vez alguien tiene necesidad de hacer una capa, como fue mi caso cuando hice la de mi pareja y la mía, el mejor consejo que puedo darles es que recurran a la página web de una de las chicas de Valencia, Baya de Oro. El Taller de Baya de Oro es una página muy conocida y muy completa, en la que te explica de una forma sencilla cosas muy complicadas. Siguiendo sus instrucciones uno es capaz con tiempo y paciencia (salvo que tengas algo de rodaje en el tema de la costura y entonces tardas menos) de hacerte auténticas chuladas. Es una pena que las labores maternales no le dejen tiempo para actualizar cositas en esta página, es lo que tiene ser mamá.

Ahora os tengo que hablar de dos personitas que conocí el 2013. Son dos hermanas gemelas que se vienen muy a menudo a nuestras actividades. Son dos enamoradas de las telas, los hilos, los encajes, las pasamanerías, los bordados. Estoy segura que si no tuvieran que ganarse la vida disfrutarían haciéndose vestidos. Vestidos de esos con los que normalmente una no suele ir a la calle y mucho menos al supermercado del barrio. Estas chicas se complementan a las mil maravillas, no se si el hecho de ser gemelas ayuda, pero lo cierto es que E. es una auténtica artistas con los patrones y las telas. Toma medidas y saca las piezas, las corta y mientras S. los lleva a la máquina y hace que la magia de la costura se complete. A medida que el hilo va uniendo las piezas el traje se va acabando, saliendo de allí cualquier maravilla que podáis imaginar. A la hora de buscar una tela o un hilo, S. tiene un don especial para buscar los colores adecuados, tanto si buscas que se compenetren con total armonía o bien con intencionado contraste. Se para, mira todo el surtido de colores y muy segura te dice “este hilo para esto, este para esto y esto con este otro” y señores, no falla, esto que puede parecer fácil de hacer, no lo es para nada. Ambas hermanas están en muchos grupos de recreación: recreación medieval, recreación vikinga, de recreación escocesa, de recreación Tudor, de recreación del siglo XIX, de Stars Wars, puede que alguno más y ahora del mundo Tolkien. Como podéis imaginar su rincón de los vestidos es de lo más variopinto y eso que yo sólo he tenido el honor de ver un lugar, algo caótico eso sí, donde tienen un montón de ellos. Desconozco si en su casa disponen también de algún otro armario mágico y no precisamente como el que conducía a Narnia, pero tampoco me extrañaría que el día menos pensado alguien pudiera llegar a ese mundo entrando en uno de sus armarios mágicos.

Pues bien. Este verano una de estas hadas de la costura nos propuso hacer un taller de capas para renovar o completar nuestro vestuario para la Estelcon que estábamos montando. Al principio el taller se fue demorando. Esta visto que la nuestra no ha sido la única casa que se vio el año pasado inmersa en una estación de proyectos. Por ese motivo el taller de capas tuvo lugar tan sólo unas pocas semanas antes que la Estelcon. No todos nos apuntamos, pero en nuestro caso decidí (porque sabía que quien se lo curraría al final sería mi menda leyenda) que los tres renovaríamos capas. Abro un pequeño paréntesis para decir que ese taller me encandilaba especialmente. No sé muy bien porque siempre he sentido una debilidad por las capas. Siempre me han gustado los personajes que llevaban capas, la de Drácula, la de Darth Vader, la de Batman, la de John Nieve y la última que acabo de fichar en mi lista de capas chulas, la plateada de Thranduil. Ver su caída, el vuelo de estas al andar. Es algo que me enamora y me sigue enamorando. Supongo que por eso encuentro tan arrebatadoramente guapo a mi pareja cuando se viste para una cena de gala. Ains…. Que pena que una no pueda ir por la calle con capas… snif, snif… sería feliz.

Así pues quedamos un sábado por la mañana en una tienda de telas y paños que también recomiendo por si alguien tiene algunas de estas sucursales cerca de su domicilio. Se trata de Ribas i Casals. Entrar allí te descoloca, uno no sabe muy bien por que tela decidirte. Salvo quizás mi pareja, otro chico que también se apuntó y Tsunami. Ellos si que fue llegar y besar el santo. Entraron fueron directamente a los rollos de lana y dijeron “yo este color”. El chico eligió un verde oscuro, mi pareja un color granate muy parecido al de su capa más fina y Tsunami, como no, un azul pitufo para su capita. Yo estaba más dispersa, pero al final me centraron tras saber exactamente lo que quería y me compré una tela que no era lana, no se deciros el nombre, pero era muy bonita y en verde pistacho. También compré unos cuantos metros de una tela granate brillante para un día de estos intentar hacer o que me ayuden ha hacer un vestido nuevo tipo túnica. Lo cierto es que nos gastamos un dineral en telas, porque la lana no era precisamente muy barata. Pero como decían las chicas “tenéis que plantearos eso como una inversión, una capa de estas va a durar años y años y posiblemente puede que algún día hasta Tsunami herede la capa de su padre”.

Así que con esas visiones futuristas de ir formando el legado familiar que dejar a nuestro pequeño, fuimos a un local donde montamos nuestro taller. Desplegamos telas y tomamos medidas. La primera fue la capa verde oscura. La habían elegido para hacer un tipo de capa vikinga rectangular y fue muy rápida de montar y a su dueño le quedó chulísima. Ese día llevaba un bigote y llevaba camiseta de manga corta. Cuando se sentó con la capa sobre el hombro tenía todo el aspecto de un auténtico galo. Parecía como si se hubiera pasado media vida llevándola. Las chicas le prestaron una fíbula vikinga que tienen y la estuvo llevando un buen rato para hacerse con ella, que le cogiera la forma y ver si se sentía cómodo. Ahora sólo le faltará a su dueño, buscar una fíbula para lucirla. La segunda que se montó fue la de mi pareja. Esa llevó un poco más de trabajo, sobre todo porque había elegido que fuera una capa circular. Seis metros de tela de lana se uso para hacer la capa, no veáis lo que pesa. Eso es mucha tela que manejar, pero el resultado fue espléndido. Pero cielos. ¡Que bueno que estaba mi churri! Para rematarlo, E. entró en su santa santorum de los vestidos y salió con un trozo de tela de peluche o imitación de pelo de piel. Se la regaló y la cortaron para que la pudiera llevar en el cuello sobre los hombros y no os digo ya lo chulo que quedó Cuando pueda tengo que cogerle los bordes, forrarla y cosérsela definitiva. Espero este año hacerlo pronto. Al mediodía nos fuimos a una mercería a comprar unas pasamanerías concretas para las capas de papá y el peque que también cosieron entre el sábado y el domingo. La tercera capa fue la del peque. Para Tsunami se hizo una capa de semicírculo parecida a la del padre pero con algo menos de vuelo. Una monería ya juzgarán ustedes. También habíamos comprado para Tsunami una tela aguatinada y las chicas le hicieron luego en su casa una camisa de armar que fui a recoger la semana siguiente. Nuestro Tsunami estuvo para comérselo. Todo un pequeño príncipe hobbit como decía él.

Al día siguiente, domingo, fui yo sola al local. Papá se quedó con Tsunami, así que sólo fuimos las tres. Seguimos cosiendo e intenté ayudarles con los remates y todo aquello que sí se hacer. Porque después de coser a máquina hay que coser con punto invisible el trozo de tela que hay dentro, ya que las capas se abren al caminar y se ve. Vamos que queda bastante trabajo de rematar si deseas dejarlo perfecto. Para mi sorpresa cuando llegué me encontré con que se había puesto a sacar patrones para la mía. Yo había elegido un tipo de capa bizantina y esa si que llevó algo más de trabajo de hacer piezas y coserlas. Me pasé todo el domingo con ellas cosiendo, charlando y riéndonos mucho. Fuimos a buscar unas botellas de cola y entre sorbitos, cortar telas, chafardeos, poner agujas, coser y quitar agujas, anécdotas y demás trabajitos nos pasamos gran tiempo de ese domingo como si fuéramos las tres parcas pero en versión buenas. Me diréis anticuada pero supongo que ese ambiente debía ser el que tenían nuestras abuelas cuando las mujeres eran las que cosían las ropas y no existían tiendas de modas. Ese día E. me contó que se había apuntado a corte y confección para poder hacerse esos trajes maravillosos que a ella siempre le habían gustado desde que era una niña. Tomó esa decisión al descubrir que si los quería comprar le resultaban demasiado caros. Por eso estuvo yendo a clases hasta que aprendió todo lo que realmente necesitaba, pero que nunca le interesó demasiado eso de hacerse ropa de calle más convencional. Supongo que para eso ya tiene las tiendas y los grandes almacenes. Bien mirado tiene su lógica. El domingo siguiente también nos reunimos las tres. Me había llevado “deberes” a casa y acabamos de rematar todo el trabajo, al menos que estuviera listo para poder usar. Tengo que darles las gracias a nuestras dos hadas de las costuras, primero por el buen rato que estuve con ellas. Segundo por los consejos que me dieron a la hora de coser. Y tercero por las magistrales piezas con las que salimos de allí. ¡¡¡¡¡Muchísimas gracias preciosas!!!!! ¡¡¡¡Sois geniales!!!!

Fuimos los tres muy bien pertrechados a la Estelcon. Mis hombres iban bien calentitos y yo aunque aún no tengo la capa acabada del todo, falta adornar, la pude llevar perfectamente para el evento. Espero este año poder dedicarme un poco a ella y buscar la pasamanería o puede que me anime a bordar algo y me gustaría que un día pudiéramos ponerle un cuello Mao, creo que le quedaría muy bien y tengo que buscarle un broche, que una chica de Madrid me ha enviado fotos y tengo que contestarle con el que me ha gustado. Ains… que no tengo tiempo y sólo hemos empezado el año. Vaya. Me parece que acabo de darme cuenta que tengo un nuevo proyecto abierto… y yo sin enterarme. Cachins.

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La estación de los proyectos.

11 Ene

Soy consciente de que este título suena a adaptación chunga de canción de Franco Battiato, pero no es así. Realmente este título lo saqué de un titular de un artículo de un periódico bastante retrasado que se paseaba por la cocina de casa y que creo que trataba de política. Digo creo, porque no me leí el artículo, tan sólo me llamó la atención su título. Me gustó tanto que me sentí muy identificada con esa frase, “la estación de los proyectos”, porque en ese momento esta familia estaba embarcada en eso, en muchos proyectos. Decidí entonces que lo guardaría en el saco de títulos posibles para el primer post que pudiera publicar y esperé a que llegara ese momento tan ansiado.

