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… de ese manual para padres que todos buscamos… (3º y última parte)

3 May

Y hablando del poder de las palabras, algo que tiene que tener muy en cuenta los padres es como se le va a denominar al niño. Me explico,  llega el padre a casa y la madre le dice “sabes lo que ha hecho esta tarde tu hijo”. Seguramente nada bueno. Volvamos a entrar en casa y la madre dice “sabes lo que ha hecho esta tarde mi hijo”. Seguramente algo bueno. Si os fijáis cada vez que el niño hace algo bueno es mi hijo y cuando hace algo malo es tú hijo. Esto tendría que evitarse por el bien del entendimiento entre los padres y para centrarse en la educación del peque. Lo mejor es decir siempre su nombre o bien el niño o nuestro hijo. Ese caso también se puede dar con los abuelos, sobre todo cuando ha habido una separación de los padres, si tenemos alguna confrontación con los suegros no es cuestión de ir por allí diciendo “mi hijo” porque ese niño es tanto hijo tuyo, como de tú ex pareja, como su nieto.

Cuando por unas circunstancias u otras ha habido una ruptura familiar se debe tener una cosa muy clara. Puede que como pareja no funcionéis y estéis mejor cada uno en su casa, pero el niño no tiene la culpa de eso y no tiene que convertirse en un arma arrojadiza para zanjar las desavenencias entre papá y mamá, ¡bastantes problemas tienen los niños aprendiendo y creciendo para que nosotros los utilicemos para hacernos daño! Así seguro que ellos se harán muchísimo más.  Los padres deben ponerse de acuerdo por el bien de niño, seguir yendo a buscarlo los dos al cole si así lo hacían, yendo juntos a los cumples que les inviten, ir juntos al médico o a las actividades del cole en que salga el peque. Es lo que os he dicho al principio, el niño es de los dos y lo es para toda la vida. En mi caso la gente alucina en ocasiones de que en muchísimas actividades estemos yo, mi ex y nuestro hijo y mi actual pareja y el hijo de ambos, jugando todos, llevando mi ex en hombros al pequeño mientras el mayor está hablando con mi actual pareja de algo. Reconozco que una cosa así no es muy habitual pero creo que debería serlo.

Una cosa si estáis en esta situación y rehacéis vuestra vida, tened en cuenta que esa persona no será nunca su papá. Me explico, una vez mi hijo mayor intentaba decirle papá a mi pareja, nos paramos, nos agachamos para estar a su altura y le dije “tú tienes un papá que se llama J.A. y que aunque no viva con mamá te quiere muchísimo. La pareja de mamá es alguien muy especial y aunque estemos viviendo juntos y se preocupe por ti y juegue contigo, y te quiera como si fueras su hijo, él nunca te podrá llamar hijo, te llamará Terremoto  y tú nunca le podrás decir papá, porque ya tienes uno. Le llamarás R. y R. es alguien muy especial que no se puede comparar a nada más”. Porque pensad, ¿cómo os sentiríais vosotros en esta circunstancia y vuestro hijo empieza a decirle papá o mamá a otra persona?  Reconozco que llegar a esto me llevó mucho trabajo y mucho hablar con mi ex de que aunque estuviéramos separados el niño era cosa de los dos, le decía que” muchos padres pagarían para que sus parejas les dieran tantas facilidades y él que las tenía pasaba de ello” lo bueno es que lo reconocía pero siempre había una excusa para no ir al médico a al cole… Por suerte al final se fue dando cuenta de ello sobre todo cuando vio que el niño empezaba a pasar de él y le comenté si creía que el niño caería siempre rendido a sus pies sólo porque él fuera el padre biológico. A un niño hay que currárselo cada día, con besos y con regañinas si hace falta pero tiene que ver que siempre nos tendrá al lado y puede confiar en nosotros. Es por eso que un niño cuando ha sido adoptado aunque no haya tenido esos nueve meses de ventaja (y muchos otros después) acaba sintiendo tan profundamente que esos son sus padres y los padres sienten que ese es su hijo y que la gestación fue de papeleo en vez de consultas al ginecólogo y el parto pasó por un viaje, una visita a un juzgado y normalmente una reunión en una habitación de un orfanato.

