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Y esta noche vuelve a ser les Verges

26 Oct

Hola a todos. Ayer os comenté que hoy os contaría como se veía una noche de ses Verges hace cien años, bueno, exactamente 114 años. Os he traducido este artículo, primero porque venía bien con el tema, y segundo, porque no cada día uno se lee una crónica con tanta solera.

Aprovecho ya que la cosa hoy va de curiosidades y de historia para informaros que mi media naranja ha reabierto un blog que tenía olvidado hace tiempo,  allá por el rincón de alguna ciber estantería. Su blog trata sobre todo de la historia y los lugares de Mallorca, así que si alguien tiene curiosidad por conocer más esta Roqueta (roquita, como se llamaba de forma coloquial a Mallorca en Cataluña) pues  ya sabe otro sitio donde poder darse un garbeo de tanto en tanto.  Ahora cierro la cuña publicitaria y os presento la revista La Roqueta. Señoras y señores tomen sus asientos en la máquina del tiempo que acabamos de trasladarnos a la Palma del 22 de octubre de 1898, cuando esta publicación periódica salía cada sábado y tan sólo costaba 5 céntimos. Un señor, de los de bigote abundante, bastón de madera con empuñadura curvada y sombrero de galleta se lo compraba al mozalbete que repartía la prensa. Llegaba a casa y saludaba para que todos supieran de su llegada. Entonces  se sentaba cómodamente en una butaca mecedora, cerca del balcón que daba a la calle, para tener buena luz y leer en voz alta a la familia que ya habían tomado asientos cerca y escuchaban que les iba a contar la prensa local hoy. En primera página y como primera noticia leía “Sa nit de les Verges”

 

La noche de las Vírgenes

Y esta noche vuelve a ser de nuevo  les Verges. Vamos a hacer el paseo de cada año, por las calles de Ciutat se oyen  las músicas que van rondando por todas partes, agrupando a la gente bajo los balcones arrinconados o bajo las ventanas con maceteros de flores.

Aquí hay una música. Los cornetines resuenan con toda el alma, despertando a los vecinos pacíficos y poco amigos del estruendo, que ya no se acuerdan de las músicas de su juventud lejana. Pero dejémoslos correr, que revienten como puedan, que son muy poco interesantes. Lo que aquí nos interesa a nosotros es esa belleza desconocida quien detrás de la ventana mira medio avergonzada por entre las persianas, está escuchando la serenata ruidosa y desveladora. Como no la conocen, a la joven, la imaginación pude hacer de las suyas, y representarla a su gusto y libertad. Yo la veo muy bien, hermosa y bien plantada, mallorquineando sin necesidad de abrir la boca. Es sano que uno encuentre cada día, en los alrededores de cada esquina, la que todos hemos alabado por hermosa, sin llegar nunca por ventura a apreciar todo su encanto verdadero, todo lo que tiene de belleza original y nueva. Es la mallorquina.

Por ella, esta noche es noche de desvelo, porque es también noche de fiesta. El enamorado ha salido de noche. Y ella a pesar de los primeros fríos ya está en el balcón hasta las tantas esperando la música que no viene. Se oyen otras lejos, por entre el viento, yendo de aquí a allá. La brisa trae sonidos de toda clase de instrumentos, bandurrias y flautas, trompetas y violines. Y al fin llega la suya… Y mientras ella la escucha, ¡de que forma bailan y giran dentro de esa cabecita los mil recuerdos de toda una historia amorosa a medio acabar! ¡De que manera se juntan las emociones de ese momento, que es como una enhorabuena anual a su vida de soltera, con los deseos de que sea aquel, el último año de serenata!

¡El último día de las Verges! No, ella no lo comprende, lo que hay de triste en todas las despedidas. El último día de las Verges es la fecha que separa las dos edades de la persona. Después de ello ¡sabéis de que manera empuja el tiempo y que de rápido corren los días, los años! Luego los días de las Verges pasan como relámpagos a toda furia, y van a fundirse en un instante dentro del vacío del año pasado, del año pasado, del otro, del otro… y las músicas transcurren por las calles sin pararse.

Vamos caminando. Por todas partes bandas de gente alegre, chillidos de jóvenes, gritos de pajarracos que vuelven de la bebida. Esta visto que hoy se solemnizan todos los finales de la juerga y todos los comienzos de la quietud del hombre viejo. Este dichoso día señala también la separación de las dos edades del año, viene a ser la última fiesta de calle. El verano huye a toda prisa, y la gente tiene miedo de las heladas y de los golpes de aire traidores.