Nunca creí cuando abrí el blog que en pleno otoño, ejem, ejem,… invierno, estuviera dos mes.. .ejem… tres meses, ejem… hasta el año siguiente, sin actualizar. Pero este año, o mejor dicho, el pasado, las circunstancias han mandado. Ese, el pasado, fue un año algo chungo para el blog, primero problemas adolescentes de Terremoto y las humedales de la casa y las obras finales. Cuando se solucionan ambos y esta que os escribe pensaba “Aleluya” va y se acaba el verano. Hago una entradita diciendo “Aquí estoy yo, ya he vuelto” y me quedo colgada. No ha sido por falta de interés, palabrita de bloguera sin cruzar los dedos. Hice unas cuantas entraditas preparadas para publicar, pero tenía un problema. El ordenador. En casa hemos estado envueltos en una serie de proyectos que se han desarrollado en unas cuantas semanas y que para realizarlos el ordenata de casa ha estado monopolizado. Bueno, realmente el ordenata se ha convertido en una extensión de mi churri desde que llegaba del curre hasta que se metía en la cama y eso era a altas horas de la noche. Cuando por una de esas casualidades de la vida que en ocasiones ocurren en las casas normales, el churri cortaba sus vínculos cibernéticos de la punta se sus dedos y dejaba libre el teclado, mis cachorrillos sedientos de conocimiento informático, imágenes varias de Súper López o juegos de pokemons, eran los que daban dos brincos cual mandriles y se enganchaban a las susodichas teclas, dejándome sin la posibilidad de hacer florar mis instintos creativos, expresivos y de supervivencia blogo-maternal o lo que es lo mismo, de explayarme con el blog. Vamos, que visto lo visto que ha salido en prensa, me hubiera sido más fácil quedar a tomar un té con el pequeño Nicolás ese que sale por todo, cosa que no hubiera sido un mérito por cierto, que no tocar con estos deditos el teclado casero, snif, snif… eso sí que era un mérito. Además, aunque una en alguna excepcional ocasión, consiguió teclear algo, el míster estaba siempre tan cansado que no publicamos nada de nada. Un día por cansancio y el otro por agotamiento, el otro porque la entrada estaba pasada de moda, el otro porque había video-reunión, el otro por no me acuerdo de qué, pero por algo, fijo.

Sé que esto ha sido una injusticia, así que voy a resarcirme contándoos cuales han sido estos proyectos y seguro que cuando los conozcáis perdonareis esta prolongada ausencia de la blogoesfera. Por cierto, al fin he conseguido leerme todos los blogs que suelo seguir, que tampoco había podido leer una triste entrada más que alguna esporádica y eso de ponerse al día después de tanto tiempo ha sido agotador, que sois unas hachas y no habéis parado y he necesitado unos cuantos días, muchísimos.

Para poneros en situación debemos retroceder en el tiempo, como hacen en las pelis aunque aquí lo haremos de una forma más chabacanera, con menos medios, glamour y sin espirales concéntricas que giran y giran trasladándonos a otro momento. La historia empezó hace casi un año…. Habíamos venido de disfrutar de la Estelcon 2013 (la fiesta Tolkien o fiesta de El Señor de los Anillos, para los “no iniciados” en el asuntillo friki) estábamos en una reunión de nuestro smial (o grupo local para entendernos) cuando se nos propuso montar la próxima Estelcon con el grupo de Zaragoza. Uno nunca sabe dónde se mete hasta que se mete y al final una cosa que te has planteado de una forma acaba siendo otra. Vamos que un currazo de enanos. Para quienes no sepan muy bien de que va eso os diré que sería algo así como montar un congreso de cuatro días, con un fiestorro digno del bodorrio más exigente pero sin novios, con coordinación de actividades, conferencias, actuaciones, talleres, una lectura de cuentos que no cuenta cuentos sino historias y una noche musical todo ello con una ambientación digna de la Tierra Media y sus habitantes. ¡Chupate eso Peter Jackson! Eso que dicho así parece tan fácil no lo es para nada, los que alguna vez hayan organizado alguna lo saben muy bien. Así pues la cosa se nos complicó cuando a mediados de año nos enteramos que la semana anterior tenemos una convención de ciencia ficción y literatura fantástica en la que tan sólo hacemos una pequeña aportación, pero hay que hacerla.

Esa aportación era poner un puesto de información y hacer chapas con tu nombre en letras tengwar o escritura élfica para los no iniciados. Así siempre se pueden ganar unos euritos para financiar futuros eventos o al menos para amortizar el coste de las chapas que ricos no creo que nos hagamos nunca. Hasta aquí lo más difícil fue localizar la máquina de chapas que curiosamente no fue lo más complicado gracias a que un simpatizante del grupo tenía una que nos prestó. La otra aportación fue una charlita que se curraron una chica del grupo y… evidentemente, el mister que me tenía que publicar los post y no podía hacerlo porque tenía que buscar los temas a tratar en la charla, más todo lo otro de las reuniones por internet y bla, bla, bla. Como diría el capitán Haddock, ¡mil millares de mil millones de rayos y truenos! Así que nos tenéis, con una Estelcón en marcha y una cosa llamada proyecto 145 que es eso que os acabo de contar de la ciencia ficción y literatura fantástica.

Hasta aquí aunque no lo creáis la cosa era relativamente asumible. En ocasiones los peques podían rozar con sus deditos el teclado del ordenador y yo pude preparar unas entraditas que aún no han visto la luz pero espero que para el año que viene, es decir, para este, se produzca su parto retardado. La cosa no pintaba muy descontrolada hasta que la semana anterior a lo de la ciencia ficción, nos propusieron hacer un taller de capas para renovar nuestro vestuario en vistas a la próxima Estelcon. Así que esta familia o mejor dicho, mi menda y las dos preciosidades que nos dieron el taller, nos dedicamos a hacer capas nuevas para toda la familia. (Gracias preciosas, me lo pasé muy bien con las charlas de costura, ains… las echo de menos) Fue una experiencia muy divertida, me encantó y todos estuvimos muy guapos. A estas alturas ya os vais haciendo una idea de que mi vida fue algo un poco movida, pero aún se podía mejorar más.

Quince días antes del taller de capas me llaman por teléfono. Terremoto se ha apuntado este año a una asociación en la que hacen actividades de ocio para chicos con problemas especiales. La que llamaba era una de las monitoras y me plantea para la semana siguiente, intervenir por las buenas en una charla sobre padres separados que crían a un hijo con problemas especiales. ¡Viva la vida!

Como veis muchos proyectos. Demasiados. Así que mejor dejemos esta entrada por ahora y en las siguientes os contaré un poquito todo lo que pasó en cada una. Un beso muy fuerte a todos y Feliz 2015. ¡¡¡¡¡Deazulaverde ha vuelto!!!!!!!

Aún no me lo creo. Mi churri me ha publicado una entrada. Yujuuuuuuuuuuuuuu.206

De cómo unas películas, unos libros y una estelcon cambiaron mi vida.

27 Jun

Decir que una Estelcon es una fiesta dedicada a la figura del escritor John Ronald Reuel Tolkien es decir poco. Una Estelcon es muchísimas más cosas.

Para que entendáis lo que representan para nosotros las Estelcones tendría que contaros parte de mi historia y para ello tendríamos que retroceder hasta el año 1980. En este año ocurrió un hecho especial en mi vida, fui un día al cine a ver una película de dibujos animados con la madrina de Terremoto. Dicho así, suena raro, para no decir que ridículo, pero pocas veces el hecho de ir al cine y ver una peli basada en un libro cambiaria tanto mi futuro. Pero entonces, yo no era consciente de ello.

La cartelera del periódico ponía que el director era un tal Ralph Bakshi, y se titulaba «El Señor de los Anillos». Era una historia extraña para lo que eran entonces las pelis de dibujos animados, pero tenía algo que me llamó mucho la atención, no sabría decir que fue, porque entonces tampoco sabía expresarlo, pero salí de allí con ganas de conocer más. Para acabar de alimentar esta sensación de ansia de conocimiento tenemos que añadir que la historia no trata el libro entero, tan sólo una parte y nunca se pudo grabar el resto. Así que cuando poco tiempo después de eso encontré ese título en el catálogo del Círculo de Lectores, le pedí a mi madre que me lo comprara. Me leí ese tocho de un tirón, porque el mío no está dividido en tres libros, está todo entero en uno solo, y es un tocho, y me gustó. Me emocionó, me enamoró y recuerdo que acabé de leerlo una tarde de verano cuando el sol empezaba a decaer. Había ido a pasar el día fuera con mis padres y estábamos en una terraza de Portocolom justo a unos metros del pantalán tomando un refresco. Yo estaba acongojada porque estaba leyendo el último capítulo, aquel en el que Frodo, Gandalf y Galadriel se encuentran en los Puertos Grises y allí suben a un barco para ir hacia el oeste, hacia las tierras de Valinor. Tras la partida de Frodo, Sam regresa con Merry y Pipin a la comarca, se separa de ellos en el camino de Delagua y camina solo hasta llegar a su hogar. Cuando llega todos sus hijos salen a recibirle y al entrar piensa que al fin ya está en casa. Esa tarde yo tenía el puerto ante mí y los llauts (pequeñas barcas de pesca) iban y venían y el aire olía a mar y en el cielo resonaba el chillar de las gaviotas. Ese día cerré el libro y no sé muy bien porque, empecé a llorar. Mis padres se asustaron y cuando les dije que lloraba porque me apenaba que se hubiera acabado el libro y quería que la historia continuara, se rieron de mi y mi madre me dijo que era una tonta.

Un tiempo después descubrí El Hobbit, también en el catálogo del Círculo de Lectores  y luego publicaron El Silmarilion. Este último salió cuando yo tuve una enfermedad un poco complicada, mi amiga M.A. se lo había comprado y me dejó el suyo. Por este motivo al final no tengo una primera edición de este libro en castellano, porque mi madre consideró que comprar un libro que ya había leído era una ridiculez. Años más tarde nos compramos una primera edición en inglés, fue un capricho porque yo no se inglés, pero me gustó tenerlo. Mi primera lectura de El Silmarilion fue un poco heavy. Os he dicho que estaba enferma y tenía unos subidones de fiebre de 40 y pico que paqué. En esas penosas condiciones de delirio febril abrí el libro y me encontré en el primer capítulo con la creación del universo y el canto de los ainur y entre fiebre y aquello el resultado fue una experiencia dejémoslo en místico febril delirante religiosa bastante curiosa. Si no recuerdo mal tuve que leerme cada párrafo unas tres o cuatro veces porque mi cabeza me daba vueltas y aquello me sonaba a chute de éxtasis espiritual reconcentrado (quienes hayan leído la Ainulindalë me entienden).

Después de eso el silencio del mundo de Tolkien se hizo en mi vida. Sólo una vez en la consulta de no sé que médico me encontré en una revista de medicina llamada Juno un artículo sobre Tolkien de un tal Grotta. Le pedí a la enfermera si podía quedármelo y desde entonces ese artículo se ha guardado doblado dentro de la portada de mi primer libro de El Señor de los Anillos. Ocasionalmente hablábamos sobre ello con mi amiga M.A. pero con nadie más.