Algo que desmonta mucho a los niños y los estresa es la falta de horarios, a los niños les suelen gustar  las rutinas. Evidentemente se pueden hacer actividades nuevas, pero los horarios básicos de levantarse, acostarse y horas de comidas debería respetarse.  Eso de que porque es verano y estamos de vacaciones los niños cenen a las 10 y se vayan a dormir casi a las 12 y luego se levanten cuando quieran es desconcertante. Los niños pierden rutinas y los padres no tenemos ni un momento para estar tranquilos. Es cierto que muchas veces es necesario  modificar las rutinas, si sabéis que eso ocurrirá, comentádselo, aunque sea pequeño. Entienden mucho más de lo que creéis.  Los niños suelen sentirse más seguros si saben que en lugar de ir al cole hoy iréis al pediatra. Muy relacionado con los horarios está el hecho de tener muy claro que los niños son niños. Me explicaré, en ocasiones, o bien por incompatibilidad de horarios con los laborales de los padres, o bien porque pensamos que nuestro hijo puede convertirse en una figura del deporte que más nos gusta o porque queremos que sea súper inteligente y que poniéndole tropecientas actividades y repasos lo conseguiremos, o porque realmente necesita ese apoyo en algo, o por lo que sea, tengamos al peque “entretenido” todo el día con un sinfín de actividades extraescolares.  Puede que el niño pueda llevarlo bien y todo ese ajetreo se convierta en una rutina, pero, ¿creéis que es necesario en ocasiones tanto?.  A mi hijo tuve que ponerle mucho refuerzo para enseñarle muchas cosas, a la salida del cole iba a un gabinete, allí le daban logopedia, psicomotricidad, repaso… en una ocasión le pregunté a Noemi si en casa tenía que hacer más deberes y le tenía que dar más refuerzo. Entonces ella me dijo “Cariño, es un niño, hace mucho más de lo que puede, déjale respirar un poco o se saturará y se cerrará”. Es cierto, así como nosotros como dice un programa de tele necesitamos nuestro minuto de paz y relax, los niños tienen que tener también sus momentos de niños, no les saturemos.

Creo que más o menos todo esto se puede resumir aproximadamente en los valores de amor, respeto, generosidad, empatía, comprensión, colaboración, comunicación, firmeza, humildad. Y… ¿cómo deberían trabajar los padres todo esto? Lo primero es asumir que se puede fallar, si uno asume que no es omnipresente ya es un paso. El siguiente sería identificar donde se falla, para ello lo mejor es escuchar y preguntar, hay un ejercicio o actividad que nos puede servir también para el siguiente paso que es ver cómo le ponemos solución. Os pongo un ejemplo que es extrapolable a cualquier valor o conducta que queráis trabajar.

