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Las nuevas tecnologías, ¿han agilipollado a las nuevas generaciones?

5 Nov

Cuando yo era joven y estudiaba, en ocasiones me quedaba alucinada de los conocimientos que tenía mi padre y de todas las cosas que se acordaba. Mi padre era hijo de mallorquines emigrados a principios del siglo XX a Francia. Yo achacaba ese conocimiento al sistema educativo francés, que aunque estuviera hablando de un sistema de los años treinta y principios de los cuarenta, debía ser mucho mejor que el español en la misma época. Recuerdo que cuando le pedía algo relacionado con la historia de Francia, me lo contaba todo con una precisión de personajes, hechos y fechas que yo en ocasiones pensaba si tenía algún poder para saber lo que le preguntaría antes y se había informado. Luego cuando lo comprobaba en los libros y las enciclopedias veía asombrada como coincidía en todo. Así que me crié pensando en que la educación que había tenido mi padre era muy superior a la que estaba teniendo yo.

Tengo que reconocer que pese a todo, me he ido dando cuenta con el tiempo que la mía tampoco fue tan mal. Al menos salí con una cierta cultura general en muchos aspectos que no sólo me permitían conseguir algún quesito del Trivial, sino que he tenido bastante visión en muchos aspectos para poder mantener prolongadamente una conversación con propiedad y conocimiento de causa de bastantes temas, sin tener que mirar la enciclopedia.

Cuando había alguna cosa que no entendía y se lo pedía a mi padre, lo primero que me decía siempre era “no hay que tener pereza, ¿has mirado la enciclopedia?” O el diccionario, según se terciara. Así que yo fui de la generación que creció sabiendo lo que era una enciclopedia, manejando diccionarios y acudiendo a las bibliotecas.

Cuando entré en la facu, aún no había ordenadores personales. Si alguien los tenía en casa eran unos super-mega-privilegiados y encima contadísimos y refiriéndome siempre a los últimos años de carrera por no decir a unos años después de haberla acabado. Además entonces los primeros ordenadores no eran de los de entrar en internet, porque aún no existía, y se usaban más como máquina de escribir con posibilidades insospechadas, pero teniendo que aprenderse unos códigos que combinaban las teclas de  Alt, Mayusculas o Control con las de F1 a F12 dependiendo de lo que quisiéramos.

Así que los trabajos que se hacían en esa época eran a máquina de escribir. Si te equivocabas o tipex o repetías la página. Si querías quedarte copias tenías que ir a la foto copistería o si preferías que te saliera más rentable, poner papel carbón y dos hojas y sacar así la copia del trabajo.

Como podéis suponer, de esta forma los trabajos te los tenías que currar y de lo lindo. Es decir, tenías menos fuentes, porque sólo contábamos con las bibliotecas de la facu o de la ciudad o los libros que hubiera por casa de cada uno. Por otro lado, también teníamos menos posibilidades de hacer copiar y pegar como hoy en día. Si alguien te podía dejar un trabajo ya hecho, para empezar había al menos que tomarse la molestia en volver a teclearlo y así como mínimo uno se enteraba algo de lo que iba. Segundo, seguramente le hubiera sonado mucho al profe y de seguro que una buena nota en el mejor de los casos no te caía, como mucho un aprobadito raspadito. Eso si no se te presentaban con el anterior trabajo y te avergonzaban en público y tenías el suspenso y la repetición del trabajo asegurado.

A que viene todo esto, pues lo siento pero yo siempre he sido de las que ha pensado que la LOGSE era lo peor que les podía ocurrir a los estudiantes, que es un sistema mal montado y que te exige unos niveles que dan pena y no tienes idea de nada. Que los niños con tal de no sentirse fracasados van pasando de un nivel a otro sin adquirir un mínimo de conocimientos y luego te encuentras lo que te encuentras, que algunos se lo han tomado en serio y las diferencias entre los conocimientos de uno y otro son aún más abismales que en mi época. Los jóvenes no aprenden a tener responsabilidades ni aceptar fracasos. Vamos, que al menos para mí la LOGSE no es ningún chollo en ningún sentido.