Mi vida transcurrió. Pasaron los años, crecí y maduré. Me casé y tuve a Terremoto. Pero mi matrimonio no iba bien. Nada bien. Me había apartado de tal forma a una monótona existencia que casi ni sabía lo que ocurría por el mundo. Unas navidades vino M.A. de Barcelona a vernos. Ella vive allí pero viene unas cuantas veces por la isla a ver a sus padres y se está con nosotros todo el tiempo que puede. M.A. es una forofa de varias cosas, pero sobre todo de dos. La primera es su insistencia por tomarse un café en un bar, vamos que aunque tengas cafetera en casa junto con un paquete del café más selecto del mundo, tienes que ir al café de la acera de enfrente para tomarlo. En las casas particulares está prohibido tomar cafés. La segunda es su pasión por el cine y por acabar el día en una sala viendo una peli, que evidentemente se habrá elegido al ojear la cartelera del periódico que habrá cogido al entrar en el bar para tomar allí el café. Así que ese día dejamos unas horitas a Terremoto con mis padres y fuimos al cine de al lado de casa a ver una nueva película que acababan de estrenar sobre El Señor de los Anillos, está vez en personajes. La película me sorprendió, me encantó, me cautivó y me cambió la vida. Recuerdo cuando estábamos en la oscuridad del cine y los personajes habían entrado en las minas de Moria. Recuerdo una charla que tuvo Gandalf y Frodo en la que el mago le dice al hobbit algo así como «a cada uno se nos ha dado un tiempo, lo que hagamos luego con él sólo depende de nosotros». Ese momento fue clave, porque fue el instante en que me plantee en que estaba dedicando mi tiempo, y no me gusto. Luego me pregunté como me hubiera gustado que fuera y decidí cambiarlo. Ese fue el momento en que tomé la decisión de que quería separarme, quería acabar con mi matrimonio y darnos una segunda oportunidad a Terremoto y a mí. Tuve que esperar un año antes de que llegara ese momento. Entonces yo estaba preparando unas oposiciones de la plaza que ocupaba de modo interino. Así que decidí que esperaría hasta después de los exámenes. Teniendo en cuenta que mi ex llevaba ocho años y medio viviendo a cuerpo de rey, bien podía cuidar al peque mientras yo preparaba los temas y estudiaba. El resultado de las pruebas me era igual, si salían bien mejor, sino pues también. Pero aunque parezca egoísta la espera de ese año fue lo que hizo que estuviera plenamente decidida de mi elección y me permitió tener un puesto fijo con el que afrontarlo todo. Mientras transcurrió ese año además de estudiar, fue cuando recibimos el diagnóstico del peque, apenas dos meses antes de los exámenes. Dos meses después, en diciembre fue cuando le planteé las cosas a mi ex y al cabo de dos meses y medio más él se fue de casa.

Pero no nos adelantemos tanto. Además de los exámenes y del diagnóstico de Terremoto, en ese año ocurrió otra cosa. Unas semanas después, en enero, apareció en mi lista de correo del trabajo la información de una agenda de actividades que se organizaban en el edificio donde trabajo. Entre todas las propuestas había una referencia a unas reuniones de una cosa llamada Smial y otra cosa llamada Sociedad Tolkien Española (S.T.E.). Me diréis ilusa, torpe o chapucera, pero lo cierto es que la informática y yo nunca habíamos tenido unas relaciones precisamente muy amigables. Así que hasta ese momento no había descubierto la existencia de la S.T.E. y mucho menos de sus delegaciones locales. Mi ex sabía desde hacía tiempo de mi gusto por esos libros, algunas veces los había releído al principio de nuestro matrimonio. También nos había oído hablar de ellos y de la peli de Bakshi con M.A. durante varios días después de haber ido al cine. Así que cuando le dije que se reunían en el mismo edificio donde trabajaba y le propuse de ir a ver una reunión y saber en que consistía me dijo que él se quedaría con el peque. De esta forma y por pura churra bananera pillé un sábado por la tarde en el que casualmente había una reunión (porque entonces yo no sabía que las reuniones eran quincenales) y fui a ella. Me gustó mucho y poco a poco fui acudiendo cuando podía y me hice miembro del Smial.

Yo era la única socia que tenía un niño pequeño, así que cuando me separé, adaptaron las reuniones quincenales a los fines de semana que mi ex tenía a Terremoto. En las reuniones tratábamos muchos temas y una cosa que me comentaban muy a menudo era una fiesta llamada Estelcon que se realizaba una vez al año por algún sitio de la geografía española. La primera a la que pude asistir se hizo en Granada, nueve meses después de que yo me hubiera separado y allí fue donde vi por primera vez al papá de Tsunami. Nos vimos y nos gustamos y fueron tres días maravillosos y extraños, porqué él llegó el segundo día de la Estelcon. Un día os contaré como nos conocimos. Luego empezamos a charlar por chat, nos veíamos cada noche y hablábamos unas cuantas horas, yo le contaba todos los problemas de mi peque y él era un encanto y hacía que me sintiera feliz y menos sola. Unos meses después se hicieron unas conferencias en la universidad de Barcelona sobre Tolkien, las organizaba el grupo de Barcelona, el Smial de Lorien (pues todas las delegaciones tienen el nombre de algún lugar de los escritos del profesor) así que aprovechando que se hacían el viernes por la noche, fui a unas cuantas y luego quedábamos el fin de semana. De esa forma poco a poco empezamos a salir y nos veíamos cuando podíamos. Eran encuentros breves, intensos y maravillosos, pero a la vez tristes y desesperantes. Hasta que un tiempo después él se vino a vivir con nosotros y ahora somos cuatro.

Esta es mi historia, pero lo cierto es que en las Estelcones se han obrado muchos milagros. Si tuviéramos que definirla diríamos que es una especie de congreso sobre la figura y obras de J.R.R. Tolkien, pero todos los que han estado en alguna de ellas saben que hay algo más detrás. Básicamente hay una serie de actividades que pueden ser conferencias, talleres, visiones de películas hechas por los socios, obras de teatro interpretadas por algún smial, actuaciones musicales, también interpretadas por los mismos smials y en algunas ocasiones por grupos de música invitados, lecturas de cuentos o lo que es lo mismo: lecturas de fragmentos de textos tanto de Tolkien como de otros autores, hay una lumilindalë o actuación de canciones inventadas o bien adaptadas, juegos de rol en vivo, exposiciones y quizás lo que más llama la atención es que muchos de sus asistentes van cada día vestidos con trajes como si hubieran salido de una película. Pero sobre todo los trajes brillan en la llamada cena de gala y su posterior noche intemporal.

Las estelcones al principio eran pequeñitas, en petit comité. Se reunían en polideportivos o albergues, comían de bocatas en el bar más cercano y hacían auténticas maravillas. Los asistentes eran jóvenes y un saco de dormir y mucha ilusión bastaba para aguantar lo que fuera. Con los años esos jóvenes maduraron, dejaron de ser tan montaraces y se fueron convirtiendo en acomodados hobbits que apreciaban el confort de una cama, la cercanía de un baño privado y un buen plato con comida caliente y humeante en él. Muchos de esos jóvenes se casaron, algunos formaron pareja con otros compañeros de smial, otros pocos con gente más lejana, como mi caso. Algunos de estos hemos tenido hijos y el año pasado fue la primera vez que hemos llevado a Tsunami a una estelcon. Bueno. Miento. Realmente la primera estelcon a la que asistió Tsunami se hizo en 2009 cuando él tenía apenas cuatro meses. Fue en tierras catalanas y la abu se quedó con él y nos lo acercó una tarde para que lo conocieran todos. Así que rectifico, el año pasado fue la primera Estelcon a la que ha ido Tsunami y se lo pasó pipa. Allí conoció a Bombur, le dio un abrazo y le cantó la canción de Los enanos van a la guerra. Allí conoció también al rey Bardo y pudo hablar con él. Allí participó en su primer rol en vivo y puedo asegurar que los pequeños se metieron en su personaje como el que más, es más, creo que más que los demás. Allí participó en la búsqueda del tesoro, le arrebataron joyas al dragón Smaug y se vistió de guerrero para su primera cena de gala, quedando al final dormido sobre unos colchones.

Así que como escribió una vez Keleb-dûr en su versión de el camino sigue y sigue, os dejo con esta bella canción que cantan Los Bardos Errantes en todas las Estelcones.

Desde el umbral
el Camino va
el Camino sigue y seguirá
el Camino ha ido ya
muy lejos en verdad
mas debo seguirlo
si es posible
hasta el final.

Recorriéndolo voy
con pie decidido
hasta alcanzar
un mayor Camino
un mayor Camino donde encontrar
senderos y cursos
que se cruzarán.

¿Y de allí por fin
hacia dónde ir?
Pues bien, no podría
algo así decir
es por eso que
temerario es
cruzar el umbral
cruzar el umbral.

estelcon2006conlorien

Como nos va la vida, un Terremoto adolescente, un Tsunami docto y una madre descolocada

15 Abr

Sé qué hace tiempo que no cuento muchas cosas de la familia, pero es que este año con el estreno adolescente de Terremoto prefiero no hablar de las crisis familiares. Ahora, de momento, estamos pasando por un bache de calma, que ha saber cuánto tiempo nos durará el bache pero bienvenido sea mientras dure. Como ya os he comentado en otros posts Terremoto ha hecho un estreno por la puerta grande, tuvimos muchos líos, porque aunque algunos les cueste creerlo una crisis de un adolescente con espectro autista es muy chunga. Al final la neuropediatra nos pidió que fuéramos a una psiquiatra para dar su opinión sobre los problemas de comportamiento. Así que actualmente Terremoto ha empezado con una psiquiatra que a mí personalmente me encanta. Es una chica joven muy sensata y muy cercana tanto con Terremoto como con nosotros. No es partidaria de medicar si no es necesario y sólo lo que necesite el niño y eso a mí me gusta. Tenía miedo de topar con una persona que atiborrara al niño con pastillas, pero veo que esta no es de esta opinión. La neuropediatra nos sugirió que aumentara un poquito la dosis de la pastilla que ahora toma y desde entonces Terremoto está algo más tranquilo, las crisis han disminuido considerablemente y en esta casa se ha vuelto a poder respirar tranquilo. La medicación que toma ahora es sólo para centrarlo y relajarlo pero en ningún momento le deja atontado ni nada de nada. Las doctoras nos comentaron que con la adolescencia los niños crecen y las hormonas hacen que la química del cuerpo esté variando de un momento a otro. Antes las dosis de su medicina eran más efectivas porque el niño en primer lugar no hacía crecidas tan rápidas y el cálculo de la dosis por peso era más estable. En segundo lugar, los cambios químicos del cuerpo eran más estables durante años, por lo que eso hacía que antes la estabilidad fuera mayor y la dosis fuera la misma durante un gran periodo de tiempo. Ahora cuando el niño entra en la adolescencia es necesario ir adaptándole más a menudo las dosis, podría incluso ser cada tantos meses. También es posible que el medicamento que le iba bien empiece a fallar y se tiene que ir buscando otro medicamento que se adapte mejor a su nueva química corporal. Hasta que uno no ha logrado esto las pruebas pueden ser largas. Un medicamento que creen puede funcionar no lo hace y no se sabe hasta que se lo ha tomado y observamos su reacción, porque nadie reacciona igual.