Tenéis que hacer una sencilla tabla, cada miembro que intervenga en la educación tiene que tener una. Cuando detectáis un problema recordad lo que habéis hecho. Luego apuntadlo,  cuando se ha dado el problema, a qué hora, anotad lo que ha pasado antes, como os sentías, que habéis hecho, como habéis reaccionado y actuado y como se lo ha tomado el niño y las demás personas que estén allí. Más tarde, al día siguiente o el día que determinéis, ponedlo en común, id mirando porque ha ocurrido algo, como he reaccionado, que ha pasado después, si lo hemos hecho bien, si lo podríamos mejoras, como lo hacen los demás, si nos gustaría que a nosotros nos hicieran eso.  Os sugiero que pase un tiempo pues cuando algo acaba de ocurrir puedes estar ofuscado y lo que en este momento te parece tremendo luego te das cuenta que no hay para tanto o que te has pasado, pero tampoco esperéis demasiado tiempo para luego no recordadlo cuando lo habléis. Si llegáis a una conclusión intentad trabajarla.  Si la situación es muy grave y se os va de la mano entonces el mejor consejo que os puedo dar es que os pongáis en manos de un profesional, un psicólogo que puede ser el de la escoleta, el del cole o un profesional externo. Preguntad que os asesoren o recomienden alguien, el boca a boca muchas veces es sinónimo de que se funciona bien. Si no os convence buscad otro. Recordad, no es que busquéis a otro que os de la razón, buscáis uno que os de consejos, os ayude y os sepa encauzar en el dificilísimo camino de ser padres. ¿Y cómo sabremos que lo estamos haciendo bien? Pues sencillamente porque los cambios que habéis provocado en vuestro entorno, harán que tanto vosotros como vuestro hijo empezareis a sentiros que sois unas personas felices.

Sabéis lo mejor de que los niños no vengan con manual… que ese manual nos lo hemos de currar nosotros gracias a su evolución y al devenir de nuestras vidas juntos. Suerte y a disfrutarlo.

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… de ese manual para padres que todos buscamos… (2ª parte)

1 May

Un hijo lleva mucho trabajo, si podéis no rechacéis las ayudas que os ofrezcan. Delegar algo no es malo, el descansar es necesario. Tenéis que aprender a compartir, con vuestra pareja y con la gente que os rodea. Curiosamente el permiso de maternidad suele acabar cuando los niños empiezan a entrar en una etapa que van adquiriendo autonomía. ¡Qué peligro!

Quien diga que llevar una casa y criar un hijo no es trabajo, que es peor aguantar el encargado detrás todo el día (como me dijo la semana pasada el de la gasolinera) es que no sabe de qué va el asunto. Si tan cómodo y fácil de hacer es, ¿por qué cuando se llega a casa no se ponen como desesperados a pasárselo bien barriendo, cocinando, fregando, cuidando el niño y yendo a hacer la compra para todos? ¿Por qué se prefiere ver la tele, mirar el periódico, leer, jugar con el ordenador o ir al bar a tomar un café con los amigos y hablar de fútbol?… ¿no será que no es tan maravilloso y fácil como algunos dicen? Yo respeto mucho a las madres que han elegido estar en casa con los niños porque considero que es una de las actividades más cansadas que puedas encontrar. Si quieres hacerlo bien te absorbe de una forma extrema aunque luego te compense en muchas cosas. Es como si uno viviera todo el día en la oficina. Así que aunque estéis cansados, papis, recordad que el niño es de los dos y hay que compartirlo o al menos dar de tanto en tanto un respiro a la mamá. Tampoco estaría nada mal que de tanto en tanto la pareja pudiera dejar al peque con alguien para recordar que aún son personas y festejar un poco como cuando novios.  Y sobre todo si alguien se siente muy agobiado habladlo. Siempre he dicho que no tenemos telepatía. Si no decimos las cosas los demás no pueden saber lo que pasa por nuestra cabecita y luego ocurre lo que ocurre, que nos acabamos enfadando, cabreando o estresando. Así que ni uno ni otro no os canséis de comentar todo lo que opináis sobre la crianza y el trabajo que os supone ser padres. La comunicación, sin discusión, siempre en momentos relajados, es una de las cosas que más cuesta en la pareja y es la base de todo.

