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Algunas divagaciones sobre ordenar la casa: papeles, facturas, publicidad…

5 Mar

Son varios los blogs de esta querida blogoesfera en los que se comenta como se las apaña uno para organizar su casa en el menor tiempo posible. Conseguir eso es la panacea para cualquier ama/amo de casa y si encima trabaja y tiene hijos ya ni hablemos. No os voy a dar ahora una receta milagro ni tan siquiera un planning elaborado de como me lo monto, pero sí os voy a comentar algunas cositas que por un momento de pereza se nos puede llegar a crear una montaña en nuestra contra.

Tengo cierta experiencia en el mundo de las casas desordenadas. Mi ex era la persona más ordenada y escrupulosa que he conocido en su lugar de trabajo, pero curiosamente, al mismo tiempo era la personalización de la teoría del caos versión casera. Cosa que entraba y dejaba en un sitio, allí se censaba, reproducía y jubilaba hasta que yo pasaba por allí tras varios meses de cohabitar juntos y la eliminaba. Tengo que decir en su defensa que su madre nunca le inculcó mucho eso de ordenar su cuarto, al que familiarmente llamaba leonera. Por eso hace unos días os puse el post sobre enseñar a nuestros hijos las tareas domésticas, porque lo he vivido en carne propia. Así que el consejo número uno, si tenéis hijos y no lo habéis leído, es daros un garbeo por vuestro bien por el post comentado.

Después de más de veinte años como ama de casa he llegado a la conclusión de que sobre todo hay dos cosas que juegan en contra nuestra a la hora de conseguir que una casa sea un hogar. Una es no disponer de un lugar para cada cosa. Ese lugar debe existir y respetarse y evidentemente ser conocido por todos los miembros de la familia. Cuando algo se emplea y ya no se usa, automáticamente a su sitio y no dejarlo tirado paseándose por allí. Vamos, que cuando maridín ha empleado las tijeras para recortarse la barba, estas deben volver a su sitio y no quedarse tiradas por el baño, por ejemplo.

La segunda es precisamente esa pereza del tipo “ahora estoy agotada lo dejo aquí encima y mañana lo recojo”, pero mañana el  montón será el doble. Como decía Don Pantuflo Zapatilla, papá de Zipi y Zape, «la pereza es la madre de todos los vicios» y en el caso de la organización casera es la madre, la reina y la emperatriz. Así que si conseguimos mentalizarnos sólo con estas dos cosas lograremos que el caos no nos devore.

Puede que alguien piense que mi casa es como una tacita de plata que brilla como los chorros del oro y nada más lejos de la realidad. Mi casa es una casa normal con cuatro personas que vivimos en ella. Una de ellas, Tsunami, de tan sólo tres años y medio con un montón de juguetes, ganas de descubrir cosas y pintarrajear o cortar hojas. Mi casa no es más especial que otra y alguna vez soy presa de la pereza, el cansancio, un bajón o un extra organizativo generalmente relacionado con los peques (como hace poco con los disfraces de carnaval) y muchas veces mi casa ha parecido un antro caótico. Pero una cosa es que tenga juguetes por en medio y me falte ese día barrer y otra es que todas las habitaciones sean una jungla salvaje donde encontrar el inalámbrico sea cuestión de irte llamando con el móvil e ir siguiendo el timbre hasta encontrarlo debajo de vaya usted a saber que montón de objetos diversos.

Así que aquí van unos pequeños esbozos que supongo muchos usaran pero que no está de más recordar y sobre todo si alguien tiene alguna sugerencia se agradecería que nos la pusiera en los comentarios para así entre todos dar nuevas sugerencia que a mi menda tampoco le van mal algunos consejitos nuevos.

 

Hoy trataremos el tema del papeleo, empecemos por el correo. El correo o mejor dicho, las facturas y los papelitos del banco con los extractos de los movimientos de la cuenta corriente y la publicidad adjunta en su interior para tener una funda nórdica o una batería última generación o las toallas de turno por una módica inmovilización de 7.000 euros de tu cuenta durante tres meses.

Que levante la mano quien no ha recogido este tipo de correspondencia y se ha quedado unos cuantos días paseándose sobre la mesa de la cocina o del despachito (véase mesa del ordenata) antes de ser liquidada. Sé que da mucha pereza, pero cuando antes nos deshagamos de este papeleo mejor.

¿Cómo hacerlo? Pues lo ideal sería que tuviéramos una carpeta, cajas, acordeón… donde habitualmente guardáramos las facturas. Yo tengo un archivador de cartón que compré en una tienda de cosas de papelería, busque el más baratito, es verde pistacho y sin pretensiones decorativas porque está guardado en un armario. Tiene cuatro cajones tamaño folio que le permiten guardar bastantes papeles. El cajón de arriba para las de gas y electricidad. Segundo para las de agua. Tercero para las de teléfono fijo y móvil. Cuarto para documentos más delicados tipo IBI, declaraciones de hacienda, libro de familia, etc. Yo uso ese archivador, pero por ejemplo mi padre tiene unas cuantas cajas rectangulares con el nombre encima de cada una que hacen la misma función pero en plan más cutre aún que lo mío pero igual de práctico. La versión de unas cuantas carpetas normalitas todas en el mismo cajón o mueble también es muy válida.

Cada vez que llega alguna factura se abre el sobre, se mira si es correcto, se tira el sobre y la publicidad adjunta y la factura se coloca en su cajón. Luego cuando tengamos tiempo y el cajón lleno, las coloco por orden cronológicamente y por años cogidas con un folio doblado donde escribo en grande el año y el concepto y engancho con un clip para que no se caiga el contenido. Es entonces después de tener estos grupos por años cuando yo las suelo guardar en una carpeta de esas normales de cartón azul con elásticos. Cada ciertos años se irán tirando las facturas que ya no proceden por haber caducado.

Para las garantías y manuales de instrucciones de los aparatejos y electrodomésticos que pululan por el hogar, soy aún más práctica. En el mismo mueble de las facturas tengo dos cajas de unos puzles que enmarcamos, son chulas y tienen una buena capacidad cada una además de ser un poco más grandes que un folio. Así que garantía e instrucciones que entran en casa, directas a la caja tras haber leído el funcionamiento del aparato. Sé que puede parecer un poco caótico allí todo junto y es cierto que conviene también de tanto en tanto darle una ojeada, porque podemos encontrarnos con papeles de aparatos que hace años se jubilaron de nuestro hogar. Pero al menos sé que cada vez que busco una factura o un manual estará en ese montón y como se han colocado juntas unas sobre otras no resulta tan difícil localizarlas. Al fin y al cabo tampoco tenemos tantos y tantos electrodomésticos en casa como para que no quepan en dos cajas.