Ahora Terremoto está más calmado, aunque con muchas ganas de ir poco a poco provocando al personal y lo cierto es que últimamente intenta chinchar más a la familia de lo que suele hacerlo normalmente. El que más recibe es su hermano, aunque Tsunami es mucho Tsunami y es el que mejor se defiende y le contesta. Ese pequeñajo los tiene muy bien puestos ¡Que genio!… digo, ¡Que personalidad! El inicio de la adolescencia de Terremoto también ha venido acompañado de sangrados por el lado derecho de la nariz, así, sin más. Recuerdo que a su edad a mí también me pasó lo mismo. Hasta que fui al otorrino y me quemó una venita que era la que siempre me sangraba. Llevamos a Terremoto al otorrino, pero no localizó la venita y estamos en casa teniendo hemorragias nasales a tutiplén mientras intento que entienda que cuando esto ocurre hay que hacer un tubito de gasa o papel higiénico para taponar la hemorragia, presionar sobre el lado de la nariz y tirar la cabeza hacia atrás. Pero nuestro Terremoto quiere ser muy independiente, pero según para que, si está mamá para que molestarme y así estamos quitando gotas del pasillo como si fuese el rastro de un vampiro mientras me preparo como si fuera la doctora juguetes para curar nuestro niño revolucionado.

La semana pasado hicimos un intento por primera vez para ir dándole algo más de libertad. Dejamos que fuera solo a comprar el pan. Eso que a cualquier padre le puede parecer una chorrada, para nuestros niños es toda una proeza. El mayor problema estriba en que no tenemos ninguna panadería cerca de casa que podamos ver o que esté como mínimo en la misma acera. La más cercana no se ve desde casa y tienes que cruzar una calle, que si bien no es de las más transitadas, tampoco es precisamente una calle sin tráfico. El principal problema estriba en que es una calle ancha y allí los coches en ocasiones circulan bastante rápido. Un poco más abajo hay un semáforo y salen de allí embalados para entrar en una curva y luego seguir recto. Comprenderéis el miedo que teníamos, sobre todo porque él decía que no quería cruzar por el paso de peatones ni el semáforo, sino por en medio de la calle como hace papá. El día que le dejamos, mi pareja salió después tras él para ver de lejos que es lo que hacía y pasarme el parte. Mientras yo estaba en casa encomendándome a San Cucufate, a Santa Bárbara, Santa Rita y San Cristóbal a todo el santoral que tuviera algo que ver con la protección de la infancia y los vehículos a motor. El resultado fue la llegada a casa de un Terremoto victorioso con su barra de pan en la mano y jadeando como un poseso. Al cabo de un rato llegó mi pareja, me contó que se le veía muy nervioso por la calle, iba corriendo al cruzar el paso de peatones aunque en ese momento no había coches. Al ver a un perro (les tiene pánico) pasó corriendo y claro, el perrito quería ir tras él. Por suerte iba atado con la correo y el dueño no se lo permitió. En la panadería la señora, que no le conoce, le pidió que tipo de pan quería y él se quedó que no sabía que decir. Al final después de pedir varias veces lo mismo, le señaló una barra y la mujer se la dio. Volvió a casa corriendo nuevamente como un poseso y subió las escaleras como si un león a dieta le estuviera persiguiendo. Hoy ha vuelto a ir, pero esta vez no ha cruzado por el paso de peatones, ni por un semáforo que hay más abajo. Ha cruzado la calle por la curva, el mejor sitio para él ver y el peor para ser visto. Al llegar a casa le hemos dicho que eso no tenía que hacerlo, que esta vez le había salido bien, pero que podía haberse encontrado con un coche y se ha enfadado porque según él le estábamos riñendo… ufff…. Esta adolescencia acabará con nuestra paciencia… esperemos que su ángel de la guardia tenga las pilas más puestas que su madre, porque va a necesitar ayuda.

También es cierto que ocurren cosas de la adolescencia más divertidas, por ejemplo hace unos días se levantó con ganas de ponerse guapo y me pidió que le pusiera gomina y le hiciera un tupé. Me esmeré todo lo que se puede esmerar una madre en estos menesteres capilares a esas horas de la mañana y con el tiempo en contra. Reconozco que desde mi modesto punto de vista me quedó muy chulo. Dejé a Terremoto en el baño y fui a ponerme los zapatos, cuando los tuve puestos le llamé y salió del baño con el pelo totalmente aplanado y peinado con raya hacia un lado, vamos, igualito, igualito de Sheldon Cooper. Terremoto todo orgulloso me dice que se lo ha retocado porque a mí no me ha salido bien… ¿hmmm? Al llegar al cole el monitor de la mañana se lo queda mirando, porque el niño se había planchado el pelo pero mucho, mucho, mucho. Le digo al monitor que Terremoto me había pedido un tupé y se ha hecho esto. El chico se lo mira divertido y le dice, “tú y yo vamos a tener una conversación de como son los peinados ¿vale?”

Ya veis, así que mientras en casa estamos lidiando con las hormonas del mayor, el peque no se queda atrás y de cada día quiere ser más mayor. En el cole este trimestre les están enseñando el cuerpo humano. Hace dos sábados, mi pareja y yo nos quedamos atónitos con la charla que nos soltó Tsunami en el coche. Os pongo en situación. El peque entra en el coche y su padre va a cerrarle el cinturón de la silla, entonces Tsunami le dice:

-Quiero que me cambies ya está sillita por una de mayores, porque yo ya soy un hombre, así que quiero una silla de hombre.

-¿Y cómo sabes Tsunami que ya eres un hombre? – le pregunté yo.

-Pues muy fácil –me responde- Los bebes cuando van con el coche lo hacen con una sillita de bebes, la que tenía antes. Luego al crecer y convertirse en un nene tienes esta. Después hay un momento en la vida de los nenes en el que tenemos espermatozoides y nos convertimos en hombres. Cuando los hombres quieren ser papás abrazan a las mamás y conciben a los bebes que crecen en la barriguita de las mamás hasta que nacen. Cuando los bebes nacen van en las sillitas de bebes, lloran, les cambian los pañales y cuando dicen gaga-gege-gugu es que tienen hambre, entonces las mamás los acercan a eso que tienes aquí –señalándose el pecho- y los bebes se alimentan. Pues bien, los hombres no se sientan en sillas de nenes y como yo ya tengo espermatozoides soy un hombre y quiero una silla de hombre para ir en coche.

Obvio tener que decir que su padre y yo nos quedamos de piedra ante un discurso tan contundente, argumentado y completo. Bueno, pensé, a este no le voy a tener que explicar de dónde salen los niños, creo que lo tiene bastante claro. Pues sí, nuestro Tsunami lo tiene claro, tanto que unos días después cuando su padre lo trajo del cole se me acerca y me dice:

-¿Sabes lo que me ha dicho el peque mientras veníamos? Papá, gracias por haberme procreado.

Nuestro Tsunami es sorprendente y desde que dan el cuerpo humano si se hace daño o le duele algo, nos da unas explicaciones de lo más técnico que este niño hasta puede que tenga futuro, ¿quién sabe?

Y mientras todo esto está ocurriendo mi pareja y yo intentamos sobrevivir y no estar demasiado aplatanados por la vida. Este fin de semana he tenido que salir disparada a comprar pantalones a Terremoto porque los finitos del año pasado no le iban. En este último año ha pegado un estirón de diez centímetros y eso se nota. Así que ayer me pasé toda la tarde hasta las tantas cogiendo bajos de pantalones y alargando otros. Mientras, Tsunami se dedica a levantarse todos los sábados y todos los domingos antes de las siete y el sábado, estos dos, nos dieron un susto de narices. Terremoto había ido al baño y Tsunami estaba en su cuarto (está al lado del baño) cuando de repente mi pareja y yo oímos medio dormido a Terremoto gritando “¡¡¡¡¡SANGREEE!!!!!!!” y al mismo tiempo Tsunami gritando “¡¡¡¡Socorro papáaaaaaaa!!!! Ya nos tenéis a mi pareja y a mí saltando de la cama como corredores olímpicos medio zombis lanzados pasillo abajo para encontrarnos que a Terremoto le había vuelto a sangrar la nariz y tenía esta sutil forma de decirlo, cuando delante de sus narices (nunca mejor dicho) estaba el rollo de papel higiénico con el que se podía hacer el tubito para parar la hemorragia. Por su parte, Tsunami se había destapado y no tenía otra forma más diplomática de pedirle a su padre que le tapara. Casi nos los comemos a los dos sin patatas. Mi pareja cuando entró como un cohete en el cuarto de Tsunami sin gafas y sin encender la luz se cargó uno de sus adornitos. De todas formas, aunque hubiera abierto la luz, medio dormido y sin gafas poco hubiera visto, porque el papi de Tsunami se gasta sus catorce dioptrías y el pobre sin gafas lo tiene difícil para afinar la puntería. Después de eso, media familia colapsó y yo me dediqué a repartir caña a troche y moche poniendo firmes a estos dos gamberros que menudas son estas formas de despertarnos. Tan firmes me puse que por una vez sólo ha sido necesario decirlo una vez y el domingo Terremoto ya se ponía él solito sus apósitos nasales y Tsunami vino todo acojonado para saber si ya era hora de poder despertarnos.

El lunes por la mañana, como todos los lunes, llego con sueño al trabajo. Esta mañana Terremoto estaba un poco en plan mosca cojonera y no me dejaba sola ni un momento. Es como un acoso perpetuo. Al vestirme me he puesto un jersey que transparentaba un poco. Al principio no me he dado cuanta pero al ponerlo he caído que con este tengo que ponerme sujetador y no lo llevaba. Así que he ido a coger uno y a ponérmelo en el baño, pero Terremoto se me ha pegado cual lapa de roca y para disimular no se me ha ocurrido otra cosa que ponerme el sujetador en la manga del jersey, como si fuera un clínex pero en versión grande. Luego me he enredado con otras cosas y se me ha ido el santo al cielo. El numerito lo he tenido cuando al llegar al trabajo, después de haber llevado a Terremoto al cole y haber aparcado el coche me he encontrado con un sospechoso bulto en la manga del jersey. Al principio ilusa de mí ni he caído y he mirado que demonios llevaba yo en la manga que abultara tanto. La respuesta ha sido obvia cuando he empezado a tirar de un cabo y ha salido todo el sujetador como si fuera un truco barato de mago de barraca. Por suerte nadie me ha visto y entonces sí que he podido ir al baño sin un Terremoto pegado en los talones. Está visto que estoy empezando a chochear y que necesito varias horas más de sueño para ser persona consciente de todos sus actos, al menos de los más bochornosos.

Por si todo esto que os estoy contando no fuera lo suficientemente premonitorio, me he enterado que una posible conspiración astral esté acechando a mi familia. La noche del lunes al martes ha tenido lugar un fenómeno astronómico llamado luna roja. Tiene que ser una chulada verlo pero dudo que a esas horas esté despierta y no pienso poner el despertador para verlo. Lo peor es que dicen que este fenómeno va relacionado con épocas de cambios y catástrofes, como siempre. Es un fenómeno que sólo ocurrirá siete veces durante este siglo y mire usted por donde en un año y medio vamos a tener cuatro de estas lunas, una cada seis meses. Al contrario que mi madre, yo no soy nada supersticiosa, pero eso de tanto cambio de luna en rojo y tanto cambio hormonal, que la adolescencia de Terremoto nos coincida con este fenómeno, me da un yuyu, que supersticiosa no soy, pero el color favorito de Terremoto es el rojo y seguro que esta concentración de lunas es por algo… ¿será que la luna está adolescente?, ¿será que tengo un hijo hombre lobo o vampiro y yo sin enterarme?… Aunque no tengo muy claro que ninguna de las anteriores criaturas sangraran por la nariz y llamaran a voz en grito a sus madres para que les pusieran un apósito. Como que no las acabe de visualizar así. Pero, quien sabe. Miraré mañana en la manga de mi jersey a ver si encuentro allí la respuesta, de momento hoy me voy a dormir si me dejan. Buenas noches… y… dulces sueños.

