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Este año Terremoto se ha disfrazado de ladrón y Tsunami de león

16 Feb

Esto de vivir durante los meses fríos en el hemisferio norte tiene sus ventajas y sus desventajas. La ventaja es que la Navidad es más Navidad y menos playera. La desventaja para las madres es que como la Navidad implica vacaciones de Navidad pues hay que cubrir más días sin colegio. Esa parte “negativa” para cualquier conciliación familiar de madre currante ya ha pasado, pero, pero, pero… siempre hay un pero. Antes de que vengan los siguientes festejos escolares, las madres hemos de pasar por una durísima prueba durante gran parte de la infancia o incluso puede que adolescencia de nuestros churumbeles. Estoy hablando claro está de la “temida” fiesta de Carnaval. Aquella en la que hay un lío entre doña Cuaresma y don Carnal y todo eso y que en el fondo lo único que les interesa a nuestros repollos es poder transformarse cual Superman sin necesidad de usar un callejón o una cabina de teléfonos y salir de la forma más variopinta a la fiesta del cole o bien a las fiestas que los municipios se dedican a organizar para el deleite de los niños, el horror de las madres y el orgullo de los abuelos.

Está visto que este año me está costando arrancar con las entradas del blog. Os estaba contando los proyectos de finales del año pasado y justo cuando estaba a punto de abordar el último tengo que interrumpir todo lo que tiene que ver con el blog (y con el resto de mi vida, dicho sea de paso) para coger aguja e hilo y ponerme con la operación disfraces. Si es que no nos dejan un respiro. Aaainnsss…

Bueno, como íbamos. Este año me he puesto en plan dominatrix y le he planteado a Terremoto la posibilidad de bajar un poco el listón de sus retos, que una cosa es Mortadelo con sus disfraces y otra muy distinta su pobre madre que anda algo exhausta y aún no tengo tiempo para recuperarme de un berenjenal y ya entramos en otro. Terremoto este año ha sido comprensivo… será que le hemos prometido que le compraríamos un móvil y quiere tener a mamá de buenas. Así que tras plantearnos unas cuantas posibilidades aprovechando el arsenal de vestidos y complementos que guarda en su cuarto, al final decidimos uno sencillo de montar. A Terremoto siempre, pero cuando digo siempre me refiero literalmente a siempre, le han gustado los malos de las pelis. Si una peli o una historia no tiene un malo maloso, pues no tiene gracia. Ya de pequeño una vez se disfrazó de villano, así en plan general. Otra vez también de pequeño se disfrazó de Joker, el malo maloso de Batman. Luego de malvado emperador Zurg el archienemigo de Buzz Lightyear. Otra vez de alienígena psicópata que quería invadir la tierra. De pirata malo. De doctor chiflado. De Rey Zombie. De Capitán garfio. De bandido del Oeste. De cocodrilo depredador… Bien pensado, se ha disfrazado muchas veces de malo. Pero, le faltaba uno que aún no había tocado y me refiero al malo básico, el caco, el choricillo de baja estopa, el carterista, el descuidero, el maleante, el mangante, el ratero, el saqueador…. Vamos, el ladrón de poca monta. Ese que sale en los cómics del Mortadelo y del Super López que ahora lee y que se troncha con las desventuras de unos pobres ladronzuelos chapuceros. Así que este año hemos añadido un malo más a la lista de malos que esta que os escribe ha confeccionados y Terremoto se ha disfrazado de ladrón a palo seco, así, sin más.

El disfraz es muy fácil. Terremoto tenía unas deportivas negras y unos pantalones negros de esos anchotes que llevan hoy los jóvenes. También tenía por casa una gorra de punto oscura tipo rapero. Además encontramos una linterna de esas que te pones en la cabeza y que supongo que debimos comprársela alguna vez que fuimos al Decathlon y se empeñó en tener una (digo supongo porque así suele conseguir sus innumerables linternas y porque es de esa marca, jiji) Teníamos también unos guantes de algodón negros que habíamos adquirido para algún otro disfraz, no recuerdo cual, creo que el de científico loco. Vamos, que al final lo único que necesitábamos era un polar negro, un antifaz negro y una bolsa de dinero.

Confieso que este año estaba con las pilas bajas y con poco ánimo de montar disfraces, así que en una de las dos tiendas de disfraces que hay cerca del curro encontré el antifaz y la bolsa de dinero. El antifaz tuvimos que recortarle un poco la curva de la nariz. Afortunadamente no se rompió ni quedó cortante, porque no tenía eso muy claro si la recortaba. Es uno de los inconvenientes de tener un hijo adolescente con la cabeza talla sandía generosa. La bolsa de dinero tenía el símbolo del dólar impreso y él prefería el del euro, por eso de ser la moneda que manejamos. Le solté que en los cómics siempre ponen ese símbolo en los dibujos y milagrosamente no puso ninguna objeción. El polar, evidentemente, lo adquirí en una tienda de deportes.

Este año se planteaba pues fácil. El único problema surgió dos días antes, cuando me pidió una pistola porque las que tiene son tipo revolver y esas son del Oeste, no de un caco. Además expresó que deseaba que hiciera mucho ruido. Aaaaiiinnnnsss…. fui a buscar su pistola, que evidentemente procuré que no hiciera un ruido superior al que se supone puede aguantar luego una madre en su casa y me presenté con una bolsa etiquetada con el título de “pistola de gangster”. La pistola le ha gustado, pero por su culpa acabamos de descubrir un nuevo malo que no tenía muy controlado. Los gángsters. Así que llevo dos días relatando historias de la Cosa Nostra, la Camorra y del breviario Vida y milagros de Alfonso Capone. Si supiera leer mejor y más rápido creo que le endoso los libros de Mario Puzzo que tengo por casa de mis padres y que se entere el solito, que parece que hacemos un master de matones en casa desde hace unos días.

La mañana del viernes Terremoto se ha puesto su oscuro traje de ladrón chapucero y pistola en mano ha atracado a su hermanito que aún iba en pijama y batín. Por desgracia, el cole ha suspendido a última hora la fiesta. Terremoto me he dicho cuando ha vuelto que la tarde anterior uno de los nenes de silla de ruedas había muerto y por eso no ha habido este año fiesta de Carnaval en su cole. Me ha dicho que sentía haberse quedado sin fiesta ni dulces. He intentado reflexionar con él y trabajarle la empatía. Le he preguntado que es lo que consideraba peor, no tener fiesta o haber muerto. Me respondió que evidentemente el haber muerto. Luego le he preguntado si le parecería bien que sus compañeros de clase montaran una fiesta el día después de haber muerto él. Aquí me ha dejado descolocada. Me ha dicho que realmente le sería igual porque él ya estaría muerto. Vamos, que lo ha entendido pero su lógica aplastante no es la más indicada para ayudarme a trabajar la empatía para estos casos. Así que probablemente este disfraz sea el que utilice el año que viene. Pobre pequeño y pobre familia.

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Pero el día antes que la fiesta de Terremoto, tenía otro reto a cumplir, ya que el jueves el cole de Tsunami montaba su sarao. Pero esa prueba no dependía tanto de mi persuasión ni de los deseos de Tsunami, sino más bien de los del cole. Cada año hacen una Rueta muy chula en el parque de al lado del cole y luego regresan y en el patio montan una fiesta para niños y padres que está francamente bien donde los mayores venden tartas y bebidas para el viaje de estudios del año que viene. Por la experiencia de los dos años anteriores, cada clase se disfraza de algo que tenga que ver con el nombre que ese año los niños han elegido para su aula. Cada año a principios del curso, los profesores les informan que ese año los nombres tienen que ir de una temática u otra y los niños buscan un nombre para su clase que les definirá todo el año. Cuando Tsunami tenía tres años el tema fue el arte, concretamente la pintura. Nuestro pequeño fue del cuadro que eligieron en su clase. A los cuatro la temática fue el campo, sus actividades, oficios y herramientas. La clase eligió el nombre de una herramienta del campo. Los peques fueron de agricultores y todos llevaban esa herramienta. Este año el tema es la luz. La clase eligió un nombre y cuando me lo dijo lo primero en que pensé fue en como hacer un disfraz de eso. Por lo visto yo no fui la única madre que pensó eso porque el primer mensaje de whatsapp cuando se supo el susodicho nombre de la clase fue ¿alguien sabe como vamos a idear un socorrido y exitoso disfraz de fuegos artificiales? Confieso que mi menda ya tenía varias ideas en mente, pero los profes no han querido ponérnoslo tan difícil y ha habido cambio de planes. Como he contado varias veces, el cole de Tsunami es muy especial en muchas cosas y muy innovador. Dan entre otras cosas una importancia a la educación sensorial y parte de esa educación sensorial es a través de sus clases de música. Parece ser que este año han trabajado entre otros El Carnaval de los Animales. Es una pieza que les ha gustado tanto a todos y que todos tenían su parte favorita que han decidido disfrazarse de El Carnaval de los Animales. Os cuento la historia más o menos como fue.