Pensad que vosotros y el entorno que intervenga en la crianza del niño debe estar bien coordinado. Si os proponéis algo deben hacer eso todos. No es cuestión de unos actuar de una forma y otro de otra. Así lo único que se consigue es desorientar al niño en un primero momento. Luego aprenderá a que con cada uno adoptará una estrategia para conseguir algo que el otro no le da. Lo más peligroso es que se llegue a contradecir un adulto a otro delante del niño, así lo único que se hace es desautorizarlo. Pongamos un ejemplo.  Los abuelos quieren darle al niño una golosina, los padres no lo quieren, pese a que lo han comunicado los abuelos compran golosinas porque ellos creen que es lo mejor para el niño, porque lo hacían con sus hijos de pequeños o porque creen que así el peque les hará más caso. El niño sabe que los papis no le darán pero que si los papis no se enteran, en casa de los abuelos tiene golosinas aseguradas. Un día los padres descubren al niño comiendo golosinas en casa de los abuelos y le dicen que no tome más, entonces viene la temida frase de “venga, no hagas caso a tu madre/padre que de esto no saben y tomate esto que total uno no te hará daño”. Eso si no dicen “lo siento, la culpa es de tu madre/padre que no te deja” y luego a la que nos damos la vuelta, llaman discretamente al niño en un lugar, también discreto, diciéndole “ven toma esto pero no se lo digas a tu madre/padre y cuando quieras más dímelo sin que se enteren que los abuelitos siempre tenemos cosas buenas para el nene”.  ¿Qué hacemos?, ¿nos comemos a los abuelos con patatas o qué? Ya os comento que salvo algunas excepciones los problemas de este tipo con los abuelos es inútiles luchar contra ello. Lo siento señores, pero normalmente con este tipo de abuelos hay que resignarse, la mayoría de los comentarios que he oído y los que me comentaban las psicólogas son casos perdidos. Lo mejor es ya no pedirle nada al niño si sabes que va a ocurrir eso, es decir, hacerse la sueca ante ello,  e intentar hablar con los abuelos de nuevo pero no delante del niño.

Dejando aparte los abuelos, los que sí deben estar súper coordinados son los padres. Si el niño hace una cosa mal y papá se enfada y pone al niño a recoger lo que ha hecho, mamá no tiene que ir luego recogiendo ella porque “pobre niño es muy pequeño para eso”. O al contrario mamá ha dicho que esta tarde no salía porque había roto algo a propósito, no ha querido recoger, se ha chuleado y ha cogido una rabieta que ha acabado mordiendo a la mamá. Entonces viene el padre y se lo lleva al fútbol porque tenía las entradas. No digo que papá se quede sin partido,  el padre se va y lleva a otra persona, o se van los papis y dejan al niño con un familiar o un amigo. Quien levanta el castigo es la persona que lo ha impuesto. También tenéis que tener en cuenta que en relación a la edad del niño el tiempo del castigo tiene que ser uno u otro, el castigo tiene que ser inmediato para que el niño lo relacione (no castigarle dentro de tres horas o al día siguiente) y a ser posible no tiene que interferir en el quehacer de la familia (por eso he comentado lo de ir la pareja al fútbol), el castigo es para el niño no para el resto de la casa. Si hay una desavenencia se espera y cuando el peque está en la cama o fuera de casa se comenta, pero se comenta como personas, sin amenazas, gritos ni ofensas. Recordad que lo que estáis discutiendo no es “me has herido en mi amor propio” sino “que es lo mejor que podemos hacer para encaminar al niño”. Puede que al hablarlo uno vea que se ha equivocado y se tomen las medidas para la próxima vez actuar en consecuencia. Si se ha actuado mal con el niño se le debería decir, explicarle porque hemos actuado mal y pedir perdón e intentar rectificar nosotros. El ejemplo es la mejor manera de educar a los niños, si el padre se equivoca y pide perdón tenéis más posibilidades que el niño se eduque con este valor, el de reconocer los fallos, asumirlos y disculparse.

A la hora de dar ejemplo a los niños tenemos que ir con mucho cuidado con nuestro comportamiento. Si desde bebés nos han oído pedir las cosas por favor y dar las gracias y se lo hemos ido diciendo ellos lo harán. Por ejemplo, el niño cena y se gira a su padre y le dice “agua”, entonces el padre le dice “agua por…” y el niño dice “agua por favor”, el padre le responde mientras va a buscarla “así sí” y al dejársela le dice “y ahora que se dice” y el niño responde “gracias papá”. Evidentemente, antes ha de haber habido un trabajo de ir repitiéndoselo, pero de esta forma tan sencilla nuestros hijos pueden aprender fácilmente esto. Sólo hay que mantener siempre presentes que hay que dar ejemplo y hay que ir reforzando la conducta.