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Los amigos de verdad

10 Mar

Cuando era pequeña me costó muchísimo hacer amigas. Era una niña tímida y realmente mi primera amiga la tuve cuando yo tenía ocho años. Al principio empezó como una especie de competición. Recuerdo que en esa época se hacía por la tele un programa de preguntas y pruebas llamado Un, dos, tres, responda otra vez. La casa Bimbo en sus pastelitos ponía unas tarjetas de preguntas. Una de las chicas de clase tenía muchas, su padre trabajaba en el polígono junto a la fábrica de Bimbo y le había llevado un buen montón. En el recreo se juntaban por parejas y jugaban al Un, dos, tres. Como os he dicho yo era una chica muy tímida y para mí uno de los peores momentos del cole era precisamente el recreo, porque me lo pasaba sentada en algún rincón viendo como jugaban las demás. Un día vino esa chica y me dijo “te he estado observando en clase y creo que con mi inteligencia y la tuya seguro que nadie nos gana, ¿quieres ser mi pareja?”  Recuerdo que le respondí algo así como “bueno, realmente se dice con tú inteligencia y la mía, pero acepto jugar”… (y luego me preguntaba porque no tenía amigas…) La cuestión es que ese día hicimos pareja juntas y realmente arrasamos. Al día siguiente volvimos a hacer pareja, y al siguiente, y al siguiente. Así de esa forma tan tonta fue como conocí a mi mejor amiga, la que fue testigo en mi boda y la que es la madrina de Terremoto. Esta chica vive desde hace años en Barcelona, pero ello no deja que sigamos siendo muy especiales una para la otra.

Hace unos días mi pareja y yo estábamos hablando. Comentábamos que hay personas que aparentemente tienen mucha facilidad para hacer amigos y a otros les cuesta más. Él me decía que por ejemplo sus padres siempre habían tenido un montón de amigos, que llegaban a un sitio que no conocían de nada y enseguida conocían a todo el mundo y tenían un montón de amigos, pero que no obstante él creía que no tenían realmente unos amigos de verdad. En cambio mi pareja y yo somos lo contrario. Nos cuesta más hacernos con la gente y conocerla. Tenemos pocos amigos, pero dentro de esos pocos hay unos cuantos que realmente son amigos de verdad. Eso hizo que me pusiera a pensar en lo que realmente son los amigos de verdad.

Un amigo de verdad no es ese que está con nosotros sólo para las juergas.  Evidentemente es muy posible que cuando os conocierais abundaran sobre todo los momentos de ocio, diversión y desinterés. Pero los amigos de verdad van más allá de sólo las juergas. Es muy fácil estar siempre dispuesto a estar al lado de alguien cuando todo es pasarlo bien, jajaja y jejeje. Pero si sólo nos quedamos con eso tenemos muy poco en común. Resulta curioso que diga lo de tener cosas en común, porque mis mejores amigas de verdad y los mejores amigos de verdad de mi pareja son personas muy distintas entre nosotros.

Un amigo de verdad no es tu clon y tampoco pretende que tú seas su clon. Un amigo de verdad puede ser muy distinto de ti, pero aportarte algo especial con lo que os sentís identificados. Un amigo de verdad puede tener otros círculos de amigos con los que forzosamente no tienes porqué sentirte identificado, al fin y al cabo son sus otros amigos y ello no es excluyente.

Los amigos de verdad son los que perduran a lo largo del tiempo y del espacio. Hacer amigos lleva su tiempo. Son como el buen vino que necesita su evolución. Evidentemente no todos los amigos que aparecen en tu vida acaban siendo amigos de verdad, ese privilegio lo tienen sólo algunos. Las demás personas serán conocidos, vecinos, compañeros, camaradas, ayudantes, colaboradores o amigos sin más. De los amigos de verdad sabes que aunque pasen años sin veros los tienes siempre allí si los necesitas. Sabes que con sólo llamarlos o encontraros estaréis hablando como si sólo hiciera unas cuantas horas que no os veíais. Los amigos de verdad no te dicen las cosas que tú quiere oír, para eso están los aduladores o los pelotas. Las amigos de verdad te dirán las cosas tal y como son, aunque no te guste. Si estás equivocado te intentarán explicar el error que cometes y si pese a todo sigues con tus ideas y luego te equivocas, no vendrán diciéndote y recordándote que ya te lo advirtieron. Estarán allí para apoyarte, animarte, darte un cable y ofrecerte un hombro sobre el que apoyarte o llorar, aunque sepan que ellos ya te lo advirtieron.

Cuando uno tiene amigos de verdad sabe que siempre podrá disponer de un sofá en su casa y de una taza de café con leche. Sabe que cuando los llames estarán contigo y si en ese momento no pueden y te dicen que te llamarán luego es que realmente lo harán.

Los amigos de verdad son aquellos que aunque se hayan ido a vivir lejos o tú te hayas ido a vivir lejos, cuando os encontráis todo vuelve a ser como el último día. Son esos con los que eres capaz de recordar las cosas más bochornosas que han pasado en tu vida y reír  de ello.

Evidentemente, pese a que siempre estén dispuestos a ayudarte en los malos momentos, los amigos de verdad también sirven para los buenos. Faltaría más. Precisamente con ellos es con quien te lo has pasado mejor en tu vida y sigues pasándotelo, tanto si reventáis el planeta como si tomáis un té con pastas.

Los amigos de verdad son muy especiales y vosotros lo sabéis, aunque sólo tengáis unos pocos y no un montón.

Estos días he podido observar un fenómeno en la blogoesfera. Nuestra compañera Netzi pasó por unos muy malos momentos. Hoy me he enterado que la pequeña ha llegado ya a casa, ha sido una de las mejores noticias que he oído en los últimos meses. He visto como todas estas semanas de incertidumbre la blogoesfera se ha volcado con ella y se ha movilizado. Es curioso pensar que cuando entramos en los blogs en cierta forma es como cuando conocimos por primera vez a nuestros amigos de verdad. Es muy posible que a través de internet haya personas que lleguen a crear un vínculo de este tipo aunque nunca en su vida lleguen a verse en directo.

La amistad es algo muy curioso. Realmente tendríamos que dedicarle más tiempo porque vale la pena explorarla y disfrutarla.

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El camino sigue y sigue: Nueve años después y con una exposición sobre Tolkien en los Ocimax de Palma de Mallorca.

15 Dic

Frodo callaba. También él miraba hacia el este a lo largo del camino, como si no lo hubiese visto nunca. De pronto dijo pausadamente y en voz alta, pero como si se hablara a sí mismo:

El Camino sigue y sigue

desde la puerta.

El Camino ha ido muy lejos,

y si es posible he de seguirlo

recorriéndolo con pie fatigado

hasta llegar a un camino más ancho

donde se encuentran senderos y cursos.

¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.

-Me recuerda un poema del viejo Bilbo –dijo Pippin-. ¿Es una de tus imitaciones? No me parece muy alentadora.  

-No lo sé –dijo Frodo. Me llegó como si estuviese inventándola, pero debo de haberla oído hace mucho tiempo. En realidad, me recuerda mucho a Bilbo en los últimos años, antes que partiera. Decía a menudo que solo había un camino y que era como un río caudaloso; nacía en el umbral de todas las puertas, y todos los senderos eran ríos tributarios. “Es muy peligroso, Frodo, cruzar la puerta” , solía decirme. “Vas hacia el camino y si no cuidas tus pasos no sabes hacia dónde te arrastrarán. ¿No entiendes que este camino atraviesa el Bosque Negro, y que si no prestas atención puede llevarte a la Montaña Solitaria, y más lejos aún y a sitios peores?” Acostumbraba decirlo en el senderó que pasaba frente a la puerta principal de Bolsón Cerrado, especialmente después de haber hecho una larga caminata. (El Señor de los anillos. Capítulo III Tres es compañía.)

Hace un año escribí un post muy especial con el que sorprendí a R. Hacía ocho años que había venido a vivir con nosotros. Hoy ha pasado exactamente un año y esta mañana nos hemos despertado celebrando nuestro noveno aniversario de convivencia juntos. Esta vez ha sido mi pareja la que me ha sorprendido a mí, por fin después de nueve años de lanzar indirectas todas las fechas en las que celebrábamos cualquier cosa,  al fín, lo he conseguido, me ha regalado un vale para un spa y sesenta minutos de masaje para mí solita, que ilu, una tarde enterita para el relax de la nena, yujuuuu.

En la celebración del año pasado, mi ex vino a hacernos de canguro y se quedó con los peques y nosotros aprovechamos para ir al cine a ver la primera peli de El Hobbit. Este año mi ex se vino el viernes, en lugar de hoy, se quedó con los peques y nosotros dos nos fuimos al estreno en el Ocimax de Palma. Yo iba vestida con mis galas de princesa élfica, la hija de Turgón, la princesa de Gondolín. Mi pareja con el traje que le hice al principio de vivir juntos, de dúnadan con sobrevesta verde y capa granate. El motivo de estas extrañas vestimentas es que desde hace unos meses el smial de Tol Eressëa, la delegación local de la Sociedad Tolkien Española en Mallorca, ha estado trabajando en una exposición sobre la obra de Tolkien. Han sido meses de mucho trabajo, de coordinación, decisiones y búsquedas. Semanas de montaje y finalmente el viernes nuestros esfuerzos se vieron reflejados en (permitidme que emplee esta expresión) “una pasada de exposición” puedo asegurar que una cosa así no suele verse en muchos sitios ni todos los días y nos sentimos muy orgullosos de ello. Así que aprovecharé para haceros publicidad y deciros a todos los lectores que estén por Mallorca que mañana lunes está abierta y luego tendréis que esperar al viernes 20 hasta el lunes 23 en horario de 16 a 22 horas. Pero como sé que no todos podéis ir quería hacer un rinconcito en este blog y enseñaros diversas fotos para compartirlo de forma virtual. Así que hoy no me quiero enrollar más y os dejo con las fotos a las que nos ha llevado nuestro personal camino después de estos nueve años de vida juntos. Felicidades mi amor que podamos seguir celebrándolo mucho más, aunque sea sin pelis, o algunas veces tengamos que cruzar el Bosque Negro y acabemos enfrentándonos a un gran dragón en la Montaña Solitaria, pero siempre juntos.

Mi ausencia del blog, unas goteras en casa.

26 Nov

Pues sí, después de casi cuatro años peleándome con la comunidad, al final en mi casa han aparecido las goteras. Esa es la principal causa de mi ausencia estos días en el blog, porque señores, esta bloguera está estresadica del todo.

Realmente, la historia empezó hace unos años, cuando mi pareja y yo decidimos ampliar el núcleo familiar y buscar un nuevo miembro de la familia.