Porque digo esto, pues sencillamente porque esta mañana me ha ocurrido algo que no es la primera vez que me ocurre, pero por suerte no es demasiado habitual. Yo trabajo en una biblioteca especializada, es decir, es sólo para investigadores, allí no se estudia ni se preparan exámenes. Es  un sitio en el que se consulta, se toma nota o trabaja con las fuentes en directo. El público que suelo tener es a nivel universitario, pero si se me ha presentado alguien no universitario con ganas de indagar en un tema y han respetado las normas de sala pues no he tenido inconveniente en atenderlos de igual forma que hago con los universitarios. Entre mis funciones está la de asesorar y aconsejar en referencia a los fondos que tenemos. Para ello tengo que conocerlos muy bien y también cuento con la herramienta del catálogo que ayuda lo suyo, ya que no sé me de memoria todo el depósito de libros.

Pues bien, hoy ha venido una chica jovencita, durante bastante rato he pensado si era una estudiante de instituto, que no vienen muchos, pero alguno hay. Me ha pedido si teníamos libros de dos autores. En vez de enviarla al catálogo general se lo he buscado. Le he pedido los dos apellidos de los autores, ya que los nombres y primer apellido eran muy normales y había más de uno con esos datos. Aquí la primera sorpresa, no sabía los segundos apellidos. Segunda sorpresa, no tenía ni idea de que obra hubieran podido escribir, ni de que iban los temas. Al final leyéndole nombres ha acabado por identificar quienes eran. De uno teníamos libros, del otro no. Del autor que teníamos libros le he leído los títulos, todos y había muchos y muy largos, y luego le he preguntado cual necesitaba ya que no me había parado en ningún momento y se había pasado todo el tiempo tecleando en su IPhone.

Después de haberme tomado esas molestias, me dice que ella realmente no quiere ningún libro, sino que su profe le había pedido que le trajera apuntados dos o tres libros de esos señores con el año de edición, el lugar y la editorial y el título por supuesto. ¡Anda que la guapa no podría haber empezado por eso en vez de estar mandando mensajitos con su móvil!, así que la he remitido al ordenador de sala y que lo buscara ella.  La chica ha tenido la potra de que en esos momentos los ordenadores estaban bloqueados por un problema informático, así que he tenido que dictarle sus  tres libritos. Allí ha venido otra sorpresa, no se había traído ni papel ni nada para escribir, y tampoco se le ha ocurrido apuntarlo al móvil como hacen algunos, para qué, eso sólo está para charlas con los compis. Así que muy a su pesar le he sacado papel y boli, lo único que me faltaba era tener que hacerle yo el trabajo. Suspiro de aburrimiento, deja tranquilo el móvil y apunta los tres títulos más sencillos que le voy dictando.

Luego me pide por el otro autor y le digo que no hay nada. Me dice que su nombre de verdad era otro. También podría haber empezado por allí, mi obligación no es conocerme todos los nombres y pseudónimos de todos los escritores del mundo, sólo me faltaría. Por el nombre real tampoco salía. Le he pedido si conocía algún título y no tenía idea de que hubiera escrito nada ni de como se titulara, de echo tampoco tenía mucha idea de quienes eran esos señores. Así que la he remitido a la Gran Enciclopedia de Mallorca. Esta es una de las cinco enciclopedias que tenemos, además de unos cuantos diccionarios, distribuidos en tres tristes estanterías. Vamos que no había mucho sitio donde buscar. Le digo, es la de allí, la marrón que está justo en medio. Levanto la vista y me la encuentro mirando la azul de arriba que era la de Ibiza. Le vuelvo a repetir que era la marrón del estante de debajo (dicho sea de paso era la única que había en el estante de debajo de esa) y se pone a buscar por otra estantería y por debajo, una de color verde oscuro. No tenía muy claro si eso era real o es que me vacilaba porque es que la tenía literalmente delante de su cara. Al final ha entendido cual era la marrón (es que las demás son negra, azul, azul y verde)  Le digo que funciona en plan enciclopedia y que va por orden alfabético. Se la mira un rato. Luego coge el último tomo que era el que tenía más cerca de ella y de su iPhone. Era el tomo que en el lomo ponía apéndice del año 2010, A-Z. Mira en él y me dice que ese señor no aparece en la Enciclopedia. Sigo pensando que tal vez me estén tomando el pelo y le sugiero que coja el tomo dos donde seguramente esté la letra C que era la que buscaba, que mire en el lomo que letras pone que incluye el tomo. Coge el tomo dos y se lo mira durante un buen rato, ahorra hojas para adelante, ahora hojas para atrás, vuelve hacia delante, vuelve hacia atrás, al final se decide. Me dice que ha llegado a encontrar al autor (que no era ni extranjero ni con una apellido complicado por si alguien pensaba en ello como agravante a la difícil prueba de buscar un nombre por orden alfabético en un listado de nombres) pero que no aparece que tuviera ninguna obra.