Y hablando de reforzar la conducta una de las cosas que más influyen en las personas son las palabras con las que las tratamos. Siempre he dicho que las palabras son una de las armas más poderosas que existen. Hemos de mentalizarnos en ser positivos siempre ante nuestros hijos, incluso cuando les recriminamos o les ensañamos algo. Como he comentado en ocasiones,  el verbo ser es muy peligroso ya que implica que una persona es de esa forma, es decir, que esa es su esencia. Un ejemplo,  el niño se pone los zapatos y se los pone al revés, la madre/padre dice “hay hijo mío es que eres tonto no ves que llevas los zapatos al revés” más tarde se le caen macarrones con tomate sobre la ropa y se ensucia y le vuelven a decir “hay hijo además de tonto torpe, pero no te he enseñado yo a coger bien la comida con el tenedor es que no atiendes nunca y luego nos toca a nosotros limpiarlo todo, podrías estar más atento” . A la larga ese niño llegará a creer que realmente debe ser tonto o torpe. Si en cambio en ambos casos se le dice “a ver cariño, mira los pies, ¿cómo están los zapatos?, venga amor que tú sabes hacerlo bien, quítatelos y fíjate un poco mejor cada uno a su lado” o bien en el segundo caso decir algo así como “fulanito, mira como tienes el jersey, venga fíjate bien, que tú ya eres un nene no un bebé que si no te tendremos que poner un baberito. ¿Cómo te hemos enseñado coger el tenedor? Vamos que lo haces cada noche bien, concéntrate y sigue”. ¿Cuál de las dos formas os ha gustado más? ¿Cuál os hubiera gustado de os dijeran? La palabra tonto tendría que ser borrada de nuestro vocabulario ya que causa mucho daño. Recordad también que no es lo mismo ser que parecer, el niño puede parecer torpe porque no se fija puesto que normalmente lo hace muy bien y si se fija seguro que le saldrá requetechulo.  Tampoco es aconsejable emplear la típica «es que eres malo», es mejor decir «si tú sabes portarte muy bien, porque haces ahora esto, venga que tú sabes»

Esto también tiene sus ventajas cuando queremos conseguir algo de ellos. Por ejemplo no es lo mismo decir «Si no recoges las fichas del suelo no verás los dibujos» que decir «cuando hayas recogido las fichas del suelo iremos a la sala a ver juntos los dibujos» o bien en vez de verlos juntos se puede ir a merendar si se quiere acompañar de un refuerzo. El primer caso es una amenaza, el segundo es un condicionante pero con un final más apetecible. Si el niño no recoge la culpa no es de mamá que me está castigando, es del niño que se está retrasando en recoger. Tú no le impides ver los dibujos, sólo le estas dando una secuencia de hechos. Si la cosa se puede ir de las manos entonces mamá puede ayudar un poquito, pero que conste que ayudar no es hacerlo todo tú. Ayudar podría ser ir pidiéndole las cosas y tú irlas metiendo en la caja o bien que uno haga una zona de la habitación y el otro otra. Sólo pensad en como os gustaría a vosotros que os dijeran las cosas y aplicarlo.