Todo empezó hace unas semanas cuando hablando con Tsunami le preguntamos de que se tenía que disfrazar. Tsunami fue muy directo, de “Hemion”. Al principio su padre y yo nos quedamos algo estupefactos ante tal palabro. Temíamos que el cole se hubiera vuelto además de innovador, frikie. ¿Cómo era posible que los niños se disfrazaran de Hermion de Harry Potter? ¿acaso el cole había demanciado? ¿habían sucumbido al lado oscuro de la magia? Pero no. Ni una cosa ni otra. Papá Tsunami pilló el móvil (ni se molestó en llegar al ordenador) y descubrió que el tal Hemión es un híbrido entre caballo y asno, o como le llamaba Tsunami, un burro salvaje.

– Veamos – le preguntamos – ¿os vais a vestir todos de burros?

– No mamá, cada niño elige el animal del concierto y no es un burro, es un burro salvaje.

– Hm…. ¿Qué concierto?

– Pues el de Camile Saint-Saëns

Hmmmm…. ¿perdonen? –pensé.

– Sí. Camile Saint-Saëns es el autor de El Carnaval de los Animales, lo hemos dado con la profe de música y yo voy de hemión. (Toma esa. Por si teníamos dudas con las innovaciones del cole)

Así que fui pensando en como se hacía un asno… perdón, un burro salvaje y asistí unos días después a una reunión para padres en la que se nos informaba del proyecto del carnaval de ese año. La profe nos lo explicó todo. Los niños irán de negro y en la clase estaban haciendo falditas, puños, corbatas y pajaritas con hojas de partitura. Cada padre se encargaría de confeccionar la cabeza del animal elegido por su pequeño. Nos dio ideas. Incluso nos brindaron como los otros años, la posibilidad de ir todos una tarde para intentar montarlos o ayudarnos. Así que salí de allí acordándome de los burros, los hemiones y todos los equinos que se pasean por un carnaval. Fui a recoger a Tsunami, porque mientras los padres tenemos reunión los peques juegan en otro sitio, y mi sorpresa fue cuando por las buenas había decidido un cambio de animal. No me gusta el hemión, he decidido que es más chulo ir de león. Así que tocaba asegurarse de que no cambiaría de bicho a última hora. Tras hacer el chócala y todas esas cosas que hacemos cuando queremos asegurarnos de que no van a dar sorpresas, esta madre se puso manos a la obra. A continuación, os contaré lo que hemos hecho algunas de las madres que nuestros repollos nos han solicitado el temible león para adornar sus cabecitas.

El más sencillo de todos ha sido hacer una máscara: Las he visto de fieltro y de goma eva. Esta última también iba acompañada de una cola, los patrones me han dicho que los han pillado por Internet. Con este material lo cierto es que ha quedado muy bien. La de fieltro no resultaba tan realista, pero también tenía su gracia. La madre me ha dicho que iba muy mal de tiempo y no tenía posibilidades de ir a comprar cosas, así que se las había ingeniando con lo que tenía en casa. Para haber sido así el resultado fue muy bueno. Uso tres colores diferentes para recrear hocico, melena y orejas y luego el elástico.

Lo sencillo pero más elaborados: Uno realizado también con goma eva, pero me gustó un detalle. Era un gran semicírculo, la parte interior era donde habían recreado la cara del león. La parte exterior la habían cortado en tiras largas que luego habían doblado hacía atrás y grapado o pegado con cola caliente a la base de la tira. De esta forma tan simple creaban la melena y quedaba muy, pero que muy resultona.

Los más currados: Fueron los de un pequeñajo y otro menos pequeñajo que las madres habían pillado todos los retales de lana de tonalidades marrones y cobrizas de las abuelas. Luego habían ido enganchando esas lanas en un gorro de lana hasta conseguir el volumen deseado. Una de esas mamás me confesó que se había pasado varias noches hasta las tantas haciendo eso. Las orejas habían pillado también trozos de fieltro de la abuela y las habían cosido. Para la cola una de ellas había aprovechado la lana y había trenzado una larga cola dejando el mocho final como remate de la misma.

Otra de las versiones más curradas fue sin duda para una mamá que había aplicado la técnica anterior pero esta vez con tiras enormes de papel marrón. No se que nombre tiene pero para entendernos era más o menos parecido a la textura del papel que hay en las cajas de zapatos para protegerlos (creo que es papel pinocho o papel de seda). Había conseguido hacer un pedazo melena impresionante que a bien seguro fue la más voluminosa y exuberante de todos los leones del colegio.

El más currado de todos: Ese lo había hecho íntegramente la abuela, que además de tiempo sabe un rato de patronaje y se había ido a una de las tiendas de telas más buenas de Palma. Lo sé por las bolsas que usó para llevarlo y porque la madre me había dicho que le pensaba pasar el encargo a su madre que de eso sabía un montón y ella no pensaba hacer nada. Así que tengo que felicitar a la susodicha abuela por su pericia y el magnífico resultado que consiguió. Era más o menos la primera idea que tuve pero que descarté por cara y por laboriosa. La señora había comprado tela de peluche, esa que imita el pelo largo. Con esta tela había cogido dos trozos rectangulares largos con los que envolvía la cabeza y hacían la melena sobre el pecho del niño. Iban cosidos detrás lo que ayudaba a dar realidad al crear la línea donde se dividen las direcciones del pelo que giraba hacia la parte del pecho. Arriba había cosido otro trozo para hacer diríamos la parte de encima del gorro y en la zona delantera de las costuras había hecho también unas orejitas con una tela menos velludita con un tono oscuro para el exterior y un claro para la interior. La cola era de la misma tela que las orejas y rematada con un “plumero/pompón” de la tela del cuello. Vamos, un auténtico león. Fue sin ninguna duda el niño más abrigado de todo el carnaval.

Para Tsunami como no tiene abuela que le cosa y una madre con dos niños, opté por otra idea más sencilla. Le compré un gorro de lana con visera que situé en la parte del cogote y que además era reversible, cosa que le encanto. Hice esta compra el mismo día que fui a por el polar de Terremoto y el de Tsunami. Cosí a este gorro una bufanda mía en tonos marrones. Ya sabéis que uno de mis lemas es el de la imaginación al poder. Es una de esas con el punto gordo que hace como circulitos (no sé como explicarlo, así que lo entenderéis al ver la foto). Para la cola reciclé una cola de un disfraz de tigre que le hice de pequeño y al que quité las rayas negras. Era una cola hecha de fieltro naranja con el extremo en negro y que cosí en el polar negro. Tan sólo me quedaban las orejas, pero no tengo por casa trozos de fieltro y como sinceramente no me apetecía tener que comprar un trozo de 50 cm. por metro y medio de largo que hace la pieza mínima que te venden, en color marrón claro y marrón oscuro, pues opté por otro sistema. Hice las orejas de cartulina y las pinté con ceras. Se que no queda tan bien y son menos resultonas. Se que tendría que haberles aplicado un mejunje de cola blanca y papel de periódico para darles volumen y luego pintar, pero el tiempo de secado iba en mi contra. En ocasiones las madres tenemos que sobrevivir con elegancia y estilo y sinceramente, no me apetecía quedarme otra vez hasta las tres de la mañana haciendo, cosiendo, modelando o pintando cosas. Tsunami quedó encantado con su disfraz, lo encontró muy divertido y fácil de poner. Para hacer la melena de debajo el cuello tenía pensado que una parte de la bufanda le colgara por la parte delantera justo debajo de la barbilla. Cuando estaba tomando las medidas el peque me comentó que en el cole había hecho una pajarita con las partituras y que se tenía que ver. Por ese motivo dejé expresamente la parte delantera algo más larga de lo que tenía en un principio pensado.