La publicidad, revistas, periódicos y libros: Eso también causa montañas si uno no se pone. Primeramente os aconsejaría que no montarais una colección de revistas en casa si no disponéis de espacio para guardarlas. Lo de ya les buscaré un sitio no suele funcionar y al final algo tiene que desaparecer de en medio. También debemos tomar la misma precaución con los libros. He visto en algunas webs de decoración que lo de tener libros amontonados en el suelo está en moda, pero yo no lo veo ni higiénico ni práctico, sobre todo por los ácaros y las alergias y por lo poco práctico que supone tener montones de papeles por el suelo cuando se tiene que fregar. Si os gusta alguna revista de decoración, de moda o bien os entusiasma la lectura pero no tenéis sitio en casa, pensad en la opción de consultarla o pedirla en préstamo a una biblioteca, que muchas disponen de ese servicio. Os lo comento porque hay personas que no son conscientes de que además de libros también hay revistas y puede ser una solución muy buena y que no nos causa problemas de espacio en casa.

También es aconsejable tener un sitio o dos, si acostumbráis a leer en la cama, donde habitualmente tengáis el libro que leéis. Lo de dejar las cosas por lugares poco habituales y luego empezar a entrar en todas las habitaciones o que puedan mancharse no resulta muy práctico.

Las revistas que sólo compramos para cotorrear que se cuece por el mundo y que luego tiramos o nos vienen como suplemento del periódico, son las que deben desaparecer en un tiempo prudencial. Algunas personas disponen de revisteros, otros tienen un espacio sobre un estante o una mesa para tenerlas, pero hay que vigilar estas zonas, a la que se desborden toca revisión y decirles ciao, ciao.

En casa somos de los que reciclamos. Sé que alguno me podría decir que no tiene sitio para colocar tanto cubo de basura, pero bien pensado una simple bolsa de papel de esas que en ocasiones te dan en algunas tiendas, al lado del cubo o colgada del respaldo de una de las sillas de la cocina ya sería suficiente para separar la parte de papel y cartón. Pensad que no sólo contribuimos con el medio ambiente, también proporcionamos un empleo a todas aquellas personas que se encargan de su recogida y posterior tratamiento y en el fondo no nos cuesta tanto separar si uno quiere. Cuando llega algo de publicidad me lo miro y si no hay nada interesante se va enseguida a esa bolsa. Si la publicidad es de tipo «tecnología punta» se la paso a mi chico por si hay algo que le interese y sino a la bolsa de papel. En esta bolsa también se van los envases de cartón y los sobres de las cartas, así como los listados del banco una vez comprobados y debidamente hechos pedacitos, que una tiene la manía de no tirar nada con sus datos y que alguien rebuscando en los contenedores pueda acceder a esa información. Los tropecientos mil dibujos de mis nenes, una vez seleccionados y salvados unos pocos para guardar, también van directamente al reciclaje ya que por mucho que nos guste es imposible quedarse con absolutamente todo lo que crean nuestros angelitos. También irían las revistas y periódicos antiguos si los comprara, cosa que confieso no hago.

Los expedientes médicos. Confieso que dudo que muchas tengáis este problema, pero en mi caso es así. Terremoto tiene una colección de pruebas médicas, informes, análisis que me desbordaban, así que para evitar el descontrol me compré una carpeta bien gruesa de anillas. La dividí por temáticas del tipo informes médicos, análisis, tacs, electros, papeles minusvalía, educación. En cada apartado guardo estos papeles dentro de sobres de plástico transparentes con anillas, así no tengo que ir haciendo agujeritos y los puedo sacar y guardar sin problemas. Cuando por un motivo especial han tenido que revisar al peque, cojo todo el expediente y me lo llevo.

Títulos y certificados de cursos. Para estos documentos adopto el mismo sistema que para los papeles médicos de Terremoto que acabo de explicar en el párrafo anterior, solo que ciertos títulos tienen un formato mayor y para estos uso una carpeta adyacente de mayor tamaño. En este caso tengo los títulos de EGB, BUP, la selectividad, Titulo de universidad y luego todos los cursillos separándolos por temáticas y cronológicamente.

Como veis con estas pequeñas recomendaciones y un poco de disciplina se pueden controlar unos cuantos puntos conflictivos. Espero haberos dado alguna idea y que os sean prácticas. De momento os dejo con el tema papeles, otro día más adelante, trataremos otros temas. Ciao, ciao.

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Los disfraces de este año de Terremoto y Tsunami y como las cosas siempre se complican en el último momento

27 Feb

Hace ya unos días que ha pasado el Carnaval y pese a todo veo en la estadística que cada día hay algunas personas que entran buscando los disfraces de los peques. No tengo claro si es que se quedaron con eso para buscarme, o bien que les faltó tiempo para acabarlo y ahora lo hacen, o bien que son una familia muy previsora y se han puesto con tiempo para elaborar el del año que viene. Algo de eso o resulta que en otro lado del planeta están ahora con estas fiestas y yo sin enterarme. Vista esta asiduidad de entradas directas hacia los disfraces hoy os voy a enseñar el que han llevado Terremoto y Tsunami este año. No os pongo tutorial porque ninguno de los dos esta elaborado artesanalmente… bueno… un poquito, aunque os iré contando lo que es durante la presentación de los dos modelos. Así que…

…Ladies and gentlemen, tomen asiento porque la pasarela de moda de este carnaval 2013 versión de casa está a punto de empezar. En primer lugar va a desfilar Terremoto con el vestido que más ilusión le ha hecho en mucho tiempo. Un auténtico traje de cocinero, pero de los de verdad, homologado, con certificado y todo eso.

Todos sabéis la afición de mi hijo por los fogones. Este año me había pedido un disfraz de cocinero. Tenemos por casa un delantal auténtico de la escuela de hostelería de Mallorca que hace años me regalaron y casi no lo hemos usado y también tenemos unos gorros de cocina. El delantal lo encontré enseguida, pero no se que ha pasado con el gorro grande que no aparecía, sólo el pequeño y ese le viene bien a Tsunami. Así que fui a la tienda de disfraces a ver si había algo, pero sólo encontré gorros sueltos y nada más. Cerca del trabajo además de la tienda de disfraces hay una tienda de uniformes de hostelería, así que entré a mirar. Creía que me pedirían un dineral ya que hace unos años buscando un gorro de cocina me pidieron algo desorbitante y por eso los que tienen eran de la tienda de los disfraces. Para mi sorpresa o los precios habían bajado o hace años alguien me quiso tomar el pelo. Me pidieron poco menos de veinte euros por una chaquetilla auténtica y oficial de cocinero. Una chulada en manga larga y muy bien acabada. Y tan sólo unos diez euros por el gorro tipo champiñón, como los de la tele. Evidentemente mire que la talla fuera la suya y se vinieron conmigo a casa. Era un martes y llegué que Terremoto se había acabado de meter en la cama. Recuerdo que entré en su cuarto, él estaba sentado en la cama, le saqué la chaquetilla y el sombrero de la bolsa y el pobre se cayó de espaldas sobre la cama. Rápidamente se levantó a probársela y casi se le salían los lagrimoncillos por el rabillo del ojo. Le dije que ya que tiene muchas posibilidades que dentro de unos años estudie cocina (si en el cole lo siguen dando ya que este año es el primero que lo han puesto para los más mayores) pues que además de disfrazarnos íbamos a empezar a tener el uniforme profesional.