El pensamiento positivo no se tiene que tener sólo al enseñarle, se tiene que tener siempre. El peque viene todo emocionado porque ha hecho  “un pinta” (un dibujo) del que se siente muy orgulloso. Nosotros estamos arreglando cosas en casa como siempre y no estamos para nada, así que le decimos “a sí, otro dibujo, vale, vale, muy bonito sí” y seguimos sin ni siquiera haber mirado el dibujo. Si el niño está tan contento de su progreso hay que valorarlo, el decir “uyyy que mono, venga, ves a hacer otro y luego los colgaremos en la nevera cuando venga papá” no nos llevará mucho tiempo decir algo por el estilo, ¿verdad? Si realmente en ese momento no podemos dedicarle ni siquiera eso, lo mejor es decirle “lo siento amor pero ahora mamá no puede dejar lo que hace para mirar, espérame un momento y enseguida vendré a verlo, mientras puedes hacer uno para papá cuando venga”. Eso sí, cuando podáis pasad a ver los dibujos y alabadlos aunque tan sólo sean tres rayas, un círculo y algo indescifrable en medio, de esta forma el niño ganará en autoestima y tomará confianza haciendo cosas.simpson

Sobre la elección de las lavadoras, las clases de preparación de parto, el inicio en la paternidad de unos padres primerizos, o, como sería el esbozo de ese manual para padres que todos buscamos en la canastilla de la cuna cuando nos trajeron a nuestro hijo y que nunca encontramos debajo del paquetito de las dos muestras de pañales Dodot.

29 Abr

Al comprar una lavadora pretendemos sacarle el máximo rendimiento, para eso hay que saber usarla. Hay un tipo de personas que cuando la compran o les traen el aparato a casa bombardean al vendedor o al técnico con preguntas para que les explique como van los programas y cual se adapta mejor a su tipo de ropa. Otros prefieren leerse de cabo a rabo el manual, incluso la sección de desembalaje e instalación, aun cuando esto ya lo ha hecho el del reparto. Un último grupo pasa de vendedor y de manual y empieza a experimentar para que servirá ese botón o simplemente piensan que no variará mucho de como funcionaba el aparato anterior.  Sé que muchos se escandalizarán, pero yo creo que una gran mayoría de padres actúa de la misma forma cuando les llega a casa su hijo. Están los que preguntan a los abuelos a las amigas, a los vecinos y en ocasiones incluso al pediatra.  Otros, en el quinto mes, ya se han leído todos los libros de maternidad de la biblioteca local, lo que había en la librería y lo que ha pillado por internet o les han regalado. Se han subscrito a tropecientas revistas incluso tienen sus propias opiniones de la metodología de fulanito y las teorías de menganito y tiene bien claras cuales piensan seguir en la crianza de su hijo.  Algunos van improvisando sobre la marcha o se limitan a repetir los arquetipos y formas con las que fueron educados. Me diréis que existen dos grupos más. Los que recurren a las guarderías, serían los que recurren a las tintorerías. Finalmente, los que por unas circunstancias u otras ese hijo acaba siendo educado por los abuelos… vendría ha ser algo así como el eterno “emancipado  treintañero” que los fines de semana le lleva una bolsa con ropa sucia a su madre y se marcha con la limpia de la semana pasada y los tuppers para los próximos seis días.

Antes de nacer los padres primerizos vamos a las charlas del Prenatal y a las clases de preparación de parto. En el Prenatal se nos enseña con un muñeco muy mono como se viste y se baña el niño…. Ya me gustaría a mi conocer al bebé que al bañarle y vestirle se dejaran manejar, estuvieran tan quietitos y colaboraran como el muñeco. ¡Ja!.  En las clases de las matronas también se enseña eso con un muñeco además de como irá el parto y como afrontarlo. No tengo nada en contra de estas charlas, incluso recomiendo que vayáis a las matronas aunque tengáis que tener un parto por cesárea. Lo cierto es que si en algún momento ocurre algo durante el parto, el equipo médico se encargará de actuar y proceder lo mejor posible. Si la madre resulta una histérica la dormirán y se encargarán de que todo salga bien. Decir que lo del parto es lo de menos puede parecer frívolo. Realmente se nos prepara mucho para ese momento pero nunca se nos prepara para lo que se nos va a venir luego encima. Los niños vienen sin manual, así que el futuro de los pobres dependerá de los papás que le hayan tocado y de como irán resolviendo los problemas a lo largo de su educación.