El día de la fiesta fui al cole para ayudar a maquillar a los nenes. Dos madres habían llegado antes y casi, casi tenían a todos los nenes maquillados. Así que le hice unos cuantos detallitos a Tsunami y a un amiguito suyo que me lo pidió y esta ha sido el resultado. Tsunami se lo pasó pipa. En la fiesta estuvo comiendo pasteles de los que vendían para el viaje de estudios. Estuvo saltando, bailando, trepando y corriendo como una fiera y el cascote de león ni se le cayo ni le molestó para nada. En pocas palabras, que pese a las orejas de cartón para el peque fue todo un éxito, que es lo que realmente importa. Este fin de semana he desmontado el casquete. Yo he recuperado mi bufanda y Tsunami tiene un nuevo gorro de lana reversible con el que está encantado. Eso sí… tengo ambas prendas en el cesto de ropa. El maquillaje fue impresionante, pero también recibió algo de color los componentes de la melena. Aunque ese es el menor de los males. Bueno, ya veremos que sorpresa nos depara el año que viene y que reto me espera o como diría Tarzán, ¡Angaua Chita! Angaua

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La estación de los proyectos: cosiendo capas para príncipes y princesas

17 Ene

Recuerdo perfectamente la cara que pusieron la primera vez que me vieron. Su rostro pasó del escepticismo, del pasotismo más absoluto, de la burla total, al asombro, la incredulidad, la admiración y finalmente el esperado “¡¡¡Ohhh!!!!” luego una sonrisa no muy segura de si misma y de si lo que veían era cierto o un espejismo, el levantarse del sofá y girar a mi alrededor con cierto temor a tocarme con la temblorosa punta de sus dedos por si la aparición se desvanecía. Finalmente consiguieron articular “Mamá. Estás preciosa”.

Lo recuerdo perfectamente, las dos veces ocurrió lo mismo, aunque la que más impactó de las dos fue la vez que Terremoto descubrió que su madre era una princesa, un hada de la noche.

Cuando una es una mamá normalita esas cosas no suelen ocurrir, pero cuando una es una mamá friki cualquier cosa es posible. Posees además una magia especial y en mi caso un armario con ciertos vestidos que en ocasiones pueden resultar ser mágicos sobre todo a los ojos de un niño. La primera vez fue una tarde-noche de invierno. Terremoto estaba borde y yo bromeaba con él. Entonces se me ocurrió, no se muy bien porque, decirle que su madre era una princesa, una hada de la noche y que si no se portaba bien haría magia. Mi pareja me miró y sonrió. Él sabía a que me refería cuando decía que yo era una princesa, una hada de la noche. Durante mucho tiempo cuando cortejábamos a distancia, de noche por el chat, yo solía decir que era un hada de la noche que aparecía por arte de magia en la pantalla de su ordenador. Cosas de enamorados. Aunque realmente mi personaje era el de una princesa élfica, una princesa madre y guerrera con mucha sabiduría y personalidad. Idril, la hija de Turgon, la princesa de Gondolín.

Esa tarde sin más entré en mi dormitorio, abrí esa puerta del armario que no solía abrir habitualmente en la que una guarda los vestidos con los que normalmente no sale a la calle y me vestí con mi primer vestido de elfa que tuve. Un vestido precioso que me tunee, con el cuerpo azul celeste que bordé y mangas de gasa que colgaban haciendo pliegues, la falda azul turquesa con una tela muy brillante, unos zapatos turquesas y una capa veneciana plata brillante con un broche de pedrería reluciente. También me puse mi tiara y mis joyas de princesa noldor y así de esta guisa salí radiante al comedor. Entonces Tsunami aún no estaba entre nosotros, por eso cuando un día hice una aparición parecida con el peque Terremoto se apresuró a decirle “prepárate, que mamá es de verdad una princesa ya verás”. En ese caso la cara de admiración de mi pequeño fue más intensa y acabó tirándose a mis brazos emocionadísimo de tener una mamá princesa. Lo divertido fue al día siguiente que lo contó a todo el colegio y nadie sabía de qué hablaba.

Si señores, tener ciertas aficiones y estar en una sociedad literaria con fiestas molonas y cenas de gala tiene eso, que uno acaba con útiles, complementos y vestidos que no se encuentran normalmente en la mayoría de los hogares. Al menos no en la mayoría de hogares no muggles como diría cierto mago. Con el tiempo he ido teniendo otros vestidos, tres para ser exactos, el azul turquesa, el naranja y uno negro dorado y rosado con mucha pedrería que cosí una a una. Mis vestidos han sido comprados, el azul y el naranja para unas bodas, el tercero lo vendían como disfraz de bruja pero después de que pasaran por mis manos no parecían los mismos. Los he tuneado a mi manera como buenamente he podido. Mis conocimientos de costura improvisada no llegan a tanto. Mi primera capa, la veneciana, la compré y cambié el broche. El vestido naranja venía sin mangas, así que compramos una gasa naranja y una amiga mía me ayudó (bueno, lo cierto es que lo hizo todo ella) a ponerle mangas vaporosas y con lo que sobraba le montamos (esta vez entre las dos) un cinturón. Pero el pobre no tiene capa. Una vez me prestaron una preciosa naranja y dorada, pero sólo me la prestaron. Es una pena, un día tengo que hacerle una parecida a esa, porque era una pasada. El tercer vestido tiene una capa dorada, pero es muy sencilla aunque resultona y esa sí que la hice yo solita. Lo que en su momento hice fue el vestido de mi pareja. Busqué las telas, los patrones y me puse manos a la obra. Acabé haciendo una imitación de cota de malla pero en tela, aunque debido al tipo de tejido actualmente no suele usarla porque se engancha y queda fea. Han pasado ya muchos años. También hice una sobrevesta verde oscuro y una capa preciosa con mucho vuelo color granate. Yo tome medidas, corte la tela y la embasté. Luego mi madre me pasó a máquina todas las costuras y le puso un cuello mao a la sobrevesta. Después con hilo dorado y plateado, le bordé en el cuello de la sobrevesta las iniciales en élfico de su pseudónimo. El conjunto está muy bien y la capa queda muy majestuosa cuando anda. El problema es que la capa es de una tela algo fina y cuando vamos a un evento en invierno las capas con consistencia y gruesas se agradecen.

Este año como os comenté y os contaré en un próximo post, el grupo de Mallorca y el de Zaragoza fuimos los encargados de organizar la XIX Mereth Aderthad o más conocida por todos como EstelCon. Tendría lugar en tierras mañas y sería la primera semana de diciembre. Vamos, en esos momentos en los que el cierzo y el frío suelen hacer estragos en los cuerpos mediterráneos como los nuestros. Es tradición que el penúltimo día de toda EstelCon, por la noche, se organiza lo que llamamos una cena de gala, en la que los participantes van vestidos con sus galas de honor correspondientes al personaje del que toman el nombre. Es quizás uno de los actos que más llama la atención a los “muggles” Algunas personas tienen muchos vestidos, otros unos pocos o sólo uno que es el que siempre llevan. Hay de todo. Si alguna vez alguien tiene necesidad de hacer una capa, como fue mi caso cuando hice la de mi pareja y la mía, el mejor consejo que puedo darles es que recurran a la página web de una de las chicas de Valencia, Baya de Oro. El Taller de Baya de Oro es una página muy conocida y muy completa, en la que te explica de una forma sencilla cosas muy complicadas. Siguiendo sus instrucciones uno es capaz con tiempo y paciencia (salvo que tengas algo de rodaje en el tema de la costura y entonces tardas menos) de hacerte auténticas chuladas. Es una pena que las labores maternales no le dejen tiempo para actualizar cositas en esta página, es lo que tiene ser mamá.

Ahora os tengo que hablar de dos personitas que conocí el 2013. Son dos hermanas gemelas que se vienen muy a menudo a nuestras actividades. Son dos enamoradas de las telas, los hilos, los encajes, las pasamanerías, los bordados. Estoy segura que si no tuvieran que ganarse la vida disfrutarían haciéndose vestidos. Vestidos de esos con los que normalmente una no suele ir a la calle y mucho menos al supermercado del barrio. Estas chicas se complementan a las mil maravillas, no se si el hecho de ser gemelas ayuda, pero lo cierto es que E. es una auténtica artistas con los patrones y las telas. Toma medidas y saca las piezas, las corta y mientras S. los lleva a la máquina y hace que la magia de la costura se complete. A medida que el hilo va uniendo las piezas el traje se va acabando, saliendo de allí cualquier maravilla que podáis imaginar. A la hora de buscar una tela o un hilo, S. tiene un don especial para buscar los colores adecuados, tanto si buscas que se compenetren con total armonía o bien con intencionado contraste. Se para, mira todo el surtido de colores y muy segura te dice “este hilo para esto, este para esto y esto con este otro” y señores, no falla, esto que puede parecer fácil de hacer, no lo es para nada. Ambas hermanas están en muchos grupos de recreación: recreación medieval, recreación vikinga, de recreación escocesa, de recreación Tudor, de recreación del siglo XIX, de Stars Wars, puede que alguno más y ahora del mundo Tolkien. Como podéis imaginar su rincón de los vestidos es de lo más variopinto y eso que yo sólo he tenido el honor de ver un lugar, algo caótico eso sí, donde tienen un montón de ellos. Desconozco si en su casa disponen también de algún otro armario mágico y no precisamente como el que conducía a Narnia, pero tampoco me extrañaría que el día menos pensado alguien pudiera llegar a ese mundo entrando en uno de sus armarios mágicos.

