Archivo | May, 2014

Salsa de hinojo para acompañar platos de salmón, la receta de la cuñada de la peluquera

13 May

Hace algunas semanas que no os comento ninguna receta de cocina. Lo cierto es que no soy un crac de los fogones, pero también es cierto que me gusta cocinar, si consigo estar tranquila y sin líos, y me gusta la buena comida ¿a quién no? Esta receta tampoco es de las que tenga mucha solera en casa, pero desde que ha entrado se ha hecho unas cuantas veces y cada vez nos gusta más convirtiéndose en una imprescindible en nuestro repertorio. Como muchos otros tesoros culinarios que apunto en diversos papeles sueltos de diversos formatos y letras, esta receta vino de quien menos esperaba y de la forma que menos esperaba y cuando menos lo esperaba.

Estaba yo en la peluquería haciéndome mi querido tinte, ese que hace que no parezca que he envejecido de golpe cuarenta y ocho años y me permite mirarme al espejo con cierta gracia y salero y soltarme un sonoro ¡Guapa, Guapa, y Guapa! A ver si así conseguimos levantarnos la moral cuando vemos nuestro rostro y cansado de madre trabajadora reflejado al otro lado por la mañana. Pero a lo que iba. Estaba en mi visita a la pelu, a esa pelu que frecuento desde que tenía cuatro años y que el día que cierre me dará un disgusto de los gordos. Habíamos hecho todos los procesos habituales de tintado de pelo y había estado escuchando las historietas inverosímiles que sólo pueden escucharse en una peluquería de esas de barrio en las que las clientas son como de la familia y casi todos se llegan a conocer. Recuerdo que estábamos contando hechos de esos curiosos. La peluquera nos contó que una vez una clienta había perdido el sonotone (aclaración para aquellos que oyen de perlas. El sonotone es ese aparatejo que te pones detrás o dentro del oído para aquellas personas que tienen problemas de audición, algo parecido al famoso «pinganillo» que popularizó en su momento Carmen Sevilla) Pues como he dicho antes, a lo que íbamos. La peluquería se revolucionó buscando el conflictivo sonotone que no aparecía por ningún lado. La pobre señora se fue compungida a casa, ella aseguraba que no se había vuelto turulata y que había dejado el aparatito en el bolso que estaba abierto en el respaldo de la silla, pero dentro de su bolso no había nada. La peluquera se encargó de volcarlo y escudriñarlo buscando dicho objeto. El suceso se resolvió unas cuantas horas después, esa misma tarde cuando otra clienta llamó desde Portocristo porque cuando había llegado a casa se había puesto a hacer la comida. Le había pedido a su marido que le acercara las gafas que tenía en el bolso y este encontró un extraño objeto dentro. La mujer preocupada llamó a la peluquera «A., que me he encontrado una cosa muy rara en el bolso y mi marido dice que es un aparato de esos que llevan los sordos». Menuda alegría que se dio la peluquera y menuda alegría le dio a la señora despistada que había confundido su bolso con otro. Después de la alegría vino la consternación y la sorpresa al descubrir que su audífono se había ido de excursión, literalmente al otro extremo de Mallorca. Resulta que esta clienta era de las de toda la vida pero que hacía unos años habían ido a vivir allí, pero bajaba a Palma una vez al mes y aprovechaba para pasar por la pelu de siempre donde la conocían bien y la trataban como a ella le gustaba. Nos quedamos sin saber quien fue que llevó el aparato a quien o simplemente si se encontraron a medio camino y quedaron en un bar a tomarse una tila y una hierbas dulces, quien sabe.

Esta es una de esas historias comunes en mi peluquería, pero ese día estábamos inspiradas y seguimos contando aventurillas. Se contó luego el caso de otra señora muy mayor que su hija llevó otro día a la peluquería. Esta señora había sido la única clienta que había además de otra señora que llegó luego. Cuando esta segunda clienta fue a irse se fue a poner los pendientes que se había quitado para que le lavaran la cabeza. La sorpresa fue cuando no los encontraron y eran unos pendientes de gran valor que le había regalado su marido cuando eran jóvenes. Llegaron a la conclusión que cuando la otra primera clienta del día también se había quitado los suyos a la hora de lavar y al tener que marcharse pidió a una de las chicas que se los pusiera. Debió equivocarse y entregó a la peluquera los de la segunda clienta. Así que nuevamente la peluquera cogió listín de número y teléfono en mano, llamó al móvil de la hija que estaba en el coche de camino a casa. La hija se paró para contestar y cuando la peluquera le dijo que suponían que los pendientes que llevaba la madre no eran los suyos, se volvió para mirarla y así fue… de vuelta a la pelu.