Supongo que a alguno de vosotros os sonará este post, apenas está modificado. Fue el que le mandé a Cintia de trestrillitigres antes de que yo tuviera este blog. Era para un concurso sobre como educamos en valores a nuestros hijos. El título de mi propuesta fue “Educar en valores primero a los padres”. Cuando Cintia propuso este reto,  pensé al principio en los valores que les damos a los niños para educarlos. Pero luego pensé que una visión distinta sería comentar los valores que tienen que aprender los padres para educar a los niños. Me explicaré, cuando yo era pequeña  si algo no le gustaba a mi madre tenía unos buenos zapatillazos asegurados u otros castigos, en este caso yo obedecía por miedo al castigo y asumía ese aprendizaje fruto de un castigo, no de un razonamiento, un trabajo educador o la adquisición de un respeto por ciertas cosas y personas. Cuando Terremoto era aún pequeño una vez lo reñí y me quité mi zapatilla, entonces él se quitó la suya haciendo lo mismo que yo. Aún recuerdo su mirada, entonces me dijo “si tú, yo sí”.  En ese  momento vi que lo único que estaba haciendo era repetir aquello que habían hecho conmigo y que yo odiaba tanto. Estaba repitiendo el modo de lavar la ropa de tiempos de mi madre… pero….  si hoy lo hacemos de otra forma… ¿Por qué no la empleaba?  En ese momento comprendí que por desgracia a mí se me había criado de una forma cuya mayor enseñanza se había convertido en lo que no debía hacer para criar a mi hijo. Tenía que reducarme.  Cambiar de prioridades para en lugar de recurrir a ello tener otras opciones para conseguir del niño su aprendizaje. Con el tiempo he ido adquiriendo una serie de “valores” que me he tenido que auto aplicar para empezar ha ser padres. Lo que intentaré ahora es realizar un pequeño esbozo de ese maravilloso manual de instrucciones que a todas nos hubiera gustado que viniera con la canastilla que nos traían después del parto (ya nos gustaría que existiera un manual de esos).

Imagino que a estas alturas los nuevos en este blog s estarán preguntándose cómo es que esta se cree tan experta en educar a un niño. Os diré una cosa, a mí me tocó hacer un master. Pero no un master de universidad, no, cuando Terremoto tenía tres años casi no hablaba y jugaba al lado de los otros niños pero no con los otros niños. Creíamos que no oía, pero las pruebas fueron todas correctas. Finalmente acabamos en el despacho de una neuropediatra, con el peque en el suelo jugando con unos camiones y nosotros leyendo un informe que nos decía que ese niñito que teníamos al lado tenía un diagnostico de Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), es decir, tenía una serie de rasgos del llamado espectro autista. En mi vida he pasado por muy malos momentos, pero ninguno tan doloroso como ese, literalmente sentía como mi corazón se iba rompiendo. Los siguientes días eran de no poder creérselo, fueron horribles. ¿Cómo les cuentas tú eso a tus padres?  Mi padre no paraba de llorar. Tenía lo que hoy en día clasifican como un niño especial.