Pues bien. Este verano una de estas hadas de la costura nos propuso hacer un taller de capas para renovar o completar nuestro vestuario para la Estelcon que estábamos montando. Al principio el taller se fue demorando. Esta visto que la nuestra no ha sido la única casa que se vio el año pasado inmersa en una estación de proyectos. Por ese motivo el taller de capas tuvo lugar tan sólo unas pocas semanas antes que la Estelcon. No todos nos apuntamos, pero en nuestro caso decidí (porque sabía que quien se lo curraría al final sería mi menda leyenda) que los tres renovaríamos capas. Abro un pequeño paréntesis para decir que ese taller me encandilaba especialmente. No sé muy bien porque siempre he sentido una debilidad por las capas. Siempre me han gustado los personajes que llevaban capas, la de Drácula, la de Darth Vader, la de Batman, la de John Nieve y la última que acabo de fichar en mi lista de capas chulas, la plateada de Thranduil. Ver su caída, el vuelo de estas al andar. Es algo que me enamora y me sigue enamorando. Supongo que por eso encuentro tan arrebatadoramente guapo a mi pareja cuando se viste para una cena de gala. Ains…. Que pena que una no pueda ir por la calle con capas… snif, snif… sería feliz.

Así pues quedamos un sábado por la mañana en una tienda de telas y paños que también recomiendo por si alguien tiene algunas de estas sucursales cerca de su domicilio. Se trata de Ribas i Casals. Entrar allí te descoloca, uno no sabe muy bien por que tela decidirte. Salvo quizás mi pareja, otro chico que también se apuntó y Tsunami. Ellos si que fue llegar y besar el santo. Entraron fueron directamente a los rollos de lana y dijeron “yo este color”. El chico eligió un verde oscuro, mi pareja un color granate muy parecido al de su capa más fina y Tsunami, como no, un azul pitufo para su capita. Yo estaba más dispersa, pero al final me centraron tras saber exactamente lo que quería y me compré una tela que no era lana, no se deciros el nombre, pero era muy bonita y en verde pistacho. También compré unos cuantos metros de una tela granate brillante para un día de estos intentar hacer o que me ayuden ha hacer un vestido nuevo tipo túnica. Lo cierto es que nos gastamos un dineral en telas, porque la lana no era precisamente muy barata. Pero como decían las chicas “tenéis que plantearos eso como una inversión, una capa de estas va a durar años y años y posiblemente puede que algún día hasta Tsunami herede la capa de su padre”.

Así que con esas visiones futuristas de ir formando el legado familiar que dejar a nuestro pequeño, fuimos a un local donde montamos nuestro taller. Desplegamos telas y tomamos medidas. La primera fue la capa verde oscura. La habían elegido para hacer un tipo de capa vikinga rectangular y fue muy rápida de montar y a su dueño le quedó chulísima. Ese día llevaba un bigote y llevaba camiseta de manga corta. Cuando se sentó con la capa sobre el hombro tenía todo el aspecto de un auténtico galo. Parecía como si se hubiera pasado media vida llevándola. Las chicas le prestaron una fíbula vikinga que tienen y la estuvo llevando un buen rato para hacerse con ella, que le cogiera la forma y ver si se sentía cómodo. Ahora sólo le faltará a su dueño, buscar una fíbula para lucirla. La segunda que se montó fue la de mi pareja. Esa llevó un poco más de trabajo, sobre todo porque había elegido que fuera una capa circular. Seis metros de tela de lana se uso para hacer la capa, no veáis lo que pesa. Eso es mucha tela que manejar, pero el resultado fue espléndido. Pero cielos. ¡Que bueno que estaba mi churri! Para rematarlo, E. entró en su santa santorum de los vestidos y salió con un trozo de tela de peluche o imitación de pelo de piel. Se la regaló y la cortaron para que la pudiera llevar en el cuello sobre los hombros y no os digo ya lo chulo que quedó Cuando pueda tengo que cogerle los bordes, forrarla y cosérsela definitiva. Espero este año hacerlo pronto. Al mediodía nos fuimos a una mercería a comprar unas pasamanerías concretas para las capas de papá y el peque que también cosieron entre el sábado y el domingo. La tercera capa fue la del peque. Para Tsunami se hizo una capa de semicírculo parecida a la del padre pero con algo menos de vuelo. Una monería ya juzgarán ustedes. También habíamos comprado para Tsunami una tela aguatinada y las chicas le hicieron luego en su casa una camisa de armar que fui a recoger la semana siguiente. Nuestro Tsunami estuvo para comérselo. Todo un pequeño príncipe hobbit como decía él.

Al día siguiente, domingo, fui yo sola al local. Papá se quedó con Tsunami, así que sólo fuimos las tres. Seguimos cosiendo e intenté ayudarles con los remates y todo aquello que sí se hacer. Porque después de coser a máquina hay que coser con punto invisible el trozo de tela que hay dentro, ya que las capas se abren al caminar y se ve. Vamos que queda bastante trabajo de rematar si deseas dejarlo perfecto. Para mi sorpresa cuando llegué me encontré con que se había puesto a sacar patrones para la mía. Yo había elegido un tipo de capa bizantina y esa si que llevó algo más de trabajo de hacer piezas y coserlas. Me pasé todo el domingo con ellas cosiendo, charlando y riéndonos mucho. Fuimos a buscar unas botellas de cola y entre sorbitos, cortar telas, chafardeos, poner agujas, coser y quitar agujas, anécdotas y demás trabajitos nos pasamos gran tiempo de ese domingo como si fuéramos las tres parcas pero en versión buenas. Me diréis anticuada pero supongo que ese ambiente debía ser el que tenían nuestras abuelas cuando las mujeres eran las que cosían las ropas y no existían tiendas de modas. Ese día E. me contó que se había apuntado a corte y confección para poder hacerse esos trajes maravillosos que a ella siempre le habían gustado desde que era una niña. Tomó esa decisión al descubrir que si los quería comprar le resultaban demasiado caros. Por eso estuvo yendo a clases hasta que aprendió todo lo que realmente necesitaba, pero que nunca le interesó demasiado eso de hacerse ropa de calle más convencional. Supongo que para eso ya tiene las tiendas y los grandes almacenes. Bien mirado tiene su lógica. El domingo siguiente también nos reunimos las tres. Me había llevado “deberes” a casa y acabamos de rematar todo el trabajo, al menos que estuviera listo para poder usar. Tengo que darles las gracias a nuestras dos hadas de las costuras, primero por el buen rato que estuve con ellas. Segundo por los consejos que me dieron a la hora de coser. Y tercero por las magistrales piezas con las que salimos de allí. ¡¡¡¡¡Muchísimas gracias preciosas!!!!! ¡¡¡¡Sois geniales!!!!

Fuimos los tres muy bien pertrechados a la Estelcon. Mis hombres iban bien calentitos y yo aunque aún no tengo la capa acabada del todo, falta adornar, la pude llevar perfectamente para el evento. Espero este año poder dedicarme un poco a ella y buscar la pasamanería o puede que me anime a bordar algo y me gustaría que un día pudiéramos ponerle un cuello Mao, creo que le quedaría muy bien y tengo que buscarle un broche, que una chica de Madrid me ha enviado fotos y tengo que contestarle con el que me ha gustado. Ains… que no tengo tiempo y sólo hemos empezado el año. Vaya. Me parece que acabo de darme cuenta que tengo un nuevo proyecto abierto… y yo sin enterarme. Cachins.

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Ideas para disfraces de carnaval: Este año, Tsunami de campesino y Terremoto de forajido.

27 Feb

Al fin, este año podemos decirlo otra vez, hemos superado la prueba de nuevo, yujuuuuu…

Cada año por estas fechas más o menos en el hemisferio norte tenemos el problema del carnaval. Digo en el hemisferio norte, porque aquí es pleno invierno y digo el problema porque todos los disfraces que impliquen poca ropa por mucho que les gusten a tus churumbeles, pues como que las madres los solemos descartar. Una cosa es un carnaval y otra una bronquitis doble, que no estamos para constipados extras.