Pero este no fue ni de lejos el suceso más rocambolesco que les pasó, uno de los más sonoros de esa tarde fue el de una clienta también muy mayor y con principio de alzhéimer. Esta vez fue el hijo quien la llevó. A la hora de partir la peluquera llamó al hijo para que fuera a buscarla y le cogió su rebeca y le ayudó a ponérsela. El hijo vino y se la llevó a su madre a casa. También y al cabo de un rato otra clienta descubrió que su rebeca había desaparecido. Al cabo de un buen rato de pensar observaron que la única que se había ido con una de esas prendas era esa señora, así que la peluquera fue al día siguiente a pedir a una chica que sabía era su sobrina si le podía dar la dirección de la señora en cuestión. Tuvo ciertas dificultades para conseguir las señas, ya que tía y sobrina estaban peleadas desde hacía tiempo, pero al final y tras insistir un buen rato, consiguió la dirección. Nuestra querida y abnegada peluquera se fue a la dirección dada y allí pulsó el botón del portero automático. La clienta en cuestión además de alzhéimer era sorda rematada y como entendía cualquier cosa antes de lo que le decía la peluquera a voz en grito por el portero automático no quería abrir a nuestra empecinada heroína. La peluquera le gritaba por el altavoz «Hola Sra. M. soy A.» y la Sra. M. le gritaba «Aquí no abrimos la puerta a ninguna gitana», «que no, Sra. M. que soy A., la peluquera» , «que no tengo ninguna perra»… Al cabo de unos minutos de escándalo callejero vía interfono entró en la conversación la vecina de la puerta de enfrente de la Sra. M. que había estado cotilleando la charla y le pidió a la peluquera que subiera que ella tenía el teléfono del hijo. Así que la peluquera pudo ponerse al fin en contacto con el hijo. Este fue por la tarde a casa de su madre y encontró una rebeca en el armario de esta, pero la madre insistía en que esa prenda era suya y claro, la propietaria no había previsto un lió como ese y no la tenía etiquetada como las rebecas de los escolares. Al final la peluquera habló con la dueña, que por cierto estaba muy tranquila y fue la más calmada de todas, y le dijo que si el hijo buscaba en un bolsillo en concreto de la prenda encontraría una carterita con unas características concretas y un contenido concreto. Parece que esta vez el hijo si que se creyó que la madre había salido de la peluquería con dos rebecas y devolvió la segunda. Y miren ustedes lo que son las cosas, la sobrina que estaba peleada con la tía acabó siendo la hija de la que se había llevado los pendientes y también era sobrina política de la que había perdido el sonotone…

Hay veces que las casualidades y las historias se entrecruzan y rayan el esperpento.

En ese momento, en la peluquería una de las chicas comentó «pero si algo también hemos tenido de entretenido además de las aventurillas que nos han pasado con tantos años trabajando han sido las magníficas recetas que nos han pasado muchas clientas» A esas alturas, yo estaba a punto de irme y de pagar. Fue en ese momento cuando la conversación se desvió al tema culinario y nuestra querida peluquera comentó una receta que si bien no era exactamente de una clienta, era de su cuñada, la hermana de su marido. Creo que alguna vez he comentado que el marido de mi peluquera ya está jubilado pero que era cocinero de profesión. Lo cierto es que cada vez que me han recomendado una receta o un sitio donde comer el éxito ha sido seguro. Así que cuando A. dijo que esa era la receta favorita de su marido a la hora de acompañar un buen salmón, no me lo pensé ni dos veces y pedí de inmediato un boli y un papel donde apuntarla antes de irme.

La receta es muy sencilla y teniendo en cuenta lo mucho que nos gusta a mi pareja y a mí este pescado cocinado a la plancha, os podéis imaginar que no estuve demasiado tiempo en ponerla en práctica. El resultado fue exquisito, es sencillísima de preparar y la mezcla es sorprendente. Así que sin más historietas ni más rodeos, pasó a contaros ya de una vez una de esas recetas que sólo caen en tus manos después de una intensa tarde de peluquería de barrio con muchas risas, historias, cotilleos y tintes y lavados de por medio, como tiene que ser.