Una semana después del diagnostico estaba hablando con una amiga mía y cuando le dije que  el peque era especial me riño. Me dijo que mi hijo era el mismo ahora que hacía una semana o quince días. Si hasta ese momento le había tratado como un niño normal no tenía porque ahora tratarle de forma diferente. Lo que tenía que hacer era ayudarle a salvar el obstáculo  que tenía en comparación con los otros chicos. Seguía siendo un niño como cualquier otro. He comentado esto porque no voy a tratar el valor de la diversidad. El lema del cole al que ahora va Terremoto es «todos iguales todos diferentes«. A menudo cuando la gente se refiere a esta frase suele ser para indicar diferencias sociales, culturales, religiosas, de sexo, edad… normalmente se olvidan de las otras. El hecho de que vuestros hijos jueguen con ellos, les saluden o les den una palmadita en la espalda no implica que se contagie. Muchas veces parece que la gente debe pensar esto. Me gustaría que la gente fuera más consciente del daño que pueden hacer a esos niños y a sus familias ya que es algo que le puede tocar a cualquiera sin distinción de raza, religión, cultura, diferencia social y tanto afecta a niños como a niñas y es para siempre desde que naces hasta que eres viejo. Los primeros años después del diagnóstico recuerdo que cuando salía a la calle y veía todos los niños con sus padres me daban cierta envidia y pensaba porque me había tocado a mí. Mi cura de humildad la tenía todas las tardes cuando iba a buscar a Terremoto a su anterior colegio. A esa hora cuando salía de casa paraba enfrente un autocar de un cole para niños con síndrome de Down. Entonces pensaba que posiblemente cualquiera de esos padres mataría por tener el tipo de niño que tenía yo y que no tenía ningún motivo para quejarme. Aunque bien pensado, aunque sus hijos fueran “diferentes”, también eran unos niños iguales al mio y a los demás… que fácil nos resultaría si la gente tuviera algo más de empatía.

Recuerdo que mi ex  solo decía que el niño no podría ir a la universidad. Yo en lo único en que pensaba era que mi objetivo sería que a la larga Terremoto llegue a ser una persona feliz. Los valores que rodean al término «persona» para conseguir realmente eso, alguien autónomo, con un futuro, una vida y unas expectativas mínimamente favorables, aceptado por los demás y lo que implica el sentirse feliz, es decir, el estar y sentirse conforme y a gusto con lo que se es o se ha llegado a ser.

Tras muchas batallitas que no entraré en ellas, un divorcio de mutuo acuerdo a los pocos meses del diagnóstico, acabamos en manos de un gabinete psicopedagógico y allí encontramos uno de nuestros primeros “ángeles de la guarda” fue Noemí. Ella primero y otros después fueron los que nos hicieron ver que antes de educar a Terremoto  teníamos que educarnos a nosotros.  Y aquí es cuando entra en juego la humildad de reconocer tus fallos y la fortaleza para querer mejorarlos y finalmente corregirlos. Los padres no somos perfectos ni mucho menos, nos queda mucho que aprender.

¿Cuando tenemos que empezar a prepararnos como padres? Yo creo que debería ser antes de buscar el hijo. Un amigo mio me comentó una vez, que un niño para ser feliz, debería haber oído la risa de su madre y la voz de su padre cuando estaba en el vientre. Otro compañero de trabajo me decía que los niños dependen tanto de su madre porque nosotras les llevamos nueve meses de ventaja. Todo ese tiempo han estado oyendo nuestro corazón, nuestra voz, los ruidos de nuestro interior y no empiezan a oír los del padre hasta que salen. Creo que los dos tienen algo de razón. El niño tendría que oír más a menudo la voz de su padre que le dice cosas en el vientre de la madre, sería una forma de compensar estos nueve meses. De irnos mentalizando que la educación de un hijo es cosa de dos y empieza lo más pronto posible por eso hay que compartir desde un principio.

Me he encontrado con gente que decía que había buscado el niño o bien porque estaba hartos de oír las quejas de la madre/suegra recriminándoles que ya era hora de ser abuela;  porque sus amigos tenían todos hijos y así al menos se sentirían otra vez más incorporados en el grupo;  o bien porque se les estaba pasando el arroz. Como si la maternidad fuera un picnic en la Malvarrosa. Hay que tener muy claro que se quiere ser padre porque cuando esa criaturita salga tú vida cambiará radicalmente y dejaras de vivir para ti durante mucho tiempo.  Un padre tiene que ser lo menos egoísta posible ya que su prioridad debe ser su hijo, no su propio bien. Tiene que ser generoso. También tiene que aprender a amarlo y comunicarse con él lo antes posible.

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