Hace ocho años al salir del trabajo fui a comer con mis compañeros. Era la comida de Navidad. Sólo éramos cuatro personas pero nos lo pasamos muy bien. Fuimos a un japonés que ya ha cerrado, por desgracia, y luego a tomar un café. La comida fue muy animada, nuestro jefe es un excelente anfitrión. Hemos hecho pocas comidas y la verdad es que todas han sido excelentes. El ambiente era agradable y la compañía magnífica, pero yo sólo tenía la cabeza en una cosa, que cuando saliera de allí tenía que ir a buscar a Terremoto y luego irnos pitando al aeropuerto. Ese día, hoy hace ocho años, tú viniste a vivir con nosotros. Entonces sólo éramos dos, Terremoto y yo y hacía un año y algo que nos habíamos conocido en un congreso sobre Tolkien… tú distes una conferencia…
… tú distes una conferencia en la que hablabas del paraíso, de momentos literarios en los que aparecía un jardín, una fuente y un árbol, desde los textos bíblicos hasta Tolkien. En esos tres días nos vimos, hablamos, nos conocimos. Antes habíamos hablado alguna vez por chat, pero muy poco, aunque luego supe que te gustaba leer lo que yo comentaba. Después, chateamos algo más. Unos meses después volví a ir a Barcelona para una conferencia y volvimos a vernos. Yo estaba en casa de una amiga y tenía que estar el fin de semana de turismo con ella. Mi amiga cuando fui estaba un poco depre, una compañera suya de trabajo, que por suerte lo ha superado y ahora esta muy bien, le habían acabado de diagnosticar un cáncer y mi amiga estaba muy hundida. Tú te ofreciste ha hacerme de cicerón por Barcelona. Recuerdo que quedamos cerca del museo de cera y llegaste corriendo con tú cazadora vaquera y fuimos a pasear y a tomar un chocolate caliente.
Decidimos salir y nos llamábamos y mandábamos mensajes y nos veíamos cada noche en el chat, hablando hasta que nos caíamos de sueño. Mientras tú acabaste la carrera y empezaste con el proyecto de final de carrera. Elegiste un tema de Mallorca, así tendrías la excusa perfecta para poder venir alguna vez. Mientras, yo, cuando podía cada dos meses, me hacía una escapada a Barcelona, llegaba el viernes y me iba el domingo al mediodía, ya que por la noche me traían a Terremoto y ya tenía que estar en casa.
Fue un año largo muy bonito, con momentos preciosos y otros de tristes. El llevar una relación a distancia es duro, pero los momentos en los que te ves son indescriptibles. Era como si cada vez que nos encontráramos estuviéramos en ese paraíso del que hablaste en tu conferencia, como si con la punta de mis dedos estuviera tocando el cielo. Luego, al cabo de poco tocaba decirnos de nuevo hasta pronto sin saber muy bien cuanto tiempo estaríamos a volver a vernos.
Yo siempre te había hablado de Terremoto, de hecho en el chat ya lo comentaba y ya sabias como era. Me pasé todo el tiempo en que salimos haciéndote mala publicidad de mí. Te contaba mis defectos, mis preocupaciones, mi vida tan poco tranquila, los problemas de mi hijo… me pasaba todo el tiempo pidiéndote como era que con tantas catalanas solteras que había a tú alrededor querías estar conmigo. Tu siempre me respondías que no te gustaban las demás, que quien te gustaba era yo y también solías añadir que nunca habías conocido a ninguna mujer que se hiciera tan poco publicidad de ella y se pusiera tan mal. Yo te insistía en que lo nuestro no era fácil y yo llevaba puesta una mochilita muy especial y éramos un lote inseparable.
Antes de venir a vivir con nosotros habías venido por cuestiones del proyecto dos veces, y estuviste en casa. Temíamos que es lo que diría Terremoto la primera vez que te viera y ya nos habíamos preparado para lo peor. Ese día también fuimos a buscarte los dos al aeropuerto, y al llegar a casa, lo único que te preguntó Terremoto fue «y tú, y tú, y tú que haces aquí» Tú te quedaste sorprendido y yo me agaché y le dije que era un amigo de mamá que estaba haciendo un trabajo para su cole y estaría unos días en casa con nosotros. Terremoto se lo pensó un poco y luego te dejó bien claro que las patatillas y la carne rebozada de la cena eran para él, que no tenía nada más que objetar.