Sé que el traje oficial es con unos pantalones de cuadros, pero esos ya los adquiriremos cuando se ponga a estudiar de verdad. Para el disfraz usamos unos pantalones negros y unos zapatos negros normales. Delante, pero con el pecho escondido debajo de la faldilla, llevaba el delantal de la escuela de cocina, jeje. Y para rematarlo decidimos que ese cocinero iba a ser italiano, concretamente el Chef Terremoto de la pizzería Il forno di Chopet. Por si no lo sabéis, Chopet es su cocodrilín preferido que ha sido como su hermano desde que llegó a nuestra casa, un día os hablaré de este cocodrilín simpaticón. Pero resulta que no teníamos caja de pizza. Así que no había excusa, el fin de semana tocó ir a comprar una y llevarla a casa, luego fotografiamos al peluche con la pizza, se imprimió en un papel la foto y se pegó en la caja junto a un letrero de la tratoria Il forno di Chopet.

Pero, pero, pero, ya sabeis lo que le gusta al sr. Murphy venir a meter las narices en esta casa. Así que justo cuando lo tenía todo montado nos dicen del cole que debido a un concurso de dibujos que han hecho les hacía ilusión que Terremoto fuera de cocodrilo super héroe. Tengo que decir que más o menos tenía cosas con las que improvisarlo, pero tenía que ponerme y retocar y buscar varias más. Terremoto  a veces es un buenazo y para no decir que no es capaz de tragarse algún marrón. Así que aparcamos el de cocinero que sólo le quedaba acortar un poco las mangas y nos pusimos a improvisar el de cocodrilo. Unos días antes me confiesa todo compungido que a los niños les hace ilusión lo de cocodrilo superhéroe pero el que realmente le entusiasmaba a él era el de cocinero. Vuelvo a decidir que me quedo con el de cocinero y fue cuando hicimos la caja de la piza. El día antes de su fiesta de disfraces que era el viernes, Tsunami tuvo la de su cole y después de la fiesta del cole de Tsunami, Terremoto tenía visita a la neuropediatra. Yo había calculado que ese jueves me bastaba para acabarlo y los días anteriores me dediqué al de Tsunami. En el cole de Tsunami hacen la fiesta, ya os lo contaré algo más abajo, y cuando salimos voy a la neuropediatra directamente y mi ex recoge a Terremoto del cole y lo lleva a la doctora. Cuando la neuróloga está visitando al peque me cuenta el papá que el director del cole les ha dicho que hay concurso de disfraces de superhéroes y que confía en el Terremoto vaya de cocodrilo. Yo ya flipaba en colores, luego veréis porque. Al final cuando llegamos a casa yo a punto de tener casi un colapso nervioso, Terremoto me dice casi llorando que todos le piden el de cocodrilo como el dibujo que hizo pero que a él le hacía mucha ilusión ir de auténtico cocinero. Así que decidí que si el director y los niños quieren un cocodrilo superhéroe que se vayan al zoo de Barcelona y le pongan una capita y unos calzoncillos rojos a los inquilinos del sector patrocinado por Lacoste, que no es broma que ese recinto está apadrinado por esa casa. Por la noche cuando todos se hubieron acostado, me quedé a acortarle las mangas y ajustar cuatro cositas, luego le metí un discurso reivindicativo a su profe contándole que si la fiesta es para que los nenes se lo pasen bien yo prefería que fuera de lo que le gustaba y lo sentía por el concurso del director. La profe me respondió que no estaba enterada de ese comentario que le habían hecho a mi ex pero que coincidía conmigo y que había hecho muy bien en respetar los deseos del niño.

Y aquí tenéis a nuestro pizzero particular antes de ir por la mañana al cole el viernes.IMG_3270

 

Ahora le toca el turno a Tsunami. Realmente el disfraz que le hicimos común a todos los peques de la clase que iban disfrazados del mismo cuadro. Si me lo permitís prefiero mantener en el anonimato ese disfraz porque fue una cosa más conjunta del cole y de la clase. Os diré que fue una fiesta magnífica y que acabó con baile en uno de los patios, nuevamente los de ESO vendiendo tartas y refrescos para subvencionarse su viaje de estudios del año que viene y los más peques acabaron persiguiendo a las maestras, montando una conga con ellas y luego bailando a corro profes y peques. Justo en ese momento, al final de la fiesta, cuando sólo me quedaba disfrazar al día siguiente a Terremoto, va la profe y nos dice que si queremos mañana pueden ir al cole vestidos de los que más les guste.  Evidentemente, a Tsunami le pareció magnífica esta proposición, pero a mí me pillo como dicen los pintores «in braguetone».

Hago ahora un punto y aparte para comentaros algo que puede ser de interés a todas las mamás que aún no han entrado en esta vorágine de los disfraces de sus peques. Tengo la suerte, se mire como se mire, de que a Terremoto le encantan los disfraces, desde que era un renacuajo. En casa hace años que compramos un baúl de plástico amarillo parecido a un cofre del tesoro pirata y lo convertimos en el cofre de los disfraces. Actualmente hay mucho más que un cofre. En él guardábamos todos los disfraces que habíamos hecho. También se guardaban objetos que pudieran usarse como complementos de disfraces, vamos, que te han regalado un pañuelo de cuello chulo pero que se pega pedradas con el tipo de ropa que llevas… al baúl de los disfraces; que un día te vas a hacer una prueba y te hacen poner una bata de papel y luego hay que tirarla… te la llevas y al baúl de los disfraces; que has ido a la doctora y la enfermera les ha dado unos guantes para hacer unos globos y tenemos dos sin hinchar… al baúl de los disfraces; que rebuscando por casa del abuelo descubren que tenía guardado las enaguas (véase cancán) que llevaba debajo de mi vestido de comunión… para mi vergüenza también se fueron al baúl de los disfraces; que el abuelo se ha comprado un sombrero pero luego decide que no le viene bien y como ya está usado no se puede devolver… al baúl de los disfraces… Como veis, el baúl de los disfraces se alimenta de las cosas más variadas, de caretas que les han regalado, de otras que hicieron en el cole, de un cinturón que no nos gusta. Todo sirve. Así que mamis, id montando un cofre, baúl o caja de disfraces, porque os solventarán más de un marrón y vuestros peques disfrutarán presentándose un día ante vosotros vestidos de vieja en plan doña Croqueta.