 

Ingredientes:

1 yema de huevo

7 cucharadas de aceite de oliva virgen

2 cucharadas de vinagre

1 cucharada de azúcar

1 cucharada de mostaza de Dijon (pero supongo que otra también podría valer si alguien es sibarita en eso de las mostazas)

1 cucharada de hinojo (las hojas verdes) picado. Nosotros lo cierto es que le pusimos bastante más que una cucharada porque nos gusta mucho el gusto que tiene.

Sal y pimienta al gusto de cada uno.

Nota: el fonoll, fenoll o hinojo es una plata aromática típica de la cocina mediterránea. La puedes encontrar sin ninguna dificultad paseando por el campo al lado de las paredes de piedra o en las orillas de los caminos. Por si alguien no sabe de qué planta hablamos su nombre científico es Foeniculum vulgare, así podréis comprobar exactamente a qué tipo de planta me refiero y como localizarla en vuestro entorno.

 

Preparación:

Pues lo cierto es que está chupado. Se ponen todos los ingredientes en la batidora, se bate y se pone sobre el pescado.

… dicho así queda demasiado fácil, así que si alguien quiere hacerlo en plan tradicional y sacar el mortero y ponerse en la masa a emulsionarlo pues es muy libre, pero el resultado será el mismo. Lo comprobamos.

Así que nadie se queje, tiene una receta super sencilla, rápida y que hace que este pescado pase de estar buenísimo a estar soberbio. En casa le hemos hecho diversas veces para cenar, acompañando el salmón con un poco de cus-cus también regado con salsita. Bien unas patatas al microondas y luego troceadas y aliñadas acompañadas de unos trocitos de tomate también aliñado. Nos falta por experimentar con arroz blanco hervido y con fideos chinos que seguramente también puede quedar delicioso. Hmmm…. Me está empezando a entrar hambre. Nos vamos a cenar. Hasta pronto y bon profit a tots.

abril 2014 317

Crónica con mucho retraso del que fue un extraño fin de semana del día de la madre

11 May

En casa no es que seamos especialmente forofos a la hora de celebrar el día de la madre. En los coles de mis peques ya no te hacen una manualidad por eso de que la sociedad moderna de hoy en día tiene más posibilidades que las de mi época de tener otros tipos de unidades familiares que las que había entonces de padre, madre y uno o dos hijos al menos. Hoy en día lo de familias monoparentales, pluriparentales y diversoparentales son bastante habituales. Así que mis retoños no me traen ni el típico cucharón tuneado en sujetabrelatas, ni el rollo de papel higiénico tuneado en soporte de lista de compras de la cocina, ni casi, casi la sufrida tarjetita de «te quiero mucho mamá». Por lo tanto, cuando vi que este fin de semana Terremoto tenía que estar con su padre, pues no hubo ninguna catástrofe nuclear, ni nos dio un sincope, ni levantamos los brazos hacia el cielo clamando a todos los santos por tal magnánimo atropello.

Es más este fin de semana ha sido más bien algo movido, agotador y contundente.

Todo empezó el viernes por la tarde, cuando nos fuimos a la casa que tiene mi padre fuera y allí el peque empezó a entrenarse con el arte de estar en libertad pegando brincos mientras yo me arremangaba las mangas como un obrero de la construcción, me cogía la «Terminator» y me la colocaba en la cintura para sentirme poderosa como el Schwarzenegger. La Terminator no es más que la máquina eléctrica de cortar el seto, que es un mamotreto y pesa un montón. Pero cuando una se la pone así, en plan chulo, cual ramo de la violetera pero a lo marimacho te da una sensación de que te puedes cargar el mundo entero que no tiene precio. Bueno, rectifico, algo de precio tiene…el lumbago que luego se pega una, más los arañazos con algunas ramas y las picaduras de los bichitos. Que miren por donde en este caso no se lo recrimino a las pobres criaturitas, pequeñicos, si yo también me cabrearía y picaría a quien corresponda si alguien se pillara una sierra y empezara a desmontarme la casita. Si en el fondo sé que tienen toda la razón del mundo. Así que de esta forma tan tonta y con un par de cicatrices de guerra en mis brazos, llegamos al sábado.