Puede que si no aparecen obras es que no escribiera nada o que al menos no esté publicado. Le sugiero que hable con la profesora. Se acerca a la tarima y me comenta que en realidad esta no era la primera biblioteca que había visitado y que en ninguna habían encontrado nada que al menos yo le había facilitado los tres títulos del otro. Y no me extraña, si se lo tomaba con esa chorra lo más posible es que la hubieran enviado al catálogo y que al menos se hubiera currado por ella misma tres desgraciadas búsquedas. Pensé en sugerirle que buscar la próxima vez por ISBN, pero dudo que ni supiera que es eso. Antes de irse le he preguntado de qué asignatura era y si era de algún instituto, más que nada para saber el nivel de la enseñanza hoy en día. Mi nueva sorpresa ha sido que era para una asignatura de magisterio, es decir, de universidad.

Veamos, recapitulemos, se supone que alguien que se está preparando para impartir clases y ensañar, es incapaz de buscar en un catalogo, que no lleva ni papel ni lápiz cuando va a una biblioteca, que si el personal del centro no le hace la búsqueda ella no sabe como se hace, que no es capaz de buscar una enciclopedia marrón en medio de una estantería bastante vacía y que ni tan sólo tiene muy claro de como se usa una enciclopedia ni de como va lo del sistema alfabético. Aunque bien pensado, no sé de que me quejo, si obviamente lo único que conoce es la wikipedia, el teclado del ordenador y el del iPhone, se debe suponer que el abecedario es qwertyuiop…… en vez de abcdefghi……

Cuando he llegado a casa, le he comentado a mi chico, que en su blog, que ya os comenté que iba de historia y lugares de Mallorca, que no citara las fuentes, que al menos si alguien le copiaba y pegaba todo un trabajo de curso no se lo dejara preparadito con bibliografía y todo, que se la curren que es lo mínimo que pueden hacer. O eso, o que le pongan la nota a él, que al menos sí sabe como se usa una enciclopedia y un alfabeto y eso que es de ciencias y no de letras.

P.D.: Se ruega al profesorado de Magisterio, que haga una prueba práctica a los estudiantes si son capaces de buscar en una enciclopedia una serie de simples conceptos, porque estoy empezando a sospechar a partir de lo que me he encontrado hoy, que posiblemente se pudieran llevar algunos chascos de los buenos. Si todos los alumnos superan esta prueba puede que me vuelva a plantear mi fe en el sistema educativo actual.

Ganchillo bibliotecario o biblioteca de ganchillo. La creatividad, la improvisación y la imaginación al poder.

4 Nov

El 24 de noviembre fue el día de la Biblioteca de Cultura Artesana, una biblioteca de la cual hace años que soy socia y en ocasiones voy a buscar alguna cosita para los peques. Ese día cuando fui a buscarles unos juegos de Pipo para el ordenador me encontré con esta decoración tan poco habitual pero que me pareció fabulosa. Al día siguiente me presenté con la cámara de fotos para inmortalizarlo y dedicarles un pequeño homenaje a la creatividad, la improvisación y la imaginación al poder.

Como en muchos sitios este año, esta biblioteca está también en modo ahorrativo y para el aniversario apenas tenían presupuesto para organizar alguna cosita como suelen hacer. Una de las chicas que trabaja allí está en un grupo de ganchillo y punto (Loving – Club del Ganchillo) y les propuso si podían decorar la biblio ellos, en plan Urban Knitting. Lo cierto es que me comentó que fue dicho y hecho y aunque no os lo creáis todo eso lo hicieron en unos cuantos días y un fin de semana intensivo. El corazón parece que era lo único que ya tenían hecho para otra actividad. Así que no se diga que la crisis no nos incentiva el ingenio y la imaginación. Se me ocurre también que para decorar una habitación de nenes o para el árbol de navidad tampoco estaría mal si alguien tiene habilidades tejeriles o una abuelita con ganas de hacer adornos para los nietos, solo hay que imaginar y crear.

Corazón en el jardín

 

 

 

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