Como podéis imaginar, después de casi doce años de disfraces para carnaval, más sus respectivos Halloween, más algunos que se compró por placer, más otros que tuve que hacer cuando hizo teatro en el cole… tenemos unos pedazos de baúles en condiciones de ir buscando atrezzo para improvisar un disfraz a Tsunami.

Despuées de este pequeño inciso publicitario en favor del fondo de armario carnavalesco sigo con el relato. Ya veis que en menos de una hora se me encomendaron dos pequeños marrones, improvisar algo para Tsunami y ver al final que hacía con el pobre Terremoto. Ya sabéis que al final el mayor hizo realidad sus sueños y yo pensaba que cuando llegara a casa buscaría el disfraz de búho que os había puesto del año anterior en la escoleta y lo volvería a llevar pero ahora en el cole de mayores. Problema, que yo recuerdo que hacía unas semanas lo había localizado y había dicho “lo voy a guardar aquí para tenerlo a mano por si lo necesito estos días” y cosa poco habitual en mí, no logré recordar donde estaba ese aquí. Mira que lo intente pero no lo recordaba. Cuando llegue a casa mi pareja tuvo que salir un momento y yo me quedé con mi ex y los dos niños, yo buscando el disfraz. A estos tres no se les ocurre otra brillante idea más que ponerse a jugar al escondite zombi, que por si nadie lo sabe (supongo que nadie debe saberlo porque se lo acababan de inventar) es a escondite pero cerrando todas las luces. Ya me tenéis a mí buscando por las habitaciones, Tsunami cerrándome las luces. Al final estaba buscando con una linterna porque yo soy muy mala para andar a oscuras y me pego unos  porrazos por todas partes. Por suerte para mí, llegó el papa de Tsunami justo a tiempo antes de que me comiera a ese trio con patatas fritas y kétchup. Cuando todo se hubo calmado di por inútil el seguir buscando y decidí echar mano de la caja de disfraces. Así que finalmente Tsunami fue de caballero medieval.

Lo único que le hice fue una hacha con cartón, ya que teníamos una de plástico, pero el peque te pegaba unas natas con ella que ya me veía yo a la maestra quejándose de que el muy bestia le habría saltado los piños a unos cuantos niños y amoratado unos cuantos ojos. Ante un posible y esta vez real tsunami en su clase optamos por la versión menos agresiva y a la vez chula. Esta parte la hice cuando acabé de arreglar el traje de Terremoto, al final me fui a acostar a la una y media. Al día siguiente los dos nenes estaban contentos con sus vestidos y yo ojerosa y cansada como cada año cuando tengo un reto de carnaval, no sé como me las arreglo, aunque me ponga un mes antes siempre acabo yendo a dormir después de la una… debe ser también cosa del tal Murphy que se ha liado con un tal Morfeo para reírse un año más a mi costa.

Como veis Tsunami lleva, una especie de camisa gris rajada que es de un disfraz de pirata, una capa de cuando el mayor se disfrazó de mosquetero, una banda en la cintura también de un disfraz de capitán pirata, un casco de caballero medieval que compramos en una fireta y aunque no lo parezca es de platico y finalmente el hacha de cartón por si las mosquis. Y aquí tenéis a nuestro segundo protagonista de la pasarela antes de salir de casa hacia el cole, todo chulo él poniendo pose del personaje.

Así que familia, ya sabéis, para un disfraz no previsto, no hay nada mejor que imaginación y un buen arsenal en un cajón te salvará. Por hoy se acaba la función, querido público, otro día más.

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Dar responsabilidades domésticas a tus hijos (2ª parte): Nuestra experiencia, con la ayuda del psicólogo del cole y un temporizador de cocina.

13 Feb

Cuando Terremoto pasó al cole donde va ahora yo estaba agobiadísima con un montón de responsabilidades. El despertarse cada mañana, conseguir que se vistiera, llevarlo al colegio y luego conseguir que su padre o yo llegáramos al trabajo era una constante maratón de pruebas hercúleas. Así que en una se las reuniones que tuvimos con el psicólogo del cole que ese año supervisaba al peque le planteamos ese tema. Creo que por una vez en mi vida fui una privilegiada frente a otros padres, ya que este señor nos montó un plan y nos dio unas directrices que hicieron que nuestra subsistencia fuera más llevadera e incluso agradable a largo plazo.

El psicólogo nos propuso un plan para ir introduciendo a Terremoto en las obligaciones de la vida domestica. Se plantearon diversas actividades cotidianas que poco a poco se irían trabajando. Era cuestión de enseñar al niño a crear hábitos. Estaban las relacionadas con la higiene como lavarse los dientes siempre que acababa una comida y no cuando tú se lo recordabas, la de saber ducharse y lavarse la cabeza solo y luego llevar la ropa sucia cada vez que se duchaba o desvestía al cesto de la ropa sucia. Estaban las domesticas como la de tener ordenada y limpia su habitación si deseaba tener una habitación de niño y no de pequeñajo, aprender bien las normas de la casa y si sacas o ensucias una cosa retirarla al acabar y limpiarlo luego. Y finalmente aunque fue la primera que empezamos a trabajar, estaban los hábitos matutinos, es decir, vestirse sólo y una vez conseguido esto hacerse su cama antes de partir hacia el colegio. Vamos, el sueño de muchas madres con hijos acomodados.

Puesto que Terremoto vivía en dos casas, normalmente la mía y la de mi ex cuando le tocaba estar con él, el psicólogo nos citaba por separado y quincenalmente a cada uno de los dos. De esta forma cada semana tenía una cita con uno de los dos y cuando él lo estimaba oportuno montaba una conjunta. Nos dio una hojas en las que se tenía que apuntar cada día las horas de todo los que había pasado, los tiempos dedicados, como habíamos actuado nosotros y como había actuado el niño. Para trabajar con Terremoto sólo tuvimos que comprar una cosa, un temporizador de cocina, ese que tradicionalmente se ha empleado para hacer unos huevos duros y que solía tener forma de huevo, aunque en nuestro caso tiene forma de limón.

Antes de empezar tanto nosotros como el psicólogo explicó a Terremoto en que consistiría todo y en las ventajas que iba a tener si lo hacía. Si cumplía sus objetivos le podíamos llevar un día al cine o a comer a un restaurante que quisiera o ir a alguna parte que le gustara. Si no cumplía pues simplemente no se hacía ese extra y se seguía con la vida normal. El portarse muy mal y no cooperar en nada implicaba que no se le castigaría pero que se le quitarían temporalmente algunos privilegios que a él le gustaban mucho, como por ejemplo no disponer de mando a distancia y no poder poner la tele en su cuarto.