¿No la veis? Hace un rato que la estoy buscando y al final la encuentro. Allí en ese rincón sobre la acera, en medio de un grupo parada se mueve la primera capa. Acerquémonos. De cerca sentimos aún el olor de alcanfora de la ropa guardada donde ha estado cerrada todo el verano; su dueño la habría sacado como quien saca una reliquia propia de la solemnidad, y sin pensar en si hacia frio fuera. Pero sí que hace frio. Ahora mismo sentimos un temblor como los de la noche de maitines. Un temblor dulce, como temblorosa, baja de la montaña a purificar el cielo de la caloraza. El cuerpo se reaviva y siente como un deseo de trabajo, de vida trabajadora… Saludamos el frío amorosamente…

La primera capa ha desaparecido, pero ahora ya sé que he visto uno que ha roto el fuego. Mañana las capas ya serán media docena. Guardaremos definitivamente el sombrero de paja.

Sinceramente, encuentro que el frio no disminuye. El cielo está limpio, bien sereno; las estrellas lucen a coros, entre los tejados. Vamos a acostarnos.

Pero la dichosa idea del día de les Verges no me deja conciliar el sueño. Hace una hora que la maldita me remolca de un lado a otro y encima, aún como que oigo ruido de músicas por la otra calle. Es la música de na Margalida, aquella chica que el mes que viene se casa…

Y bien pensado, no hay que añorar nada. Mañana la fiesta quien quiera hacerla, porque es joven y puro quien lo desea ser de corazón. Mi espíritu se ha imaginado una, de fiesta de las Verges ideal, y la quiere solemnísima, también estando contento, llenándose de aquella alegría ruidosa de los niños que saben que están haciendo una fiesta. Ah, sí, al fin me parece que habré podido vencer el insomnio y que me duermo y sueño que voy cerrando los ojos, una belleza de otro mundo, en languidecida, delicada, con un rubor luminoso y unos cabellos caídos de virgen modernista… La recuerdo. Es el hada de las historias de cuando era niño, el hada de na Catalineta, que cada año, tal día como hoy, me quiere hacer una visita de consuelo…

Biel de La Mel

Folklore mallorquín: Ses Verges o la fiesta de las Vírgenes. Y también: Cocina mallorquina: buñuelos de viento o de forat.

25 Oct

Pues sí, en Mallorca somos tan chulos que tenemos una fiesta especial para las chicas que son vírgenes. Se celebra la noche del 20 al 21 de noviembre, vamos que hace unos días que ha pasado.  No se exactamente como surge ni cuando, sé que tiene relación con la leyenda de Santa Úrsula y las once mil vírgenes. Santa Úrsula era la hija de un príncipe británico, se le había concertado un matrimonio que ella no deseaba, así que antes de la boda parte hacia Roma en peregrinación. Al volver llega a Colonia con su séquito y allí se encuentran con que los hunos habían tomado la ciudad. Estos pretenden satisfacer sus deseos carnales con las mujeres y estas se niegan, los hunos se enfurecen y las torturan y martirizan.  Lo de las once mil vírgenes de su séquito parece que es una exageración, ya que posiblemente fueran en total un grupo de once.

No se muy bien como este hecho llegó a  arraigar de tal forma en la cultura popular mallorquina. En el museo diocesano se guardan fragmentos de un gran y hermoso retablo gótico de la vida de Santa Úrsula (segunda mitad del XIII principios del XIV) que estaba en la sacristía de la iglesia de San Francisco y procedía de la iglesia de Artá. Lo cierto es que aún hoy en día tanto en Palma como en muchos pueblos de la isla, se celebra esta fiesta.

Esta mañana en la biblioteca estaba revisando unas revistas y ojeaba una publicación de 1897 en la cual se relataba como era la fiesta de Ses Verges en esa época, pero eso lo dejaré para mañana, ya que he traducido el artículo y mañana os narraré como era esta fiesta a finales del XIX en Palma.

Mi madre y mi tía me contaban que era normal que los mayores se quejaran porque no les dejaban dormir con todo el ruido y de tanto en tanto algún grupo de jóvenes se llevaba un cubo de agua fría y un posible resfriado en pocos días. Pero era un riesgo que valía la pena pasar.

Las mujeres solteras disfrutaban mucho con la fiesta, sobre todo cuando veían que por la calle se acercaba el grupo que tenía que rondarla. Al principio estarían escondidas, después con el permiso de sus madres podrían salir al balcón. Era un homenaje muy especial a las mujeres casaderas. Era una fiesta que diferenciaba el paso que daba la joven de soltera a casada, de no tener responsabilidades a ser la dueña de la casa. Era un paso a la madurez.

Los mozos si lo hacían bien y habían cantado y tocado con gracia podían ser recompensados entrando en la casa de la joven homenajeada, siendo agasajados con un buen plato de buñuelos y una copita de moscatel o vino dulce. En tiempos de mi madre y mi tía, los buñuelos eran los llamados de viento, los hechos con patata o moniato.  Actualmente también hay otros que se parecen a los profiteroles y van rellenos de trufa, crema o nata.