El sábado por la mañana me tocó analítica y compras semanales. Esta vez no fuimos al mercado y nos acomodamos con el supermercado, porque teníamos que ir al Decathlon a proveernos de materiales varios porque este miércoles nuestro pequeño Tsunami se iba a pasar dos días fuera de casa. Pues si, como oís, se van a dormir un día fuera a una granja escuela y había que proveer al infante de deportivas de repuesto, linterna y otros menesteres expedicionarios. Mientras su padre estaba buscando por el centro las linternas y unos calcetines de su talla, nuestro peque para empezar a entrenarse se centró en los aparatos de musculación, cinta de correr y bicicletas elípticas del centro. Nosotros nos tuvimos que recorrer varias veces estos aparatos. No me pidan ustedes por qué motivo, allí al lado había un montón de peques junto a la cesta de las pelotas haciéndolas botar, y nuestro aventurero/escalador intrépido prefería correr en las cintas y ponerse a subir y bajar las asideras de la máquina de musculación de poleas como si la vida le fuera en ello… vivir para ver.

El mediodía fue más tranquilo y comimos en casa porque por la tarde nos íbamos a Santa María del Camí, un pueblo muy cerca de Palma en el que había una concentración de gegants (gigantes). Para los que no los conozcáis, aunque dudo que no se conozcan, son figuras enormes de cartón piedra y estructura de madera, que van vestidas. Representan diversos personajes del folklore mallorquín, había músicos como los tamborers, xeremiers i flabiolers (tamboreros, gaiteros y flautistas) otros de profesiones como zapateros de Inca, lecheros de Campos, payeses, reyes y algunos representando figuras de la cultura como el de Mosén Alcover u otros que no había visto como los que representaban los típicos siurells mallorquines (figuras de barro pintadas de blanco, rojo y verde). También había caperruts (cabezudos) y algunas bestias como las mulasses (mulas). Como en toda fiesta que se precie los auténticos tamborers, xeremiers i flabiolers tocaron y amenizaron el acto. Les acompañaban unas cuantas bandas de música y los gegants bailaron al son de las notas. Había algunas comparsas como las de los cavallets (caballitos) y una que nunca había visto de mulitas y osos. En estos casos se trata de figuras de madera y cartón piedra que llevan un agujero en medio y que el jinete se introduce dentro sujetándose con una especia de tirantes. Los jinetes van haciendo diversos bailes. Los osos y las mulas pequeñitas no las conocía. Estos dos eran llevados por niños más pequeños y los de las mulas iban vestidos de dimonions (demonietes). En esta trobada nos encontramos con un compañero de clase de Tsunami y la tuvimos liada un buen rato. Nos retiramos pronto porque el domingo iba a ser un día muuuyyy largo.

 

Así fue como amaneció, el primer domingo de mayo, día de la madre y miren por donde, una no es que esperara un regalo, pero en mi interior hacía unos días que tenía pensado poner una plantita en uno de los tiestos del balcón que la anterior se acabó muriendo y tenía pensado que un simple geranio podía quedar de perlas. Así que no se porqué motivo una se había hecho la ilusión de que ese día una de estas plantitas caería en mis manos, pero no. Supongo que otro día será, pese a las indirectas que fui dejando caer unos días antes…

El domingo para empezar nadie en casa se acordaba de que día era y no fue porque me estuvieran preparando una fiesta sorpresa, sino porque hacía semanas que ya sabíamos que este domingo por la mañana teníamos el cumpleaños de L., una nena de la clase de Tsunami. Así que todos se levantaron con la idea del cumpleaños. Cuando me desperté yo, disimuladamente, pedí si no me daban un besito o un abracito especial y si no me llevaban el desayuno a la cama. El año pasado los peques me trajeron unas plantitas y me hicieron un desayuno especial. Pero este año con eso de que Terremoto no estaba en casa y él es el más detallista, pues ni eso. La única respuesta que tuve a mi insinuación de desayuno en plan enferma terminal, fue de mi pareja que medio dormido medio atontado creía que protestaba porque Tsunami tenía que desayunar. Se levantó bostezando, medio zombi, buscando a tientas las gafas para entrar en la cocina y salir al cabo de un rato con el desayuno de Tsunami y yo allí sentada en el colchón como una pasmarote mirando la retransmisión de la jugada. Al final se enteraron porque muy discretamente solté aquello de “buenoooo…. Hoy es el día de la madreeee…. ¿quién me va a decir felicidades?”. Por suerte para mi orgullo de madre mi pareja se dio cuenta de la metedura de pata y Tsunami vino brincando para darme un besito y un abrazo acompañado de un sonoro “Felicidades Mamá”. Pero poco más obtuvo esta menda que os escribe, porque enseguida tuvimos que centrarnos en el disfraz para asistir al cumpleaños de L.