En nuestra casa, el mayor suele elegir de que quiere ir disfrazado. En el caso de Tsunami es el cole el que propone un tema porque la clase va en forma de comparsa.  Esta vez no nos podemos quejar ha sido muy fácil. Cada año el cole decide un tema que ambientará en general todo el curso. El año pasado fueron las obras de arte. Este año han sido los oficios tradicionales que tienen relación con el campo.  Esas profesiones que estuvieron acompañando al hombre desde los albores de los tiempos y fueron vigentes hasta que mi madre era pequeña pero que hoy en día o bien han cambiado mucho o bien algunas han casi desaparecido. Pues bien, este año hemos tenido agricultores, espantapájaros,  carboneros, molinos, harineros, panaderos, y grupos de matanzas con matarifes y cerditos y muchas sobrasadas. Por suerte a los pequeñajos de tres a cinco años,  se les ha reservado el disfraz más sencillo de todos. Algunos, los enchufados que tienen abuela con nociones de costura y tiempo libre, han ido vestidos con los trajes regionales de payeses y payesas. El resto, es decir, casi todos, han llevado pantalones algo roídos o petos. En algunos casos los pantalones cogidos con tirantes. Las camisas de rayas, cuadros, lisas… iban acompañadas de un pañuelo al cuello o de una faja de tela en la cintura. Las chicas con faldas largas, chalecos o rebecas y pañuelos en la cabeza como la asturiana del anuncio de la fabada o bien sobre los hombros como doña Rogelia. Pero lo que llevaban todos sin falta era un  indispensable sombrero de paja. Los complementos como regaderas, fajos de leña, bolsas de harina llenas de pupurri casero elaborado en la clase con pedazos de revistas,  o las herramientas del campo también hechas en clase con cartón y tubos de papel de cocina, acababan de dar el toque final a sus disfraces. Aunque realmente el auténtico toque final lo dieron las maestras que se debieron divertir de lo lindo dibujando a los nenes todo tipo de tupidas barbas, bigotes o convirtiendo a algunos en unicejos, mientras que las niñas lucían unas sonrosadas mejillas, algunas con pecas, dignas de Heidi, aquella serie de dibujos animados de la niña de los Alpes que vivía con su abuelito y que junto con Marco el de un pueblo italiano nos traumatizó a toda una generación que hora rondamos los cuarenta y tantos.

Digo que este año lo hemos tenido de perlas porque debimos ser de los pocos padres que no han tenido que salir desesperadamente a buscar un sombrero de paja. Resulta que cuando arreglo el jardín y hace sol me pongo uno, así que Tsunami arrambló con un sombrero con experiencia en jardines y plantas. Lo único malo que tenía este disfraz es que los peques, al ser eso, peques, pues nos caían a un nivel visual bajito y claro, sólo veíamos sombreros a la hora de inmortalizar nuestros retoños para enviar la foto a la abuela, que con tanto sombrerito agrícola no había forma de distinguirlos.

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Al día siguiente le tocó el turno a Terremoto. Este año al mayor le ha dado por las historias de Westerns, así que quería disfrazarse de forajido tipo Clint Eastwood. Tenía bien claro que quería llevar un sombrero de vaquero, que ya tenemos (perfecto), una escopeta de juguete que también tenemos (bravo, esto funciona) un pañuelo rojo al cuello que también tenemos (yujuuuu, este año promete) y un poncho y unas botas vaqueras con espuelas… uy. De eso no tenemos (era demasiado bonito para ser cierto). Cuando hace mes y medio me dijo cuál era el tema elegido, le pregunté si por casualidad podíamos comprar el poncho, pero no, tenía que hacerlo mamá que queda más chulo.  Busque telas, pero no le convencieron. Busque ponchos hechos, pero no me convencieron a mí. Busqué alguna manta con solera para hacerle uno, pero tenían mucha pinta de manta. Estaba ya un poco desesperadita cuando un día recordé que tenía una especie de mantita de reducido tamaño, que se habían dejado los de la mudanza y que había lavado por si en algún momento teníamos que pintar o algo usarla y luego tirarla. La recuperé y era perfecta, el color, el dibujo de la tela, el tamaño. Incluso tenía unos cuantos descosidos y rotos que le daban, evidentemente, el aspecto de usada. Porque señores, a mí no me cuelan eso de que tras estar cabalgando hacia el sol todo el día por caminos con polvo y sudando como unos descosidos, los vaqueros iban por la vida con un poncho inmaculado y como acabado de salir de la máquina de coser. Terremoto dio el visto bueno y lo volvimos a lavar, lo tuve varios días en remojo, luego lo lavamos a mano y luego con la lavadora, jajaja, vamos que quedó con pinta de viejo pero reluciente. La única labor de costura fue hacer un corte en medio para que pasara la cabeza y chachán, poncho acabado.

El problema fueron las botas. Mi niño tiene ya un 41 ó 42 dependiendo del zapato. Además Terremoto ha heredado mi forma de pies, anchos, con mucho puente y delicados, vamos un chollazo. Ya podría haber heredado los pies todoterreno de su padre. Qué envidia mi ex, zapatos que se pone de su talla, zapatos que le vienen como un guante. En cambio Terremoto y yo nos probamos todos los zapatos de la tienda y nos cuesta Dios y ayuda encontrar unos zapatos que no nos duelan, nos entre y ya no hablemos de que encima sean chulos.  Por lo que buscar por mi cuenta unas botas vaquera sin el niño delante era una actividad descartada desde el primer momento. Terremoto no ha querido ir de tiendas, así que las botas como que era muy complicado tenerlas. Entonces ingenua de mí, pensé que si llevaba deportivas y unas espuelas no habría problema, pero lo hubo. Primero porque no encontraba espuelas, segundo porque quería que yo las hiciera y tercero porque dos días antes de la fiesta me dijo que si no llevaba botas y además marrones no quería ir disfrazado de forajido y elegiría otro tema para que se lo hiciera. Aquí casi me dio, así que el martes al salir a merendar, me acerqué a unas tiendas de disfraces que hay cerca del trabajo. En la primera sólo tenían polainas de indios y cantaban mucho que no eran de vaquero, además no tenían espuelas. Pero en la segunda la suerte me sonrió y tenían polainas marrones y espuelas.  Cuando le enseñé las adquisiciones a Terremoto no les puso muchos problemas, sólo que las botas que teóricamente eran para un 45 le venían cortas. El miércoles fue el carnaval de Tsunami, así que el martes noche no pude dedicar tiempo a arreglar el desaguisado. Ayer por la noche volví nuevamente otro año a quedarme hasta las doce pasadas para recortar el trozo de bota que sobraba, coser trocitos en la puntura y ajustarlas. Esta mañana le hemos puesto todo el disfraz y me he quedado flipada cuando he visto que pese a que lo había hecho a ojo se las había clavado de maravilla, ufffff….

Por cierto, investigando sobre los ponchos descubrí que Eastwood lleva siempre el mismo poncho en sus pelis porque resulta que era suyo. Lo había comprado en Madrid y por lo visto no lo lavaba nunca y se lo ponía sólo para los rodajes. Hay que ver que cosas se aprenden por internet buscando ideas para disfraces.

Así que este año os presento dos disfraces muy facilotes con los que mis niños fueron a sus fiestas del cole. Espero que os gusten y hasta el año que viene, a ver si hay suerte y son tan fáciles como estos.

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Del baúl de los disfraces a la ducha para disfraces. Terremoto y los recursos para salir de un atolladero o de un Halloween con buen pie.

18 Oct

Dentro de unas semanas se acerca Halloween y Terremoto ya me ha dado una indirecta: “Mamá, un día de estos tenemos que mirar que hay en los baúles y montar uno”. En su cole cada año el APA monta una fiestecita para los alumnos y evidentemente, esta fiestecita implica niño disfrazado. Ya os he comentado en otras ocasiones las vicisitudes a la hora de disfrazar a mis polluelos y los retos e improvisaciones con los que me tengo que cortejar cada vez que nos acercamos a carnaval. Por suerte el cole de Tsunami no hacen disfraces para esta época, así que uno menos. Además en estos casos los disfraces son más improvisables. La primera visita es al baúl y a la ducha de los disfraces…

 

… Había una vez un niño llamado Terremoto que desde pequeñajo demostró un especial interés para disfrazarse, como casi todos los niños. Terremoto era un poco especial en el aspecto del tuneo de la personalidad, jamás le vi con los zapatos de mamá puestos, ni con una corbata de papá… aunque ahora que lo pienso, no es que papá llevara muchas corbatas, pero ya me entendéis. Terremoto no se conformaba con cositas pequeñas, cuando él se disfrazaba lo hacía a lo grande. Teníamos por casa un baúl de plástico amarillo que le compramos cuando aún era más pequeño, porque un día le pidió a su madrina un cofre del tesoro y lo único que encontramos que se pareciera a eso fue este baúl. Al principio guardábamos dentro sólo juguetes, pero poco a poco el avispado de Terremoto fue introduciendo cositas para disfrazarse. Que si en el cole se habían disfrazado de no sé que, pues luego al baúl. Que se había portado mega bien y le queríamos comprar un detallito, pues para la tienda de disfraces de la que salíamos con un parche de pirata o un garfio. Luego cuando por casa se dejaba de usar algo como un cinturón viejo o unos retales grandes de tela, estos también iban al baúl.