Hoy es habitual que se junten unas cuantas jóvenes en una casa y un grupo o varios vaya a rondarles, no suelen ser unos coros muy buenos, salvo alguna excepción. Actualmente se han apuntado algunas tunas para hacer la rondada y según he visto en alguna web, en unos cuantos pueblos de Mallorca, la banda de música municipal, ayuda esa noche con las serenatas. Esto al menos no me lo he encontrado yo por Palma, los tunos sí, pero la banda municipal de momento no, jeje, no estaría mal.

Puede que hoy en día como la población es mucho más grande se vean menos que en una época, aunque esa noche siempre hay. No se si siguen recibiendo cubos de agua fría, puede que alguno llegue mojado a casa de la amada.

Lo que sí está muy extendido es la costumbre de que todos coman ese día buñuelos y los mayores si quieren una copita de moscatel. En los coles lo de los buñuelos es obligatorio y el moscatel se sustituye por agua o zumos. Es normal que en los coles tanto religiosos como no se haga una recaudación de algunas moneditas por alumno, o bien es el APA quien lo asume, como es el caso del cole del mayor. El día 21 o muchas veces el viernes más cercano, para montarla como toca, se compran un montón de buñuelos y todos los niños hacen una fiesta comiéndolos y celebrándolo. Mis dos nenes han tenido una de esas fiestas y este fin de semana como hacía un tiempo un poco raro no hemos hecho ninguna excursión, por la tarde  hemos salido por el centro de Palma donde hay puestos de buñoleras que suelen ir con el vestido típico y los hacen delante de ti y te los llevas calentitos a casa. También se habían apuntado unas cuantas turistas y por la cara que han puesto les han gustado. Nosotros en vez de tomarlos allí mismo los hemos traído a casa y los hemos merendado mojándolos en azúcar, estaban riquísimos. Lo más difícil ha sido conseguir que Tsunami no se comiera alguno en el coche, con lo bien que olía el coche, ummmm.

El primer año que entré a trabajar en la biblioteca el día de las Vírgenes coincidió con un día que trabajábamos por la tarde y fuimos a comprar algunos allí cerca. Recuerdo que mi jefe me decía que yo no podía comer, porque era la única que me había casado y tenido un hijo, mis dos compañeras son solteras y con ganas de serlo toda la vida y en el caso de mi jefe pues ellos sencillamente comen buñuelos y no tiene nada que ver si son solteros o casados. Recuerdo que para que me dejara comer le dije algo así como “me hicieron una inseminación y lo tuve por cesárea, así que yo también puedo comer alguno”, cualquiera se quedaba sin probar al menos uno y sólo mirar, faltaría.

Hoy para ilustraros el post os voy a poner unas imágenes de unas cuantas buñoleras que nos encontramos el mes pasado en la Feria Dulce de Esporlas.   ¿A que dicen comedme?

Pero como no quiero ser mala y dejaros con las ganas de que los podáis hacer en casa vosotras os paso la receta que no es muy difícil, la he hecho en algunas ocasiones, pero este año optamos como os he contado por comprarlos y así salíamos a dar la vueltecita.

Ingredientes:

Patata hervida y triturada (quien me pasó la receta me recomendó la patata francesa , la amarilla o la de hervir, yo uso esta última)

Harina de repostería

Una yema de huevo

Un poco de leche endulzada con azúcar o miel

Aceite para freír.

Preparación:

Como he indicado ponéis patata a hervir y luego la trituráis, añadís harina, la que tome (por eso no he puesto cantidades) cuando haya ligado añadís una yema de huevo y volvéis a mezclar, luego un poco de leche endulzada con azúcar o miel y volvéis a mezclar. Si la masa ha quedado muy líquida añadís un poco más de harina.

Cuando tengáis la pasta, mejor dentro de un bol, ponéis una sartén con una buena cantidad de aceite a hervir. Pensad que los buñuelos cuando se pongan dentro deben flotar y el aceite tiene que estar bien caliente.

Os humedecéis con un poco de agua la mano y cogéis un trocito de pasta con los dedos, los cerráis un poco y quedará algo así como una bola, entonces con el dedo medio o el medio y el anular pincháis por en medio esa bola y se hace un agujero en medio, es el momento de poner estas bolas con agujero en el aceite, dejar hacer por un lado hasta que estén doradas. Darles la vuelta presionando sobre uno de sus lados con la espumadera. Dejar que se dore el otro lado y sacar, poner en un plato o en un plato con papel de cocina para escurrir la grasa, de todas formas no salen excesivamente grasosas. Se comen bien calientes o bien frías, eso es igual. Se les pone azúcar o bien pones azúcar en un plato y vas mojando. También hay quienes las toman mojando en miel.

Espero que os gusten, bon profit.

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