La casa donde vivíamos era muy bonita y confortable, pero muy pequeña. Tan sólo disponíamos de dos dormitorios y un pequeño baño y ante la venida de un bebé empezamos a buscar un nuevo nido que nos cobijara. Estuvimos mucho tiempo viendo pisos y puedo asegurar que vimos muchos. Prácticamente todos tenían muchos defectos y sólo tres superaron la prueba del algodón. Sin embargo, ninguno de los tres cuajaron: Uno por tener que reconocer que el espacio era un poco justo. El segundo porque las zonas comunes no eran tan justas pero los dormitorios eran muy pequeñitos y no cabían todos nuestros muebles dentro… como si una tuviera el dormitorio de la duquesa de Alba o de la Presley. El tercero se fue al garete porque la dueña era una rácana de narices y no quiso bajarme ni 6000 euros para gastos de papeleo… decir que a día de hoy aún no lo ha vendido y eso que ha bajado el precio muchísimo más que esos 6.000 euros que le solicité. Así que nos encontramos con que habíamos conseguido quedarnos embarazados, había pasado el embarazo y el pequeño Tsunami ya estaba con nosotros y mi pareja y yo seguíamos en busca del nido perfecto… o al menos casi perfecto que tampoco éramos unos exagerados del copón.

Buscando que te buscarás, dimos con un anuncio de un piso que pintaba bien. Era una zona que ni nos habíamos planteado buscar allí, porque sinceramente, es bastante cara. Pero allí estaba ese piso con los metros necesarios, las habitaciones necesarias y un precio que estaba rayando nuestro límite de presupuesto pero accesible. Fuimos a verlo y tenía un problema, era un cuarto sin ascensor. Pero aparte de ello el piso era perfecto. La distribución buena, habitaciones grandes, una sala-comedor impresionante, luz natural por todo. Todas las habitaciones (excepto un gran trastero-vestidor) eran exteriores. Aire acondicionado, varios baños, el principal con baño y ducha, unas vistas despejadas y chulas, suelo de parqué macizo, una cocina grande y con despensa. Un balcón algo más pequeño de lo que hubiera deseado pero muy cuco y para acabar de rematarlo todo en una zona tranquila, bonita con parques y muy cerca de varios colegios bastante buenos. Vamos, que habíamos encontrado un piso que después de todo lo mirado, era como el palacio del sultán de Brunei en versión casero-minimalista.

Lo de los cuatro pisos a mí me paraba un poco, sobre todo porque suelo ser yo la que hace la compra. Pero el estar allí en esa sala, con esa luz natural y ese sol y ver a Terremoto todo contento y cómodo y estar allí con el pequeño Tsunami en brazos, fue revelador. Fue como tener una visión y vi que ese era un lugar perfecto para criar a nuestros hijos. En ese momento distribuí en mi cabeza todos los muebles que teníamos en casa, había un sitio para cada uno y lo que imaginé me gustó.

A mi pareja le encantó el piso y sobre todo la zona. Tenemos que reconocer que cada día que pasa estamos más enamorados de lo bonito y tranquilo que es, sobre todo en comparación con el que teníamos antes y los problemas que teníamos con unos vecinos ruidosos y groseros. Así que nos lanzamos de cabeza y adquirimos el piso. Nuestras ilusiones se truncaron cuando tan sólo tres meses después de haber firmado escritura, vinieron las primeras lluvias fuertes. Una día que entramos allí para acabar de arreglar unas cuantas cosas, nos encontramos con que parte del techo de la sala estaba colgando. Sí señores, el piso tenía filtraciones que venían de la terraza del ático de arriba y lo que colgaba por suerte era una capa fina de yeso y de pintura. Lo puse en conocimiento del presidente de ese momento que era nuestro vecino de al lado y tengo que decir que el chico ha hecho todo lo posible para intentar solucionar el problema. La otra chica del mismo rellano por lo visto también tiene problemas con las susodichas terraza y en su casa el caso de las goteras era más bestia que en la mía. Así que desde enero del 2010 estamos intentando arreglar aquello y todo ha sido un cúmulo de coincidencias y desgracias que han hecho que nunca se pudiera hacer. Los principales obstáculos han sido dos vecinos, bueno, sobre todo uno. ¿Nunca os habéis encontrado con el individuo que cuando se jubiló no tenía nada que hacer y para pasar el rato se ha dedicado a jorobar a la comunidad? Pues bueno, yo lo he encontrado y vive en mi finca. Creo que si el esfuerzo y el tiempo que ha dedicado ese señor en poner problemas, impugnar reuniones, boicotearlas, montar escándalos, denunciar a vecinos y hacer la vida menos llevadera en general lo hubiera dedicado a intentar ayudar o al menos a callarse, el problema haría años que estaría solucionado. Hubo un momento en que pareció que la cosa iba por buen camino, se había aprobado un presupuesto y tenía que hacerlo el hijo de uno de los propietarios. Por desgracia el muchacho tuvo un accidente poco después y murió, fue un golpe muy duro para la familia y nos dejó desconcertados a todos. Después de eso la cosa quedó parada durante mucho tiempo. Vamos que no hemos tenido muy buena suerte con los problemas del gafe con el piso.

Muchos os preguntareis, y la abogada del seguro también, porque no he llevado a la comunidad a juicio. Pues bueno, porque debo ser tonta y buena niña. La vecina de al lado lo ha hecho este año y tenemos sentencia judicial que obliga al arreglo de las terrazas y también unas costas de juicio que pagar y una cuenta de comunidad muy menguada.

A principios de este año y tras tres intentos, conseguimos aún no se muy bien como, votar para poner un administrador y lo cierto es que al menos desde que está este administrador las reuniones se acaban con todos los vecinos con las que se empezaron y el «conflictivo» del barrio no acaba boicoteando las reuniones y consiguiendo que la gente volviera a su casa sin haber aprobado un punto de la orden del día, que era lo que hacía. Así que una que es buena niña y no desea provocar gastos inútiles a la comunidad y prefiere no entrar con mal pie y que el dinero que se dispone sea para el arreglo y no para costas judiciales, pues ha ido aguantando y aguantando.

Estuve dos años a mudarme esperando que arreglaran el asunto, pero hubo un momento en que no pude esperar más, así que arreglé los problemas de mi techo, a sabiendas de que si no arreglaban las terrazas saldría tarde o temprano. Hemos estado dos años más viviendo allí con filtraciones varias en algunas habitaciones, insistiendo en que se reparara y nada. Para acabar de arreglarse todo también apareció al poco de vivir allí un polvillo en varios puntos del salón y al final nos diagnosticaron este año un bichito llamado gusano blanco que es devastador. Así que este verano hemos tenido que quitar mi querido y adorado parquet natural de roble y sustituirlo por un sucedáneo sintético que no está mal y era lo único que mi presupuesto me permitía. No es feo pero no es tan cálido ni bonito como el otro. Había conseguido pasar el año afrontando este gasto y otros extras con los que no contaba y conseguir recuperarme un poquito. Para ello mi ex se ha quedado unos meses con Terremoto para aliviarme los gastos y no tener que llevarlo cada día en coche y tener que alquilar parking al lado del trabajo. Cuando creía que Terremoto podría volver con nosotros porque al fin podía llegar a finales de mes sin apuros, nos encontramos con el susto del día 18.

El lunes 18 a las cuatro de la madrugada estaba lloviendo y nos despertó un sospechoso ruido de clop, clop, clop. Abrimos la luz y mi pareja se levanto. Pisó algo húmedo y comprobamos como las filtraciones, finalmente, se habían convertido en goteras. Primero una, luego otra. Tuvimos que sacar los muebles del dormitorio a toda leche porque el agua goteaba sobre ellos y si no los sacamos se hubieran echado a perder todos. Los metimos como buenamente pudimos en la sala secándolos. Luego movimos la cama al único rincón de la habitación donde no había goteras. Con cinco cubos y ollas recogiendo agua y toallas por el suelo y unas cuantas toallas en el suelo para parar la filtración de una pared que llegaba a un suelo de parquet que apenas tiene mes y medio puesto nuevo, ya veremos. Nos metimos en la cama para intentar dormir. No había pasado ni un minuto dentro cuando mi pareja me dijo que algo caía sobre él. Dos goteras más caían sobre la cama. El resultado final fue trasladar en plan emergencia el colchón en medio de la sala, poner un trozo de porexpan que tenía por casa sobre el canapé de la cama y sobre éste dos ollas más.

Cuando acabamos de trasladar y mover todo esto eran las cinco y media de la mañana y media hora después sonaba mi despertador para ir a trabajar. Huelga decir que ese día llegué hecha polvo al trabajo, que ese cansancio lo he llevado desde entonces y que mi ánimo y mis fuerzas no están precisamente en sus mejores condiciones.

Hablé con el administrador, con el actual presidente, con mi abogada…imprimí unas hojas denunciando los hecho con dos fotos, una de mi cuarto y otra de la sala, donde dormimos desde entonces y las colgué en el panel de anuncios de la comunidad junto a la convocatoria de reunión urgente. Mañana tenemos la reunión de vecinos, veremos si se hace algo o nuestro querido vecino vuelve a decir que eso con una capa de pintura se arregla y no hay porque gastarse el dinero en cosas inútiles.

¿Qué tiene todo eso de positivo? Pues aparte de tener que limpiar más que nunca porque mi menda tiene alergia a los ácaros y a los hongos y en estos momentos mi dormitorio es el paraíso de los hongos y lo de dormir sobre el suelo no es lo más indicado para los ácaros. Pues al menos estoy compensando mi trauma infantil de no haber podido ir nunca de acampada ni haber podido dormir nunca en una tienda de campaña.

Cuando al día siguiente se lo explicamos a Tsunami, porque no es muy normal lo de levantarse y encontrarse todo eso en la entrada de la sala, el peque comentó que «menos mal que la sala es grande y cabe todo». Nuestro pequeño siempre tan racional y sorprendiéndonos. El pobre de Terremoto, que se encontraba en casa de su padre cuando ocurrió, tendrá que quedarse allí unas semanitas más, con las ganas que tenía él de volver a casa.

Este fin de semana han aparecido de nuevo antiguas humedades en el salón, en la zona donde dormimos para ser más exacto y encima de uno de los muebles colgados en la pared más grandes y aparatosos que tenemos. Vamos, el sitio ideal para tener que desmontar cosas en plena madrugada… esperemos que la cosa no pase de filtraciones y humedades..

Confieso que de momento me lo he tomado mejor de lo que creía. La primera noche que dormimos en el suelo lo pasé fatal con la alergia y casi no podía respirar. Me he cargado mucho y he pasado malos momentos, pero  ahora casi me he acostumbrado un poco y consigo dormir bastante bien. Hemos tenido otra noche con goteras a lo bestia en nuestro cuarto y espero que un día de estos deje de llover de una vez y pueda empezar a secarse todo. No tengo muy claro cuanto tiempo estaremos así y si este año las Navidades serán con árbol y belén o vete tú a saber donde tendremos que poner el árbol, ¿quizás encima de una de las mesitas de noche? Quien sabe. Lo que tengo menos claro es si podremos hacer las comidas de fiestas, porque estamos ocupando el sitio donde colocamos la mesa. Tengo pensado hacer un picnic de Navidad en el suelo con manteles y cojines. Aunque ahora mismo esa es mi menor preocupación, me preocupa más arreglar esto y que no se nos caiga parte del techo encima, como les ocurrió a los albañiles que en su momento nos arreglaron las filtraciones cuando nos mudamos.