La mamá de Terremoto, en vistas a la afición de su vástago por los cambios de personalidad y recordando lo mucho que a ella le gustaba también hacer eso de niña, decidió que el baúl amarillo pasaría a convertirse en un baúl de los disfraces. Cada año en el cole que iba antes Terremoto, organizaban un estresante y aburrido desfile de carnaval por las calles del barrio. Digo que era aburrido y estresante porque los peques se limitaban a desfilar cual parada militar algo chunga, unos tras otros. Mientras, delante de todo abría el desfile una camioneta adornada con cintas y globos y unos megáfonos a toda ostia con la música más festivo-horteril de la temporada de ópera infantil. Dentro de la furgoneta, los pobres pequeñajos de guardería, eran exhibidos en la parte trasera mientras los megáfonos resonaban a poca distancia sobre sus cabezas. Así que los pequeñajos se pasaban casi todo el trayecto berreando como posesos, porque a ver, a quien le gusta que le paseen como un animalito de feria y le frían el tímpano a golpe de los payasos de la tele.

Detrás de esta camioneta venían todas las clases. Normalmente los más mayorcitos de preescolar y los de infantil iban conjuntados en relación a un tema, sólo los más mayorcitos tenían libertad de elegir sus vestidos. Mientras este desaguisado ocurría, los padres íbamos como locos siguiendo el recorrido tras la comitiva como más buenamente podía cada uno, con la cámara de fotos en una mano y la de video en la otra. Mientras te pasabas todo el tiempo llamando al polluelo para que se girara hacia su respectiva madre gallina. Eso cuando no se habían apuntado los abuelos que también intentaban lo suyo siguiendo el cortejo y abriéndose camino a golpe de cayado en el suelo.

Así que entre disfraces impuestos y disfraces elegidos por el peque, nos encontramos en casa con un gran material para nuestro baúl amarillo. Conseguimos además del parche y el garfio, objetos tipo espadas de pirata, de mosquetero, sombrero de vaquero que luego tuneamos a mosquetero, plumas para tunear el sombrero, sobrevestas, un pañuelo rojo de cuello, guantes de algodón blancos y negros, cinturones y bandas, una pipa de Sherlock Holmes, un bastón negro con el pomo blanco de super malvado, unas orejas de conejo de Pascua, dos gorros de Papá Noel, diversas coronas de las fiestas de cumpleaños, y no sé cuántas cosas más. Bueno, las sé pero cualquiera las acaba de escribir todas.

Terremoto se lo pasaba pipa, porque en algunos momentos en el cole nuevo ha hecho actividades de teatro y también nos hemos tenido que espabilar con el disfraz para la representación, que por cierto no he podido ver ninguna porque las hacen en mi horario laboral, snif, snif. Pero lo que cuenta es que él se lo pasa fenómeno.

De tanto en tanto le da por disfrazarse y ahora en ocasiones lo que hace es disfrazar a su hermano que aún es mejor. Lo de la imaginación al poder lo ha heredado de mami, se me cae la baba cuando veo los recursos que tienen.

Con el tiempo el baúl de los disfraces se nos hizo pequeño y más que baúl de juguete empezaba a aparecer una maleta de viaje de esas que salen en las películas en las que metes de todo y para cerrarlas te tienes que sentar encima, procurar no pillarte los pantalones con la cremallera, ni que te salga una manga por algún sitio.

Cuando nació Tsunami la verdad es que tuvimos un montón de cosas y un montón de disfraces de Terremoto que ya no le venían bien, pero que pudimos aprovechar para que el peque jugara o se disfrazara. Así que cuando nos cambiamos de casa hace dos años decidimos que teníamos que hacer una reestructuración disfraceril.

No sé muy bien porque, los antiguos dueños habían hecho en el cuarto que luego le asignamos a Terremoto, un pequeño baño compuesto de lavabo y ducha. Nosotros hubiéramos preferido un wáter, pero no lo habían puesto y ahora hay muchos problemas para poner bajantes y demás. Así que allí tenemos una ducha ubicada en un mini baño. Para más inri, a la hora de cuidar la estética, que queda muy chulo pero no es práctico, este baño no tiene puerta. La puerta es un arco, así que no se puede cerrar. Al ser tan pequeñito el arco está pegadito a la ducha y para rematarlo todo el cuarto del peque tiene parquet en el suelo. Vamos que fueron unas lumbreras a la hora de reformar esa habitación, pero prácticos, lo que se dice prácticos, más bien no.

No me costó demasiado convencer a Terremoto que la ducha del baño grande era más chula que la suya, porque sinceramente lo es y el niño no es tonto y le gusta más la otra. Pero esa ducha allí ocupando sitio no me acababa de gustar y a él tampoco. Terremoto puso dentro unas cuantas cajas de disfraces, porque señores a esas alturas con sus entonces doce años de existencia disfracil, los complementos y vestidos ya se contaban por cajas. Algunos de los que no le gustaban tanto o le venían pequeños pasaron al cuarto de Tsunami, quien también heredó el baúl amarillo, ese baúl que durante años ha sido y es el sancta sanctorum de la vestimenta, la improvisación y la diversión.

Pues bien, un buen día se me ocurrió una forma de sacar algo de provecho a ese rincón tonto de su cuarto y al mismo tiempo dar algo de orden a todo aquello, así que me hice con dos barras de ducha, una cortina de ducha y un paseo hasta Ikea para comprar un accesorio de armarios. El cambio fue sencillo y lo hicimos un fin de semana que Terremoto estaba con papá, de esta forma al volver el lunes se encontraría con la sorpresa y si el cambio resultaba luego que era un desastre al menos no tendríamos un dramón montado mientras lo desmontásemos.

Instrucciones para el tuneo de plato de ducha a ducha de los disfraces:.

 

Paso 1.- Se despeja bien el baño

Paso 2.- Se coloca una barra de ducha en la parte media del espacio que se dispone.

Paso 3.- Se coloca otra barra de ducha en la parte más cercana a la salida de la ducha y se pone en esta la cortina.

Paso 4.- Se coloca el complemento de Ikea en la barra del paso 2.

Ahora sólo quedaba colgar las prendas en perchas y colgarlas de la barra del paso 2. Los complementos varios se distribuyeron en el complemento de armarios del Ikea y luego en un colgador dragón, también de IKEA que Tsunami decidió que al final se quedaría su hermano. Aún tenemos alguna caja, debajo del lavabo, pero evidentemente con una basta y sobra.

 

disfracesComo veis en la foto el espacio está más aprovechado. Terremoto tiene a la vista y a mano todos sus útiles de disfraz, además no se le arrugan y no están distribuidos por diversos lugares y sin controlar lo que tiene. Cuando no lo usa se corre la cortina del paso 3 y queda todo recogido detrás.

Sólo tiene un inconveniente, que hay que ir con cuidado a no sobrecargar la barra de ducha, por lo tanto el complemento de Ikea no puede sobrecargarse o se cae todo. Cuando esto ocurrió volvimos a colocarlo y fue cuando pillamos de ayuda el colgador dragón.

Ya sé que no todas las casa disponen de un espacio tan tonto y tan muerto como el que yo tenia, pero si alguno tiene algo por el estilo o bien sólo quiere dedicar un armario que no se use para ello, que sepa de esta posible opción (jeje, ilusa de mí, ¿a que madre le sobra un armario?… pero bueno… nunca se sabe)

Como os he dicho, este año Terremoto ya me ha dado una indirecta. Si no cambia de opinión a última hora, cosa bastante probable por la experiencia de los últimos años sobre todo con esta fiesta, posiblemente este año vaya disfrazado de científico loco. El disfraz del año pasado fue una improvisación que hicimos la tarde antes porque no llegaba a decidirse y no le pude preparar nada con tiempo. Para nuestra sorpresa la combinación resultó chula, incluso recibimos diversas felicitaciones por parte de profesores y otros alumnos del cole, pero claro, eso difícilmente se hubiera conseguido si no hubiéramos tenido a mano todo ese bagaje disfracil que nos apoyaba.