En esa época yo cometía muchos fallos. Por la mañana despertaba a Terremoto y le costaba mucho arrancar. Si le ponía la tele arrancaba mejor pero se quedaba en babia. Al final tras entrar muchas veces en su cuarto y decirle que se vistiera era yo la que cogía la prenda, le quitaba el pijama y le embutía el jersey por la cabeza. Luego la pelea era conseguir que se pusiera a comer, porque la casa donde vivía antes era muy pequeña y la cocina no permitía desayunar sentado, yo lo hacia de pie pero no era cuestión que el niño desayunara de pie, así que lo hacía en la sala y evidentemente al entrar en ella lo primero que hacía era poner de nuevo la tele. De nuevo se quedaba en babia mirando los dibujos. Mientras yo intentaba acabar de desayunar y lavarme un poco, hacía mi cama y la de Terremoto, recogía un poco su cuarto, le preparaba su desayuno y su merienda, hacia la mochila, abría ventanas, fregaba el desayuno, sacaba la comida de la nevera o el congelador (cuando me acordaba) y entre una cosa y otra iba pasando por la sala para recordarle que tenía que tomar su desayuno. Al final tenía casi que ponerme a su lado y discutir con él apagándole la tele y evidentemente él se enfadaba y no es que colaborara mucho. Yo le decía que si llegábamos cada día así de tarde acabarían despidiéndonos y luego no tendríamos que comer. Pero ese argumento le resbalaba y no causaba los efectos que yo deseaba. Después de conseguir que desayunara tenía otra batalla para que se pusiera los zapatos, porque siempre se le olvidaba ponerse los zapatos y luego que se lavara los dientes y se pusiera la cazadora y la mochila y salir pitando hacia el parking de papá para que lo llevara al cole. Obvio decir que lo de salir pitando es un eufemismo porque de pitando nada, más bien pidiendo a un pie permiso para dar el siguiente paso y luego el otro pie haciendo lo mismo. Dejaba el paquete correo-postal a mi ex, que ya llegaba tarde al trabajo como yo y  salía volando como alma que persigue el diablo corriendo hacia mi trabajo. La consecuencia que teníamos mi ex y yo aparte de que eso no era calidad de vida es que podíamos llegar un tiempo determinado cada día más tarde, pero luego teníamos que hacer ese mismo tiempo a la hora de la salida, con lo que la tarde, sus prisas y sus desplazamientos y comida (cuando podíamos que lo de no comer  por no tener tiempo o hacerlo de cualquier bocadillo o empanada salada de la pastelería por la calle mientras ibas a casa, ocurría en más de una ocasión ) pues todo eso empezaba con un cierto retraso, estrés y aceleración no muy sana. Eso aparte de las labores rutinarias de cada hogar. Os podéis imaginar pues que cuando alguien te propone que vas a tener que trabajar duro unos meses pero que luego todo eso se volatilizará es recibido con mayor regocijo que cuando te enteras que te ha tocado el premio gordo de la lotería.

Empezamos con lo de levantarse y vestir, el resto de actividades siguieron el mismo esquema así que no os voy a explicar una a una como se consiguieron.

El niño como os he dicho estaba más que informado de como funcionaba todo y lo había aceptado. Si quería tener una habitación de mayor y hacer cosas de mayor y no de bebé tenía que aprender a portarse como tal. Si no lo hacía se le pasaría a la clase de los bebes y se le volvería a montar una habitación de pequeñajo y por supuesto sin tele ni video. El premio era ganarse lo que tenía y con el tiempo obtener nuevos privilegios inherentes a la edad y su evolución.

Por la mañana lo despertaba, le recordaba lo que debía hacer y le ponía toda la ropa sobre la cama. Dejaba un momento para asegurarme de que el niño realmente estuviera sentado en su cama y despierto. No era cuestión de que no se enterase de que el ritual matutino había empezado y se quedara grogui.

Cuando al cabo de unos minutos ya estaba consciente y siempre con la tele apagada, se ponía el temporizador en marcha. Al principio se le daba media hora para vestirse y ponerse los zapatos. Luego se bajó a veinte minutos, luego a quince, diez y cuando acabamos lo hacía en cinco.

El temporizador se ponía en marcha, se le avisaba que el tiempo empezaba a contar. Nosotros no teníamos que intervenir. Si el niño nos pedía cuanto tiempo faltaba le respondíamos. Cuando faltaban 10 minutos se lo comentábamos, luego también se lo comentábamos de nuevo cuando faltaban 5. Las normas establecían que él no podría manipular el temporizador, si lo hacía quedaba penalizado y se le quitaba un privilegio que habíamos consensuado antes con el psicólogo y con él. Si teníamos sospechas de que lo manipularía lo dejamos un poco más lejos de su alcance o lo teníamos en la cocina y le íbamos informando, aunque lo suyo era que él pudiera ver el tiempo que le faltaba para llegar a 0 y que sonara el timbre.  Una vez que sonara el timbre el niño iba al colegio con lo que llevara puesto encima, si aún iba en pijama pues en pijama y si estaba a medias pues a medias. Os comento que afortunadamente esto no ocurrió, supongo que la vergüenza de verse así todo el día ante sus compañeros hacía que cuando le recordabas los 10 minutos empezara a volar. En ocasiones lo que ocurría era que se estaba acabando de poner una prenda, en este caso se le dejaba acabar de colocarla (tampoco era cuestión de ponerse en plan capullos con el peque).

Tengo que reconocer que al principio costó un poco. Tuvimos nuestros disgustos y nuestros momentos. El psicólogo nos dio una gran ayuda ya que luego hablaba cada día con Terremoto y le iba comentando también a él las cosas y entre todos lo fuimos logrando. Otra parte muy importante de las normas era que para bajar un poco el tiempo debía llevar al menos una semana cumpliendo ese horario. Cuando se bajaba el tiempo se le comunicaba. Se le decía que era porque había conseguido una de las metas, se le daba mucho refuerzo positivo remarcando lo bien que lo había hecho y lo mucho que confiabas en que siguiera así y pronto superara el siguiente. Poco a poco empezó a sentirse más responsable. Había día que no quería y teníamos algún retraso. Entonces en la reunión de la semana al final de ella, el psicólogo hablaba con nosotros y con Terremoto y establecía que ese fin de semana no se había ganado su premio. Sorprendentemente lo solía aceptar más o menos bien.

El psicólogo nos contó que según los estudios, cuando una persona realiza una rutina durante al menos 21 días seguidos, esa rutina pasa a incorporarse como algo habitual en su vida y suele adoptarla y aceptarla.

Lo cierto es que con Terremoto nos fue tan bien que incluso ahora con sus 14 años sigue con todo lo que en su momento le ensañamos y no ha habido nunca ningún problemas. Él considera que eso es algo natural que hay que hacer cada día y lo hace. Su cuarto es su responsabilidad y salvo que ese mediodía yo le tenga que lavar las sábanas, cada mañana él se viste y deja su cama hecha antes de venir a desayunar.