Los papis de L. nos habían propuesto hacer una fiesta temática de piratas, caballeros y princesa y los peques podían venir disfrazados. La fiesta se realizaba en un parque de un barrio de Palma conocido como La Real, una zona de las afueras más maja y tranquila. El parque era enorme y había otro cumpleaños. Fue muy divertido, la mayoría de los peques iban vestidos de piratas y las niñas con sus vestidos largos de princesa. El único que iba de caballero fue Tsunami y es que inicialmente había elegido el disfraz de pirata, pero a última hora decidió que quería ir de caballero y como en casa tenemos un fondo de armario de disfraces que es la envidia de cualquier camarote de teatro o vodevil, pues no tuvimos problemas en hacer el cambio de personaje de prisa y corriendo. Los papis habían montado una búsqueda del tesoro. El pirata Barbanegra dirigía la búsqueda y el premio fue un baúl lleno de pequeños cofres del tesoro repletos de chuches. Un currazo de trabajo de montar cofrecillos de cartulina (una semana entera según confesó la señora esposa del señor pirata Barbanegra). Fue una mañana muy divertida en la que tuve que hacer mucho de mamá, porque no sé qué ocurre en estos encuentros, los papis se ponen a hablar entre ellos de temas serios y menos el padre de la criatura homenajeada, toda la labor de vigilancia y demás nos las llevamos las mamis…. Y yo que me creía que ese día tendría libre… pues no. Está visto que me quedaba sin desayuno en la cama, sin geranios y sin cumpleaños tranquilo y aburrido, jajajaja, aunque me lo pasé pipa con las mamis. .

Después de una mañana tan activa uno desea una tarde más relajada. Pero no. La tarde no fue más tranquila. Ese día era el día friky dedicado a la saga de Star Wars, así que mi pareja nos puso la primera peli, la auténtica, la primera que estrenaron. La estuvimos viendo después de comer para ir ambientándonos y después cambiamos los vestidos de caballeros medievales por los de caballeros jedi. Nos fuimos al Parc de la Mar, un parque a los pies de la catedral de Palma. Allí sobre el césped un grupo de amigos nos montamos un picnic. Papá Tsunami hizo muchos sándwiches y del Lidl compramos bombones Amidala. Aunque lo más divertido fue la lucha de espadas laser que nos montamos. Tsunami demostró controlar a las mil maravillas la fuerza y se defendió como un jabato de sus adversarios. Nos llevamos un casco de Darth Vader, una capa negra, unos guantes negros largos y cuatro espadas de luz. La juerga estaba asegurada. Imagino que los que pasaban por allí debían pensar quienes eran esos locos lunáticos. Sobre todo cuando luego volvíamos hacia el coche con nuestras camisetas de Star Wars y el casco bajo el brazo. Está visto que hemos de dar la nota cuando estamos en plan raritos. Pero ese no era el final, no, aunque quedaba el colofón del fin de semana. Realmente, acabamos el picnic para ir a un bar donde se dio una charla de Star Wars y esta vez sí. Nos saltamos luego la cena que se hacía porque Tsunami tiene unos horarios que siempre que podamos intentamos respetarlos y de allí ya, al fin, nos dirigimos a casa para cenar y que el peque se fuera a la cama, soñando con una futura acampada, unos piratas, gigantes, caballeros medievales y espadas laser.

Como veis un fin de semana de los más entretenido y de lo más denso. Pues os diré una cosa. Este fin de semana también está siendo de lo más completo. Así que mejor ir por orden y aunque sea con retraso ya os iré contando como nos han ido los siguientes días. Que la fuerza os acompañe Schwarzemamis.

2014-05-04 419

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