Ayer cuando nos metimos en la cama le pregunté a mi pareja si había ido alguna vez de acampada y dormido en tiendas. Me contestó que sí.

Luego le pregunté si se dormía igual de bien que nosotros. Y me contestó que pese a todo dormíamos mejor nosotros que en tienda.

Luego nos acurrucamos y me imaginé que eso era como estar de acampada pero en plan lujo bajo la luna y las estrellas, solamente que sin ver la luna y las estrellas…

…Salvo que el techo se desplome dentro de unos minutos y gocemos de una excelente vista de la bóveda celestial con la luna, las estrellas y allí, debajo del polvo de la escayola, nosotros dos agarraditos y acojonados de camping-sala.

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Mi experiencia con la droga

8 Oct

Que nadie se asuste porfa, sigo fiel a no fumar, no beber y no ir con mujeres, salvo con mis amigas cuando coincidimos todas y nos vemos. Lo que os voy a contar hoy ocurrió hace veintiun años, entonces yo tenía 26 y había conseguido una plaza de interina para un organismo oficial. Se me asignó un sitio en un centro de (como ponía el rótulo) acción social. En ese despacho se suponía que sólo estaban los técnicos y yo que hacía de auxiliar administrativo, y al principio fue así. Un día recibímos una llamada de “la central”: nos informaban que habría una reestructuración, que nos debíamos trasladar en cuestión de menos de un mes y que en nuestras oficinas ubicarían también un centro de desintoxicación para drogadictos y alcohólicos. Al cabo de dos días se nos presentó al personal que se encargaría de dicho servicio, una psiquiatra, una psicóloga y una asistente social en nuestro caso. Tengo muy buenos recuerdos de las tres, incluso entablé cierta amistad con la primera.

Yo como he dicho, en aquel entonces sólo tenía 26 años, nunca había trabajado con nadie con estos síntomas, yo que había sido una niña buena de colegio de monjas, que ni tan siquiera fumaba ni bebía y que era más bien tímida y modosita, me encontraba en 24 horas teniendo que hacerles la recepción, abrir ficha, llevar la agenda… los técnicos podían tener formación, pero yo sólo había opositado para realizar informes y trabajos administrativos, no eso.

Así que sin quererlo ni beberlo y sin formación alguna empezaron a llegarme los primeros pacientes. Aún me acuerdo de muchos, había un chico que era un down, su madre no recuerdo si era viuda, separada o qué, pero le había consentido todo, y el hombre, porque ya estaba el chico en la veintena bien entrada, se había tirado a los porros y a la coca. Tenía un carácter déspota y violento, la madre estaba acobardada, hacía todo lo que él le gritaba e intentaba de la mejor o peor manera justificárselo todo. Estaba todo el tiempo fumando como un poseso encendiendo uno con la colilla del otro y tirándote el humo a la cara en plan provocativo, apestaba a cigarrillos y recuerdo que me daba cierto asco su presencia. Por suerte para mi no fue de los que más venían al centro.

Había otro que llamó un día a la puerta, cuando yo estaba sola. Le abrí, fui a mi sitio y me puso sobre la mesa unos papeles. Este era un joven, de aspecto muy sucio y descuidado. Tenía el pelo moreno, largo y greñoso, la ropa era evidentemente puesta hacía varios días y dudo que se la hubiera quitado. Tenía las dos muñecas vendadas con vendas también de hacía varios días, algo desanudadas, con restos costrosos granates secos entre ellas. Le pedí que era eso y me respondió que era el informe de que acababa de salir la semana anterior de la cárcel y el informa médico conforme era Cero positivo. Me rogó que lo cogiéramos, que quería dejar todo eso, que había intentado cortarse las venas en la cárcel con el canto de una cuchara vieja, pero los carceleros lo habían encontrado y se lo habían impedido. Ese fue mi encuentro con el paciente número trece. Venía con su abuela, una abueleta majísima que te contaba batallitas, durante la guerra civil cuando sonaban las sirenas de los bombarderos ni se molestaba en acudir a los refugios ya que estaba sola en Barcelona, “si me tienen que matar me es igual en la calle que en la cama, así que yo sigo en la cama”, me decía. Esa valiente niña había tenido una hija, no sé muy bien que ocurrió entre ellas pero la madre la sacó de casa. La hija se había puesto a ejercer la prostitución y había tenido un hijo, el paciente número trece. Tampoco supe nunca porque había estado exactamente esa vez en la cárcel. Con el tiempo y contra cualquier pronóstico, ese chico consiguió salir de ello, incluso conoció a una chica normal que se enamoró de él y se casaron. Fue la última noticia que tuve de ellos después de dejar el centro.

Otro de los pacientes era un hombre ya en la treintena, se había iniciado en la droga al liarse con una azafata que era adicta. Había caído hasta lo más hondo que se puede caer, en ocasiones me contó algunas cosas que rizaban el pelo de la nuca. Consiguió ponerse en el programa de metadona y no le iba mal, hasta que conoció a otra yonqui y se enamoraron. Quiso ponerla en el programa pero no lo consiguió, así que para que ella tuviera una oportunidad compartía su metadona con ella. Como la dosis no le bastaba la sustituía con droga, y volvió a caer. Empezó a venir siendo muy violento con la psicóloga y su aspecto dejó mucho que desear. Un día me dijo “estamos viviendo en un cuchitril, en unos locales comerciales abandonados, llenos de trastos, cartones y humedad, hay incluso ratas por allí y tienes que entrar por un agujero de la pared. Ella se prostituye y trae la droga porque yo estoy tan colgado que apenas sirvo para nada. Nos pasamos el día follando y drogándonos pero soy muy feliz” Poco después de eso yo dejé ese centro. Un día la psiquiatra me llamó y me contó que la chica lo había encontrado en el cuchitril muerto de una sobredosis, se había asustado tanto que había huido y unos días después alertados por el olor lo habían descubierto.  Y así acabó, follando, chutándose y muriendo, nunca sabremos si feliz o no pero cuando lo encontraron estaba en posición fetal y con la aguja aún en el brazo, como muchos otros.

Había básicamente dos grupos de drogadictos, los que por las condiciones sociales de donde venían, familias desestructuradas, padres con infinidad de antecedentes, era difícil que los hijos no lo conocieran. Pero había otro grupo completamente distinto. Eran sobre todo chicos jóvenes, en edad de instituto, solían ser monísimos, no sé porqué, y tenían todos unas novias preciosas. Eran de familia media, media alta, de padres que se habían hecho a ellos mismos, que con su esfuerzo habían salido del sembrado para montar algún tipo de negocio próspero a base de muchas horas, trabajo y sudor y que habían intentado que sus hijos tuvieran un camino muchísimo mejor que el de ellos.  Esos chicos que se los habían dado todo, que se les había facilitado quizás demasiado las cosas, que se aburrían y buscaban diversión y experiencias. Te contaban todos que lo habían probado en los sitios de marcha, que total por probarlo no pasaba nada, que eso engancha a los demás pero a mí no, que yo controlo y sé lo que me hago, que por tomarlo una vez no pasa nada, que por tomarlo algunas veces tampoco pasa nada que yo me controlo… al final nadie controló nada y ellos fueron los controlados. Las novias los acompañaban y no querían que sus padres se enteraran. Al principio se respetaba eso pero había un momento en que los padres tenían que enterarse. Yo les llamaba, les decía que era del consultorio de una doctora que llevaba a su hijo y que quería una cita con ellos. Era difícil no mencionar de que iba el consultorio. Los padres llegaban desorientados, los hijos ya solían estar en el despacho. Entraban extrañados como si eso fuera una broma de mal gusto o que se hubieran equivocado de padres. La puerta del despacho se cerraba. Luego el silencio. Al cabo de unos minutos un grito ahogado o un llanto de mujer, en ocasiones el grito desgarrador de un hombre. A veces, esporádicamente, tuvimos que socorrer a alguna madre que cuando se había enterado de todo lo que se metía su angelito se había desplomado en el suelo. Luego la consulta parecía eterna, solía ser más silenciosa que violenta. Los padres salían, semblante aún más serio y más perdidos que cuando entraban. Ellas eran un río de lágrimas. Ellos o bien estaban desmoronados pensando donde habían fallado o bien no lo aceptaban, su semblante era de hierro y sus puños apretados en ambos lados del cuerpo de fuerte acero. Al final todos llegarían a aceptarlo, al final todos apoyaron en todo a su hijo, como habían hecho siempre. Al final las novias acababan cansándose de ser el soporte y no ver colaboración o avances y al final todas ellas acabaron dejándolos, aunque no seré yo quien se lo reproche, muchas hicieron todo lo que pudieron y más. Al menos reconozcámosles a ellas el mérito de haberles convencido para que acudieran al centro en busca de ayuda. Pero cuando luchas contra esos polvos blancos, esas pastillas o esa pastita, las derrotas son muchas y las victorias muy pocas, casi anecdóticas. La droga es una mala compañía, por mucho que nosotros seamos capaces y eso sólo les pase a los demás.

Recuerdo que en una ocasión le confesé a la psicóloga que después de ver todo eso me daba miedo ser madre. Ella me contestó que estaba convencida que los dos primeros años de la vida de un niño eran fundamentales, las amistades de juventud hacen el resto. Yo he tenido dos hijos, y ya han pasado ambos sus dos primeros años de vida. No sé si lo habré hecho bien o mal, pero me he acordado muchas veces de estas palabras. Ahora sólo me queda esperar que las amistades nos sean propicias y que en el futuro tengan la personalidad suficiente para darle un portazo en sus narices a la Señora Muerte y decirle bye bye no te necesito para divertirme ciao y busca a alguien con falta de personalidad que yo paso de tí.

droga

El niño ante la muerte, ¿como se lo explicamos?

18 Mar

Cuando nacemos, sólo tenemos una cosa segura, y es que algún día debemos morir. Todo lo demás, es una sorpresa. No sabemos si la vida nos va a deparar unos estudios u otros; o una pareja o no; o una familia o no; o si viajaremos o permaneceremos sedentarios en un lugar. La vida es un misterio y no obstante estamos mucho más preparados para afrontar ese misterio que no para afrontar el único hecho del que todos estamos seguros que tarde o temprano deberemos pasar un día u otro.

No quiero entrar ahora en las peculiaridades de cada creencia o religión. Para unos la muerte es un transito a un estado mejor. Para otros es el tránsito a otra vida tras un largo periodo de reencarnaciones. Para otro grupo es sencillamente el final de una existencia y no hay más. Cada uno tiene sus motivos para pensar una cosa u otra y todos tienen sus valores y su respeto.