Ahora le estoy introduciendo otras rutinas, como es que se prepara él el desayuno por las mañanas. Algunas veces reconozco que yo le he preparado la comida, pero generalmente el hace su desayuno y su leche chocolatada, es su trabajo, luego debe recogerlo y dejarlo en el fregadero. También me gustaría trabajarle el poner la lavadora, pero por mis horarios suelo ponerla antes de que él llegue al cole y tampoco me importa mucho porque sé que es muy fácil y lo pillará pronto. Terremoto suele apuntarse a vaciar la secadora cuando oye que pita. Lleva la ropa a la sala y cuando la he doblado él se encarga de la suya y se la lleva a su cuarto y la coloca.

Como veis el ir introduciendo a los niños en las tareas domésticas no sólo es algo positivo para su futuro, sino que también en unos años nos puede suponer a nosotros una gran ayuda en la casa. Sólo el trabajo que nos quitan y el que ya no nos dan extra vale la pena.

Sé que muchos me diréis que yo contaba con la ayuda de un psicólogo, pero si vuestra situación es muy extrema seguramente podríais hablarlo con el profesor o los psicólogos del colegio de vuestros hijos por si pueden colaborar.

Hoy cuando he llegado del trabajo he cogido la cámara, he entrado en el cuarto de Terremoto, he puesto el temporizador sobre la cama y he sacado esta foto. Así es como deja su habitación cada mañana mi niño, ¿no os parece una buena forma de tener responsabilidades?

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Dar responsabilidades domésticas a tus hijos (1ª parte): Algunos motivos por los cuales es conveniente hacerlo.

12 Feb

Cuando en la lotería de la vida te toca un hijo con las cualidades que tiene Terremoto, te planteas la vida de otra forma. Normalmente, priorizamos algunas cosas en las vidas de nuestros hijos como son los estudios, el deporte, el salir con los amigos. Otras, por el contrario, no son tan trabajadas o si lo son es de forma más suave, salvo que el niño muestre una especial inclinación natural para aprenderlas o hacerlas. ¿Cuantas veces no hemos entrado en un blog y hemos visto algún comentario en el que la madre se queja de que no puede abarcar con todo y se siente frustrada, infravalorada y triste consigo misma?, ¿quién no ha dicho alguna vez que no es una supermadre que no es más que una mujer y que necesita también un espacio y un tiempo para ella? Pues bien, tengo que deciros que en algunas ocasiones los detonantes de estas quejas nos los hemos buscado nosotras mismas. Así que antes de que saltéis sobre mí como leonas heridas os voy a explicar mi planteamiento y luego si no os he convencido, podéis servirme con patatas aliñadas con vinagreta y una salsa a vuestra elección.

Que los tiempos han cambiado eso es indiscutible. Que las prioridades en la vida de una mujer también. Ahora muchas madres son a su vez trabajadoras (de las que cobran un sueldo) trabajadoras en su hogar (es decir, amas de casa, son las que trabajan de sol a sol sin cobrar un sueldo por ello), madres (es decir, de las que se encargan de los hijos desde el mismo momento en que los han parido hasta que estos decidan emanciparse y no presentarse cada día en casa con la bolsa de la ropa sucia y el tupper lavado y dispuesto a llenar), también son esposas o parejas o como lo queráis llamar, vamos que tienen a su pareja viviendo con ella y la familia. Algunas, también además tienen una vida con amigas, gimnasio, ocio personal… pero eso es otra historia.

Muchas veces, o casi siempre, y no se muy bien porque motivo, si por cultura, por educación o porque debemos ser masocas sin saberlo. La mujer suele ser la que se carga con la mayor parte de trabajos de casa. Vamos a comprar, hacemos la comida, lavamos la ropa y la dejamos en su sitio, limpiamos la casa… no os estoy descubriendo nada nuevo así que ya sabéis de que hablo. Muchas veces nos quejamos de que nuestro churri no nos ayuda en nada. Otro porcentaje se queja de que su churri sólo hace algunas cosas pero al menos ya se sienten afortunadas. Otro porcentaje se queja de que el churri hace cosas pero las hace tan mal que al final son ellas que acaban haciéndolo todo (son los fiascos del grupo anterior). Algunas pueden presumir que los trabajos los hacen a media y realmente su nariz no crece desmesuradamente cuando dicen eso. Y sólo un pequeño porcentaje, al menos por los lares donde vivo, que en los países nórdicos parece que la cosa está más normalizada y modernizadas puede que sea otra cosa. Pues ese pequeño porcentaje puede decir que su churri suele hacer más cosas que ella y que viven como diosas del Olimpo… son «las afortunadas».

Aparte del churri. También os debe sonar eso de que los hijos a medida que crecen nos dan más trabajo. Sí queridas, siento deciros que lo peor no son los cólicos y los pañales, lo peor vendrá dentro de unos años. Cuando para entrar en el cuarto de vuestros hijos tengáis que empujar los montones de ropa por el suelo. También cuando vuestros hijos tengan casi treinta años y sigan viviendo en casa con vosotros y se vayan por la mañana a trabajar y dejen la cocina sin recoger con los platos y vasos por allí y la leche fuera de la nevera y por supuesto, la cama tal y como han salido de ella para que la hagáis vosotros. Los hijos pasan por casa como si fuera un hotel de “X” estrellas (esas dependen de la pericia y el aguante de sus progenitores) y sus únicas responsabilidades como he dicho al principio es estudiar, hacer deporte (no sea que nos salga canijo el niño y luego no se ligue a su churri y lo tengamos en casa hasta que el benjamín cumpla los cincuenta años) y evidentemente, su vida social (más de lo anterior y además, el niño tiene muy en cuenta este punto y nos lo recordará constantemente, que él quiere tener vida social aunque la de sus progenitores se reduzca a la de meros sirvientes-taxistas-secretarios-mayordomos… en fin. Padres modernos).

El que nuestro churri sea así y cueste cambiarlo… uffff…. que queréis que os diga… ya lo conocimos así, así que sabíamos con lo que nos quedábamos. Se que en su momento el lote estaba más musculado y tenía tableta de chocolate por barriga y ahora tiene algo más de grasa en sus músculos y la tableta de chocolate se ha convertido en un chocolate fondant que resbala y cuelga por debajo de su ombligo (o de su pecho en  otros caso) Queridas y queridos míos, el paso del tiempo es inexorable y nos pasa factura a todos, a ellos y a ellas. Sí, a nosotras también, porque antes éramos una jóvenes y lozanas mozas y ahora aquello que antes eran unos jugosos limoncitos, luego un terso meloncito y finalmente unos pimientos tostados. Seamos sensatos, aquí va un consejo extra. Cuando elijáis a vuestro churri no os quedéis sólo con el chocolate, mirad sobre todo su forma de ser, su simpatía, la forma en que hace las cosas, vuestras afinidades y que realmente vuestro amor sea sincero. El chocolate se funde pero todo esto perdura y suele mejorar y es lo que tendréis de premio con el paso del tiempo.