Hace ocho años que fuimos al aeropuerto a buscarte. Llevabas cuatro maletas muy pesadas, tanto que dos de ellas se cargaron uno de los carritos de viaje que llevaba para traerlas a casa. Unos días después tú madre nos mandó el resto de cosas por mensajería. Habías dicho a tus padres que tenías novia y que te irías a vivir con ella unas semanas antes de hacerlo, de hecho, creo que ya tenías los pasajes y aún no se lo habías dicho. Tu padre siempre se había metido contigo porque no tenías novia y tú siempre le habías dicho que cuando la tuvieras él sería el último en enterarse, y vaya si lo cumpliste.
Antes de venir a vivir con nosotros ya habías visto a Terremoto en plena crisis y sabías lo que te encontrarías, por si te quedaba alguna duda. Cuando me dijiste que querías que viviéramos juntos estuvimos pensando donde. A mí no me hubiera importado ir a Cataluña, me gusta, podría haber intentado pedir una permuta, cosa difícil pero podía haberlo intentado. Pero le veía un problema, pese a lo que pudiera parecer, ese problema no eran mis padres. Yo soy hija única y siempre me han dicho si no lo hice para no dejarlos solos, ese no era el problema. Ellos habían vivido su vida y ahora me tocaba vivirla a mí, así que el quedarme o irme no dependía de ellos. El problema aunque le pueda sorprender a más de uno era mi ex. Siempre he creído que los hijos, aunque sus padres ya no vivan juntos, con quienes tienen que estar es con sus padres. Mi ex puede tener sus defectos, pero es el padre de Terremoto, y yo no podía irme e impedir a su padre poder ver a su hijo ni a su hijo no estar con su padre. Los hijos tienen que estar siempre con los padres, no son un paquete exprés que se pueda enviar por correo para estar una temporadita aquí y una allí. Tú entendiste muy bien este motivo, y lo aceptaste. Lo pensaste y decidiste que querías venirte a vivir con nosotros. Dejaste atrás a tus amigos, a tu familia, tu vida y te viniste a esta isla y formaste una nueva familia.
Ahora somos uno más en casa, hace tres años tuvimos a Tsunami y es lo más guapo que hay en el mundo, es la alegría de cada día, simpático, aventurero, cariñoso, dinámico, inteligente. Nos costó muchísimo que viniera, pero todos los esfuerzos se han visto más que compensados y cada día con mis hombres es una alegría. Te he pedido muchas veces si no te has arrepentido alguna vez de haber venido o de estar con nosotros y siempre me has respondido que en ningún momento.
Tuvimos un primer año muy bueno, y justo el día en que cumplíamos el primer año juntos operaron a mi madre de una caída que había tenido dos días antes y luego tuvo otras dos operaciones y luego le diagnosticaron Alzhéimer. La verdad es que estos años no han sido todos de color de rosa. Hemos tenido muchas cosas, algunas buenas, algunas buenísimas y otras muy malas incluso trágicas, pero siempre hemos estado juntos. Cuando yo me hundía tú me salvabas, y cuando te hundías tú yo te salvaba a ti. Lo cierto es que hemos pasado por muchos más momentos malos que buenos, pero incluso con todos esos problemas siempre nos hemos tenido.
Antes de que vinieras te prometí que no sabía como nos iría pero de lo que estaba segura es que nunca te aburrirías y ciertamente, con todo lo que hemos vivido estos años, nunca hemos tenido tiempo de aburrirnos.
Hoy hace ocho años que tú viniste a vivir con nosotros y le hemos pedido a mi ex que nos haga unas horitas de canguro con los dos nenes y nos iremos al cine a ver El Hobbit, de nuestro querido Tolkien. Luego volveremos a casa y cenaremos en familia. Estos años han dado para mucho y espero que sigan dando para muchos más y dentro de otros ocho años tal vez vuelva a escribir una entrada dándote las gracias por haber creído en nosotros. Por habernos preferido, siendo como era una opción poco tranquila, en vez de quedarte con alguna catalana sin hijos y sin problemas. Por haber venido a esta isla de la que te has enamorado y te gusta tanto que no la cambiarias ahora por ningún otro lugar y sobre todo gracias por seguir diciéndome que ha valido la pena y eres muy feliz a nuestro lado. Nosotros también lo somos y yo me sigo derritiendo cada vez que me miras o me abrazas. Te quiero con todo mi corazón. Gracias por haber sido tan loco y haber venido hace ya ocho años.