Si deseo comentar que hoy en día, al menos dentro de la llamada sociedad occidental, la muerte ha perdido mucho de ese carácter cotidiano que antes tenía. Hace sólo unas pocas generaciones, los campos de la medicina y la calidad de vida de la mayoría de familias no tenía nada que ver con las de hoy en día. Recuerdo que durante una temporada estuve trabajando en el archivo diocesano con los fondos parroquiales. Los libros de defunción daban cifras que hoy consideramos contra natura. Antiguamente al nacer un niño su esperanza de vida se reducía a los primero cinco años, luego la ampliabas a los diez, al llegar a cierta edad empezabas a pensar que ya entraría en la vida adulta y podría formar un núcleo familiar. Los libros de óbitos de párvulos (libros sólo para niños) estaban bien nutridos de fechas que te hacían llorar. También la sociedad era distinta a la de hoy. La familias vivían más unidas, con una cercanía física mayor, los mayores estaban muy involucrados en los roles familiares, eran una parte activa de la familia. También era más habitual el contacto con animales, incluso en los núcleos urbanos todas las casas tenían un corral con algún árbol frutal o pequeño huerto y solían tener el gallinero o el palomar o las jaulas de los conejos. Sólo el sacrificio de estos animales hacía por ejemplo que se tuviera una relación más directa con la muerte que no hoy que la comida se compra en una tienda o super y te la venden por piezas y limpia, vamos, que unos contra muslos no te recuerdan para nada a un pollito vivito y coleante. Los niños veían el hecho de la muerte como algo más cercano, más cotidiano, algo que pasaba.

Hoy en día parte de esa cotidianidad ha desaparecido, se habla y se ven escenas en la televisión, pero no se toca tanto en la cercanía, es como algo que pasa allá lejos o dentro de esa pantalla. Ha pasado de ser un tema cotidiano a ser un tema tabú por el miedo que en ocasiones tenemos los padres a hablar de ello, a afrontarlo o a contestar preguntas. De hecho, hasta que no nos veamos en la triste circunstancia de tener que comunicar una defunción no solemos sacar nosotros el tema ante ningún niño.

Cuando Terremoto tenía diez años y medio y Tsunami apenas dos meses y medio, murió mi madre. Llevaba unos años con Alzheimer, pero estaba bien dentro del deterioro de la enfermedad. Un día de repente empezó a tener problemas intestinales. En dos meses tuvo varios ingresos hospitalarios, salía y a los dos días volvía a ingresar. Su salud se deterioró a pasos de gigante y finalmente nos informaron que se encontraba en estado terminal y no había forma de recuperarla. A los quince días falleció.

Un viernes a las 4 de la madrugada Tsunami se puso muy nervioso y empezó a lloriquear, enseguida se calló y volvió a dormirse. Al cabo de diez minutos me llamaron por teléfono y me dijeron que acababa de morir justo a las cuatro.

Era algo para lo que ya me había preparado. Recuerdo que pese a todo la noche del jueves al viernes me puse a llorar pensando en que lo inevitable vendría pronto. Terremoto me había pedido esa noche para ir a ver a los abuelos y yo le tuve que explicar que la abuelita estaba muy enfermita y seguramente se moriría. Unas horas antes esa mañana la había visto, estaba con la vista perdida al techo y la boca abierta que no la cerraba, el médico nos había dicho que del fin de semana no pasaría. Por otra parte, cuando uno tiene un familiar con una enfermedad degenerativa de este tipo, suele hacer un duelo en vida que hace que su fallecimiento se lleve de una forma diferente, más preparada. Incluso aunque os pueda parecer aberrante lo que diré, pero opino que en estos casos cuando esa persona hace años que ha perdido la cabeza y ya ni sabe quien eres ni casi se comunica contigo, que ya no es realmente la persona que conocías y sólo ves cada día un sufrimiento tras otro por sus achaques, casi te sientes aliviado cuando ocurre porque piensas que al menos todos, tanto ella como vosotros habéis dejado de sufrir.

Pues bien, cuando murió mi madre, la mamá de mi pareja, la abu, estaba con nosotros porque durante esos quince días de fase terminal y tuve que tener un ingreso en clínica por un problema que al final sólo fue un susto. Ya sabéis, los problemas nunca vienen solos y no tenía a nadie a quien dejar a los niños y mi pareja tenía que ir a trabajar. La abu en un par de horas se plantó en Palma y estuvo con los peques mientras yo estuve ingresada. Luego cuando salí y ella vio el panorama que teníamos, decidió quedarse unos días más con nosotros.

La mañana del viernes yo estaba con mi padre arreglando aún las cosas, organizando el funeral y el velatorio de la tarde y avisando a los familiares y amigos más allegados. El abu fue quien se lo dijo a Terremoto, le dijo que la abuela se había muerto y que se había convertido en una estrella. Terremoto muy serio le respondió “anda ya, las estrellas son otras cosas son bolas de gas incandescentes, no digas tonterías”. Mi niño siempre tan lógico y cerebral, los temas de religión le vienen grandes. Las personas con problemas del espectro autista les suele pasar muy a menudo esto, son muy cerebrales y todo lo que implica un acto de fe se les escapa y no logran entenderlo.

Mi ex fue a hacerse cargo de Terremoto y se lo llevó a su casa. Por la tarde había el velatorio, yo en un principio no quería que Terremoto viera a la abuela así, prefería que la recordara como estaba antes y no en un ataúd. Cuando murió había quedado muy descompuesta y apenas se la reconocía, pero los del tanatorio hacen un trabajo magnífico y al verla estaba igual que antes de enfermar. Mi madre siempre fue una mujer hermosísima, incluso a los ochenta años llamaba poderosamente la atención su belleza, con una piel envidiable apenas sin arrugas. Así era como la habían dejado, parecía verdaderamente que durmiera.

Mi ex me llamó y me comentó que Terremoto quería verla. Estuve hablando un buen rato con él porque sinceramente no me esperaba que la presentaran así de bien y tenía mis dudas si Terremoto debía venir o no. Cuando yo era pequeña una de mis abuelas murió cuando yo acababa de cumplir los dos años y curiosamente recuerdo el día de su muerte, recuerdo a mi madre saliendo de una habitación llorando y un señor que no conocía salía con ella. Los mayores me intentaron alejar de allí y recuerdo que me asomé a la habitación antes de que cerraran la puerta y allí dentro, sobre una gran cama había un cuerpo cubierto completamente con una sábana. Esto ocurrió apenas una semana después de yo cumplir los dos años y aún lo recuerdo, muy borroso pero lo recuerdo. De mis otros tres abuelos, del siguiente en fallecer, mis padres me escondieron su enfermedad y su muerte y me enteré unas semanas después de haberlo enterrado. Eso me marcó mucho, era mi abuelo preferido, al que más he querido de todos y no asimilé bien que me escondieran esa información y siempre me he sentido mal al no haberme podido despedir nunca de él. De mis otros dos abuelos sí que estuve presente en el velatorio y en el funeral y lo he llevado mejor, al menos no me siento como si algo me faltara y no hubiera acabado de cerrar esa relación.  Así que no tenía muy claro si Terremoto debía venir o no. Finalmente decidimos que llamaría a su madrina, que es médico y le consultaríamos que opinaba ella, pero no hubo forma de localizarla. Al final conseguí hablar con una de las psicólogas que lo habían llevado durante años y me recomendó que mejor no viniera, que temía que le pudiera impresionar y luego desarrollara miedos. Finalmente Terremoto no vino ni al velatorio ni al entierro y tampoco quiso ir por decisión propia al funeral porque todo eso de la iglesia lo encuentra ilógico y una tontería. Cuando llegamos el sábado por la mañana del entierro, la madrina me llamó y le conté todo lo que nos había pasado y porque le había llamado. Entonces para mi sorpresa ella me dijo que no tendría que haber hecho eso. Me comentó que los pediatras siempre recomiendan que si el niño lo pide se debe respetar su deseo y dejar que se despidieran. Por desgracia ya no estábamos a tiempo para ello.

En los días sucesivos Terremoto estuvo muy raro, pedía constantemente por su abuela, la intentaba imitar, nos pedía si él también se moriría para poder estar con ella. Se empezó a obsesionar con el tema. Me pedía donde estaba ahora la abuela y yo le decía que eso no estaba comprobado científicamente y que la religión dice que se encuentra en un lugar mejor. Me pedía si el cielo es ese que tenemos sobre nuestras cabezas y yo le respondía que aunque se llamaran igual no se refería a este. Terremoto se obsesionó tanto que un día me lo encontré con que a una botellita pequeña de cristal azul le había pegado un trozo de papel con lo que se suponía era un rostro como el de la abuela y la paseaba por la casa. Tuve que dejar que la tuviera y cuando bajó la guardia lo escondí. Más tarde la tiré. Aquello me parecía perverso.

También me pidió que ocurría con el cuerpo de la abuela y le dije que se convertiría en un esqueleto como el que le habían enseñado en el cole. Entonces al hablar de su abuela solía añadir la coletilla de “ahora que sólo son huesos” o “ahora que es un esqueleto”. A los pocos días me dijo que quería despedirse de ella y si sabía cómo hacerlo. Entonces nos fuimos a comprar un ramo de flores y lo llevé al cementerio, nos pusimos delante de la tumba y le dije que allí dentro estaba la abuela, al menos el cuerpo de la abuela, su alma desconocía donde estaba ahora.

Terremoto se lo miró un rato y luego empezó a hablarle y le contó que no había podido ir al velatorio a verla y que ahora iba para decirle adiós y le había traído unas flores para ella. Pusimos las flores sobre la tumba y nos fuimos. A partir de ese día Terremoto lo llevó un poco mejor, solía hablar aún de su abuela pero de forma más moderada, normal, no tan obsesiva y dejó de hacer objetos que la simbolizaran. Alguna vez me ha dicho que quería volver a ir a verla y hemos ido enseguida al cementerio, entonces él la saluda le dice que estamos bien y que su hermano está ya muy crecido, se despide de ella y nos vamos. Sé que él no cree en la religión, pero nunca me he atrevido a pedirle donde cree que está el alma de su abuela.

Al mes siguiente empezó el colegio y hable de ello con la profesora y los psicólogos de su cole. Me comentaron que ellos también opinaban lo que me había comentado mi amiga la doctora, que si lo piden deben poder despedirse. También me dijeron que había hecho bien en no decirle que la abuela estaba en el cielo. Me comentaron el caso de varios niños del cole que después del fallecimiento de un abuelo estaban aterrados mirando al cielo con el miedo de que en cualquier momento se les cayera el abuelo de nuevo. Tampoco era aconsejable decirles que se había dormido para siempre porque también algunos luego tenían miedo de dormirse y morir y eso les había producido problemas de vigilia.

Llegué a la conclusión de que lo había hecho mal, como hicieron conmigo con mi abuelo ocultándomelo. Yo no quise ocultárselo pero sí le oculté el cuerpo, le privé de la posibilidad de despedirse en un primer momento. Creía que así le protegería y lo único que hice fue complicarle el poder sacar sus sentimientos. También comprendí la importancia de contestar a todas sus preguntas, sin fantasear, sin crearle expectativas e intentando que no se obsesionara con la muerte y con la posibilidad de su propia muerte de forma inmediata. Muchas veces creemos que los niños no entienden las cosas como nosotros y estamos muy equivocados, entienden y sienten igual que nosotros y así como nosotros debemos hacen un duelo, ellos también deben poder realizar el suyo, con calma, respeto y tiempo.

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