Pero perdonadme, me acabo de salir del tema. Como os decía el churri es el churri y va a portarse tal y como lo habéis conocido antes de juntaros. Se le puede mejorar un poco en el arte de que vaya adquiriendo habilidades domésticas, pero no esperéis milagros. Vuestro único consuelo será que vosotras habéis intentado hacer lo posible pero que tus suegros ya lo malograron en su juventud haciéndoselo ellos todo y claro. La culpa es de la familia política, faltaría plus.

Ahora viene mi pregunta. ¿Alguien se ha planteado que alguna vez ella será esa suegra que ha malcriado a ese futuro churri y que por su culpa va a no facilitar la vida de su futura nuera y por consiguiente la futura convivencia familiar de su hijo?

Permitidme que ahora abandone mi tono irónico y os hable más en serio. Cuando te viene un hijo como Terremoto hay muchas cosas que dejan de ser tan prioritarias como lo son para otras familias. Una de las principales preocupaciones que te cae encima como una losa y te quita el sueño es saber que será de su futuro y si lo tendrá. Es saber si sabrá valerse por si mismo. Saber si el día en que ninguno de sus progenitores estén en este mundo el hijo sabrá valerse por si mismo o será carne de matadero. Lo siento, pero es así de crudo.

Si alguien se queja de que su hijo le da mucho trabajo os puedo asegurar que en mi caso y en el de muchos otros padres nuestro trabajo es infinitamente mayor que el vuestro. El tiempo que una tiene para ella misma baila en una peligrosísima cuerda floja diaria debajo de la cual hay una gran cama de faquir dispuesta a deshinchar nuestro momento. Todo dependerá de infinidad de factores que muchas veces se nos escapan de las manos y no podemos controlar.

Siempre he creído que si amamos en algo a vuestros hijos tenemos que darles medios. Enseñad a darles independencia, no sólo por su futura churri, sino también para que pueda ir por la vida sin depender de nadie. Que pueda ir a estudiar a otra ciudad y no sobreviva de una lata de sardinas y una bolsa de pan de sándwich. Que cuando se independice no siga dependiendo de vosotros y que su piso no sea una leonera de tales proporciones que cuando alguien entre no pase del recibidor y salga despavorido. En fin, para que aprenda a tener una buena calidad de vida y vivirla mejor.

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Coordinando cenas

5 Oct

Hay cosas que en ocasiones son tan obvias que pasamos sobre ellas y no nos damos cuenta. Hoy os voy a contar un truco, si se le puede llamar así, de los que empleo para mi organización doméstica. Posiblemente muchas de vosotras ya lo ponéis en práctica en vuestras casas, pero lo comento por si alguien no había ido a caer en ello o por si la situación les viene de nuevo y tampoco habían pensado aún en montarlo.

Hace unos años puse en práctica algo así, se trataba de coordinar las cenas con las comidas del cole de Terremoto. Con un niño la cosa es relativamente sencilla y casi no se necesita montar esto, pero cuando tienes al menos dos niños que por ir uno a escoleta y el otro al cole, o bien a coles diferentes por eso de que en ocasiones no se tiene lo que uno querría o uno de ellos ya va a uno de esos institutos que tiene cafetería con menú, entonces es mucho más difícil coordinar dos o tres menús diferentes con una cena que resulte coherente para todos y alguien no acabe comiendo y cenando lo mismo o comiendo lo que ceno el día anterior o combinaciones por el estilo.  Eso, sin entrar en la posibilidad de que por una casualidad los padres también coman en el trabajo o cerca de allí debido a sus horarios.

Con la venida del peque y su posterior entrada en la escoleta esta labor fue algo más complicada, por un motivo. La escoleta de Tsunami era tipo familiar, las chicas hacían ellas la comida allí (eso fantástico) pero en lugar de hacer menús diferentes cada mes tenían el menú de primavera- verano y el de otoño-invierno. Lo que te proporcionaban era un folio dividido en cuatro semanas y un menú distinto cada día. Cuando acababas las cuatro semanas, volvías a empezar de nuevo. Dio la casualidad que cuando empezamos fue en lunes y además ese mismo lunes ellas empezaban con el menú de la primera semana. Pero, hay meses en los que hay cinco semanas y no siempre se empieza el mes en lunes… así que si bien cuando se lo pedía  me decían en que semana estábamos, yo me montaba unos líos y nunca sabía si la semana en que estábamos se correspondía con la primera, la segunda, la tercera o la cuarta del menú.

Ahora que Tsunami ha empezado con el cole y se queda a comer allí, volvemos a tener menús de cada mes. Estoy muy contenta con este cole porque te cuelgan el menú en su web y sí lo quieres te lo imprimes, lo sabes ya antes de empezar el siguiente mes y si se te olvida o quieres comprar algo cuando te toca tú hora de merienda del trabajo, que no se ustedes, pero yo en mi media hora de merienda hago de todo menos tomarme un bocadillo o un café con leche,  entras un momento en la web y lo consultas, así puedes comprar en consecuencia.

El cole de Terremoto también hace los menús, pero te los dan ellos, no los cuelgan en la web y siempre los dan cuando ya ha empezado el mes, así que durante unos días no sé que va a comer ese día en el cole. Algunas veces se ha sugerido al cole lo de colgarlos en la web, pero no que por que motivo no pueden hacerlo, y eso que también en este cole tienen ellos la cocina y lo elaboran allí mismo, no es comida de cáterin.

Después de soltaros este rollo os comento que como sabéis,  yo suelo ir los sábados por la mañana a un mercado de productos frescos, y luego al súper. Así que antes de partir siempre miro que productos me faltan. Este año he colgado juntos en la pared los menús de los dos peques y hacemos una valoración de menú de uno, menú del otro y posible cena que no repita platos y no sea igual que el día de antes o después de alguno de ellos. Puede parecer un poco lio pero cuando le has pillado el truco es muy práctico. Apuntamos debajo de cada día en lápiz lo que será esa noche la cena y así cuando voy al mercado ya sé que tengo que buscar y me he hecho una lista, por lo que la compra es más ágil. De esta forma me evito comprar cosas por si luego lo puedo necesitar y que después se me ponga pocho algún producto y no lo pueda aprovechar. También de esta forma compro aquello que necesito y no voy por el mercado perdida pensando en que puedo comprar y que puedo hacer con lo que compro.

El poner los menús en la pared puede parecer una tontería, pero me va muy bien. Antes los tenía colgados en la nevera, pero entre que se movían, la puerta de la cocina cuando se abría los tapaba parcialmente y siempre estaba puerta va, puerta viene, y alguna vez alguno de los nenes ha cogido uno de los imanes y menú que te sale volando.