El año pasado Terremoto fue a la fiesta del cole vestido de Rey Zombie. Os dejo con la foto, a ver quien es el que se atreve a decirme que mi hijo iba guapo, porque guapo, guapo, no lo diría ni su madre aquí presente, con el asquito que me dan a mí los zombies, bruuuu….

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Los disfraces de este año de Terremoto y Tsunami y como las cosas siempre se complican en el último momento

27 Feb

Hace ya unos días que ha pasado el Carnaval y pese a todo veo en la estadística que cada día hay algunas personas que entran buscando los disfraces de los peques. No tengo claro si es que se quedaron con eso para buscarme, o bien que les faltó tiempo para acabarlo y ahora lo hacen, o bien que son una familia muy previsora y se han puesto con tiempo para elaborar el del año que viene. Algo de eso o resulta que en otro lado del planeta están ahora con estas fiestas y yo sin enterarme. Vista esta asiduidad de entradas directas hacia los disfraces hoy os voy a enseñar el que han llevado Terremoto y Tsunami este año. No os pongo tutorial porque ninguno de los dos esta elaborado artesanalmente… bueno… un poquito, aunque os iré contando lo que es durante la presentación de los dos modelos. Así que…

…Ladies and gentlemen, tomen asiento porque la pasarela de moda de este carnaval 2013 versión de casa está a punto de empezar. En primer lugar va a desfilar Terremoto con el vestido que más ilusión le ha hecho en mucho tiempo. Un auténtico traje de cocinero, pero de los de verdad, homologado, con certificado y todo eso.

Todos sabéis la afición de mi hijo por los fogones. Este año me había pedido un disfraz de cocinero. Tenemos por casa un delantal auténtico de la escuela de hostelería de Mallorca que hace años me regalaron y casi no lo hemos usado y también tenemos unos gorros de cocina. El delantal lo encontré enseguida, pero no se que ha pasado con el gorro grande que no aparecía, sólo el pequeño y ese le viene bien a Tsunami. Así que fui a la tienda de disfraces a ver si había algo, pero sólo encontré gorros sueltos y nada más. Cerca del trabajo además de la tienda de disfraces hay una tienda de uniformes de hostelería, así que entré a mirar. Creía que me pedirían un dineral ya que hace unos años buscando un gorro de cocina me pidieron algo desorbitante y por eso los que tienen eran de la tienda de los disfraces. Para mi sorpresa o los precios habían bajado o hace años alguien me quiso tomar el pelo. Me pidieron poco menos de veinte euros por una chaquetilla auténtica y oficial de cocinero. Una chulada en manga larga y muy bien acabada. Y tan sólo unos diez euros por el gorro tipo champiñón, como los de la tele. Evidentemente mire que la talla fuera la suya y se vinieron conmigo a casa. Era un martes y llegué que Terremoto se había acabado de meter en la cama. Recuerdo que entré en su cuarto, él estaba sentado en la cama, le saqué la chaquetilla y el sombrero de la bolsa y el pobre se cayó de espaldas sobre la cama. Rápidamente se levantó a probársela y casi se le salían los lagrimoncillos por el rabillo del ojo. Le dije que ya que tiene muchas posibilidades que dentro de unos años estudie cocina (si en el cole lo siguen dando ya que este año es el primero que lo han puesto para los más mayores) pues que además de disfrazarnos íbamos a empezar a tener el uniforme profesional.

Sé que el traje oficial es con unos pantalones de cuadros, pero esos ya los adquiriremos cuando se ponga a estudiar de verdad. Para el disfraz usamos unos pantalones negros y unos zapatos negros normales. Delante, pero con el pecho escondido debajo de la faldilla, llevaba el delantal de la escuela de cocina, jeje. Y para rematarlo decidimos que ese cocinero iba a ser italiano, concretamente el Chef Terremoto de la pizzería Il forno di Chopet. Por si no lo sabéis, Chopet es su cocodrilín preferido que ha sido como su hermano desde que llegó a nuestra casa, un día os hablaré de este cocodrilín simpaticón. Pero resulta que no teníamos caja de pizza. Así que no había excusa, el fin de semana tocó ir a comprar una y llevarla a casa, luego fotografiamos al peluche con la pizza, se imprimió en un papel la foto y se pegó en la caja junto a un letrero de la tratoria Il forno di Chopet.

Pero, pero, pero, ya sabeis lo que le gusta al sr. Murphy venir a meter las narices en esta casa. Así que justo cuando lo tenía todo montado nos dicen del cole que debido a un concurso de dibujos que han hecho les hacía ilusión que Terremoto fuera de cocodrilo super héroe. Tengo que decir que más o menos tenía cosas con las que improvisarlo, pero tenía que ponerme y retocar y buscar varias más. Terremoto  a veces es un buenazo y para no decir que no es capaz de tragarse algún marrón. Así que aparcamos el de cocinero que sólo le quedaba acortar un poco las mangas y nos pusimos a improvisar el de cocodrilo. Unos días antes me confiesa todo compungido que a los niños les hace ilusión lo de cocodrilo superhéroe pero el que realmente le entusiasmaba a él era el de cocinero. Vuelvo a decidir que me quedo con el de cocinero y fue cuando hicimos la caja de la piza. El día antes de su fiesta de disfraces que era el viernes, Tsunami tuvo la de su cole y después de la fiesta del cole de Tsunami, Terremoto tenía visita a la neuropediatra. Yo había calculado que ese jueves me bastaba para acabarlo y los días anteriores me dediqué al de Tsunami. En el cole de Tsunami hacen la fiesta, ya os lo contaré algo más abajo, y cuando salimos voy a la neuropediatra directamente y mi ex recoge a Terremoto del cole y lo lleva a la doctora. Cuando la neuróloga está visitando al peque me cuenta el papá que el director del cole les ha dicho que hay concurso de disfraces de superhéroes y que confía en el Terremoto vaya de cocodrilo. Yo ya flipaba en colores, luego veréis porque. Al final cuando llegamos a casa yo a punto de tener casi un colapso nervioso, Terremoto me dice casi llorando que todos le piden el de cocodrilo como el dibujo que hizo pero que a él le hacía mucha ilusión ir de auténtico cocinero. Así que decidí que si el director y los niños quieren un cocodrilo superhéroe que se vayan al zoo de Barcelona y le pongan una capita y unos calzoncillos rojos a los inquilinos del sector patrocinado por Lacoste, que no es broma que ese recinto está apadrinado por esa casa. Por la noche cuando todos se hubieron acostado, me quedé a acortarle las mangas y ajustar cuatro cositas, luego le metí un discurso reivindicativo a su profe contándole que si la fiesta es para que los nenes se lo pasen bien yo prefería que fuera de lo que le gustaba y lo sentía por el concurso del director. La profe me respondió que no estaba enterada de ese comentario que le habían hecho a mi ex pero que coincidía conmigo y que había hecho muy bien en respetar los deseos del niño.

Y aquí tenéis a nuestro pizzero particular antes de ir por la mañana al cole el viernes.IMG_3270

 

Ahora le toca el turno a Tsunami. Realmente el disfraz que le hicimos común a todos los peques de la clase que iban disfrazados del mismo cuadro. Si me lo permitís prefiero mantener en el anonimato ese disfraz porque fue una cosa más conjunta del cole y de la clase. Os diré que fue una fiesta magnífica y que acabó con baile en uno de los patios, nuevamente los de ESO vendiendo tartas y refrescos para subvencionarse su viaje de estudios del año que viene y los más peques acabaron persiguiendo a las maestras, montando una conga con ellas y luego bailando a corro profes y peques. Justo en ese momento, al final de la fiesta, cuando sólo me quedaba disfrazar al día siguiente a Terremoto, va la profe y nos dice que si queremos mañana pueden ir al cole vestidos de los que más les guste.  Evidentemente, a Tsunami le pareció magnífica esta proposición, pero a mí me pillo como dicen los pintores «in braguetone».