Luego a medida que va pasando la semana voy tachando los cuadraditos con el lápiz y así es más fácil localizarse cuando uno los mira.

Las comidas que programo son un poco generales, me explico, cuando pongo pescado eso puede significar desde unas varitas de merluza, hasta un pescado al horno. Si pongo huevos, eso puede ser desde una tortilla de cualquier tipo (con cebolla y atún; con queso y york, con patatas y cebolla) hasta tomar unos huevos pasados por agua y pan. La carne suelo especificar un poco más, al menos indico el tipo de carne más adecuado dependiendo de las carnes tomadas los días cercanos. Si pongo verdura puede ser desde verduritas a la plancha, ensalada de patatas y cebolla, hasta unas crepes de verduras. Por la noche no suelo hacer pasta italiana, pero sí algunas veces hago sopa, en casa todo el mundo es muy sopero y te lo agradecen que es un gusto.

Creando un rinconcito para los nenes en el despacho de casa

4 Oct

La casa donde vivo ahora es muy amplia, bueno, la sala-comedor es muy amplia, pero mucho. Ese fue uno de los motivos que pesaron someramente a la hora de liarnos a comprar un cuarto sin ascensor. Esa habitación es magnífica, ya que te pasas casi todo el día metido allí dentro y hay sitio para todos. Los peques tienen su mega rincón de jugar, hay una zona para ver la tele y los papás tenemos nuestro rinconcito acogedor, es decir, el cachito final de la sala donde tenemos nuestros libros, muñequitos frikies y el ordenador. Estos tres ambientes están en un espacio vació, es algo así como un loft, como dirían hoy en día las revistas de decoración. Vamos, que es un espacio abierto sin divisiones, las divisiones las conforman los mismos muebles.

Para darle una coherencia a nuestro «rinconcito acogedor», pusimos un mueble bajo que hacía de separación con el sofá, encima es donde tenemos la pecera que queda muy chulo y separa muy bien. Justo en el otro lado de este mueble está la mesa del ordenata y así cualquiera de los dos que estemos allí trabajando tiene una espléndida y espectacular vista sobre toda la sala, ya que la pecera está en un lado y no nos interfiere. De esta forma controlamos bien a la prole cuando está con sus faenas caseras de juego, exploración-experimentación, merienda o televisión. Para acabar de cerrar esta zona y crear algo así como una puerta, hay una estantería Billy de Ikea, de las bajitas. Esta estantería está orientada hacia la parte del salón, nosotros no le ponemos libros dentro. Está justo al lado del mueble de la tele, y allí Terremoto y Tsunami guardan sus pelis de video y dvd, porque como estamos en crisis y aún funciona, si una está en video y se ve, no la compro en dvd si puedo evitarlo.

Así pues en el lado de nuestro rinconcito acogedor teníamos la parte trasera de una estantería Billy. No es que sea la peor vista que se pueda tener, pero tampoco es que sea la mejor de todas. Además, me pareció que ese lienzo se podía merecer algo mejor. Estuve pensando mucho y de echo, el año pasado después de la mudanza ya había decidido que quería hacer allí y ya había comprado todo lo necesario para su transformación en el Leroy Merlin y a un precio bastante asequible, la verdad, no lo recuerdo pero no fue muy exagerado. Este año después del verano, he tenido la oportunidad de poner en práctica mi proyecto. Después de siete u ocho capas de pintura de imán, no recuerdo exactamente cuantas, yo fui dando cada día una hasta que se acabó la pintura, un día en horizontal y el otro en vertical. Y luego otro bote de pintura de pizarra en color malva, al que sólo he tenido que dar tres pasadas. Nuestra trasera de estantería ha quedado convertida en este práctico tablero de pizarra imantada, donde los peques podrán jugar y colocar cosas mientras papá trabaja y donde nos podremos dejar notas o pegar papeles que tengamos que gestionar urgentemente.

¿Que os parece la idea? ¿Tenéis algún rinconcito acogedor en casa donde os pueda servir de inspiración? Pues animaros y ya veréis que provecho se saca de una aburrida y sosa trasera de estantería. Ciao.

Truco nocturno para un desayuno más ágil y una cocina reluciente y recogida

25 Sep

Hoy pensaba tratar otro tema, pero como he estado trabajando hasta las 20’00 y no he llegado a casa hasta hace unos momentos, pues no me ha dado tiempo a desarrollar el tema como se merece y para sacar un churro prefiero improvisaros con un truquito nocturno.

Como visteis por la entrada de ayer, mis mañanas son un poco movidas, vamos la típica contrarreloj de toda madre trabajadora con peques estudiando.

Imagen

Cada mañana, de lunes a viernes, se preparan:

Para los papás, dos cafés con leche (bote con tapa naranja delante de la cafetera y las dos tazas); la medicina de mamá, con su vaso y cuchara ; el bocata matinero para mamá y las galletas para papá

Para el Terremoto uno de leche con Nesquik (bote del pato Dónald y cuchara); las tropecientas pastillas que le tocan (ese montón de cajas y el botecito de al lado amarillo para que no se caiga ninguna cuando las saco por la mañana ya que con los medicamentos no quiero dejarlos toda la noche sin control y fuera;  su vaso donde toma el agua y luego la leche y así nos ahorramos un cacharro para limpiar; luego su bocata matinero y el del cole.

Para el Tsunami, otro de leche con Nesquik Junior y cuchara; las galletas como papá o una magdalena o pan de leche.

… vamos, que haciendo el tonto, haciendo el tonto, cada mañana perdía unos preciosos minutos sacando cosas y preparándolo todo.  Una noche pensé que si el tiempo que lleno las botellas con agua (del grifo de la osmosis) aprovecho para llenar el termo con el agua fresca de la nevera e ir sacando cajas de pastillas, vasos, cubiertos, botes, galletas, café, tazas y todo lo que sea necesario para el día siguiente ya tendría todo eso ganado.

También lo que suelo hacer es dejar preparadas y revisadas las agendas y las mochilas, tan sólo será necesario poner los bocatas y el agua y dejo a mano las agendas por si surge algo improvisado que se haya de comunicar. Sólo falta poner meriendas y cerrar cremalleras.

Por la noche el perder estos minutos no me supone un esfuerzo muy grande, en ocasiones da pereza, lo reconozco, pero vale la pena dedicarlos. Por la mañana se van empleando y colocando en su sitio. Cuando alguien acaba con sus vasos los ponen en el fregadero y luego les doy una lavadita a todos y paso la bayeta por los sitios y si hay muchas migas una ligera barridita de la zona. El café de la cafetera, lo saco al balcón y lo vuelco en alguna plantita y así abonamos y veo que tiempo hace. De esta forma la cocina queda luego recogida en un santiamén y cuando vuelves del trabajo no da una depre encontrarte con todo amontonado.

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