Hago ahora un punto y aparte para comentaros algo que puede ser de interés a todas las mamás que aún no han entrado en esta vorágine de los disfraces de sus peques. Tengo la suerte, se mire como se mire, de que a Terremoto le encantan los disfraces, desde que era un renacuajo. En casa hace años que compramos un baúl de plástico amarillo parecido a un cofre del tesoro pirata y lo convertimos en el cofre de los disfraces. Actualmente hay mucho más que un cofre. En él guardábamos todos los disfraces que habíamos hecho. También se guardaban objetos que pudieran usarse como complementos de disfraces, vamos, que te han regalado un pañuelo de cuello chulo pero que se pega pedradas con el tipo de ropa que llevas… al baúl de los disfraces; que un día te vas a hacer una prueba y te hacen poner una bata de papel y luego hay que tirarla… te la llevas y al baúl de los disfraces; que has ido a la doctora y la enfermera les ha dado unos guantes para hacer unos globos y tenemos dos sin hinchar… al baúl de los disfraces; que rebuscando por casa del abuelo descubren que tenía guardado las enaguas (véase cancán) que llevaba debajo de mi vestido de comunión… para mi vergüenza también se fueron al baúl de los disfraces; que el abuelo se ha comprado un sombrero pero luego decide que no le viene bien y como ya está usado no se puede devolver… al baúl de los disfraces… Como veis, el baúl de los disfraces se alimenta de las cosas más variadas, de caretas que les han regalado, de otras que hicieron en el cole, de un cinturón que no nos gusta. Todo sirve. Así que mamis, id montando un cofre, baúl o caja de disfraces, porque os solventarán más de un marrón y vuestros peques disfrutarán presentándose un día ante vosotros vestidos de vieja en plan doña Croqueta.

Como podéis imaginar, después de casi doce años de disfraces para carnaval, más sus respectivos Halloween, más algunos que se compró por placer, más otros que tuve que hacer cuando hizo teatro en el cole… tenemos unos pedazos de baúles en condiciones de ir buscando atrezzo para improvisar un disfraz a Tsunami.

Despuées de este pequeño inciso publicitario en favor del fondo de armario carnavalesco sigo con el relato. Ya veis que en menos de una hora se me encomendaron dos pequeños marrones, improvisar algo para Tsunami y ver al final que hacía con el pobre Terremoto. Ya sabéis que al final el mayor hizo realidad sus sueños y yo pensaba que cuando llegara a casa buscaría el disfraz de búho que os había puesto del año anterior en la escoleta y lo volvería a llevar pero ahora en el cole de mayores. Problema, que yo recuerdo que hacía unas semanas lo había localizado y había dicho “lo voy a guardar aquí para tenerlo a mano por si lo necesito estos días” y cosa poco habitual en mí, no logré recordar donde estaba ese aquí. Mira que lo intente pero no lo recordaba. Cuando llegue a casa mi pareja tuvo que salir un momento y yo me quedé con mi ex y los dos niños, yo buscando el disfraz. A estos tres no se les ocurre otra brillante idea más que ponerse a jugar al escondite zombi, que por si nadie lo sabe (supongo que nadie debe saberlo porque se lo acababan de inventar) es a escondite pero cerrando todas las luces. Ya me tenéis a mí buscando por las habitaciones, Tsunami cerrándome las luces. Al final estaba buscando con una linterna porque yo soy muy mala para andar a oscuras y me pego unos  porrazos por todas partes. Por suerte para mí, llegó el papa de Tsunami justo a tiempo antes de que me comiera a ese trio con patatas fritas y kétchup. Cuando todo se hubo calmado di por inútil el seguir buscando y decidí echar mano de la caja de disfraces. Así que finalmente Tsunami fue de caballero medieval.

Lo único que le hice fue una hacha con cartón, ya que teníamos una de plástico, pero el peque te pegaba unas natas con ella que ya me veía yo a la maestra quejándose de que el muy bestia le habría saltado los piños a unos cuantos niños y amoratado unos cuantos ojos. Ante un posible y esta vez real tsunami en su clase optamos por la versión menos agresiva y a la vez chula. Esta parte la hice cuando acabé de arreglar el traje de Terremoto, al final me fui a acostar a la una y media. Al día siguiente los dos nenes estaban contentos con sus vestidos y yo ojerosa y cansada como cada año cuando tengo un reto de carnaval, no sé como me las arreglo, aunque me ponga un mes antes siempre acabo yendo a dormir después de la una… debe ser también cosa del tal Murphy que se ha liado con un tal Morfeo para reírse un año más a mi costa.

Como veis Tsunami lleva, una especie de camisa gris rajada que es de un disfraz de pirata, una capa de cuando el mayor se disfrazó de mosquetero, una banda en la cintura también de un disfraz de capitán pirata, un casco de caballero medieval que compramos en una fireta y aunque no lo parezca es de platico y finalmente el hacha de cartón por si las mosquis. Y aquí tenéis a nuestro segundo protagonista de la pasarela antes de salir de casa hacia el cole, todo chulo él poniendo pose del personaje.

Así que familia, ya sabéis, para un disfraz no previsto, no hay nada mejor que imaginación y un buen arsenal en un cajón te salvará. Por hoy se acaba la función, querido público, otro día más.

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Ideas para disfraces de carnaval: El disfraz de búho de Tsunami.

1 Feb

Bueno, la verdad es que no pensaba publicar un segundo post de disfraces, pero visto que el de astronauta se ha convertido en top ten  desde que lo he publicado… No sé si a estas alturas voy a salvar a alguien, porque yo diría que quien más quien menos ya tiene pensado que hacer para los nenes. Os comento rápidamente como hice este disfraz de búho para Tsunami. El búho ha sido uno de sus animales preferidos y en ese momento lo era mucho, mucho, mucho.

El disfraz no es muy complicado, si alguien colabora es posible hacerlo en dos días, sobre todo si quien ayuda se encarga de los peques y disponéis de tiempo para trabajar sin demasiadas interrupciones.

Lo primero es conseguir unos trozos de fieltro, yo elegí tres colores, un marrón claro y uno oscuro para diferenciar las diferentes líneas de plumas, y el gris claro para la barriga. El truco consiste en cortar tiras por la parte más larga del fieltro para hacer… pues eso, tiras.  Con ellas vamos a hacer las plumas, todas en conjunto, nada de una en una como vi en una web. Ahora cogéis las tijeras y vais haciendo los picos de las plumas, de tal forma que la mitad de la tira esté normal y la parte superior con la forma de dientes de sierra que hace la pluma, vamos, como lo veréis en la foto final. Así lograreis unas largas tiras de plumas. No os preocupéis si todos los picos son algo diferentes, así queda más chulo. Tampoco es cuestión de que no se parezca ninguna pluma entre sí.

Tenéis que reservaros uno trozo de fieltro con el que haréis el cuerpo del búho. Para ello doblareis por el centro el rectángulo de fieltro. Para evitar que se mueva podéis poner algunas agujas o en este caso coger con un trozo de celo,  pinzas o bastantes clips, de esta forma los dos lados no se moverán y estarán juntos.

Sobre uno de los lados que tenemos hemos de colocar  un jersey, camiseta o camisa del niño. La parte del cuello tiene que estar situada precisamente en la zona donde habéis doblado la tela, de esta forma tendréis la parte de delante y la de detrás. Para que me entendáis el cuerpo resultante será algo parecido a un poncho o una sobrevesta medieval

Si teméis que el jersey se mueva mientras dibujáis el contorno alguien os lo puede sujetar o bien poner unas agujas. Yo personalmente y ya que el cuerpo va a quedar camuflado, lo hago sin enganchar, además es algo que he hecho en otros disfraces y tengo práctica. Pero si no os fiais y para asegurarse podéis colocar unas cuantas agujas para evitar que se mueva cuando saquéis el contorno sobre el fieltro.

Si la prenda es de manga larga o corta, debéis doblar la manga hacia el centro de la prenda, de esta forma la parte donde la manga se une al cuerpo, es decir la sisa, queda más fácil de dibujar.

Para el cuello haced de momento un dibujo de la forma del cuello de la prenda. Piensa que las telas siempre ceden o tiene botones. En el caso del fieltro eso no ocurre, así que cuando hayáis cortado la tela tenéis que ir probando y abriendo poco a poco la abertura del cuello hasta que pase cómodamente la cabeza del niño.

Esta prenda que os saldrá tiene que entrar cómodamente por la cabeza, el escote mejor que sea como el de la foto. Si lo hacéis demasiado grande sujetará poco sobre el hombro y se le ladeará. Si hacéis la abertura con demasiada forma de pico luego no os irá bien a la hora de poner las plumas.

Para sujetar “el poncho” en la parte de la cintura se cosen unas cintas de tela o bien unos trozos de elástico, según el gusto de cada uno. Yo use cintas marrones en todo el disfraz.

Cuando ya tenéis el cuerpo sólo hay que ir poniendo de abajo hacia arriba tiras de plumas. Yo las cosí a mano porque entonces no tenía máquina. Lo mejor es hacer una puntada a máquina. Creo que también existe la posibilidad de usar una pistola de cola caliente, desconozco como van para pegar fieltro pero esta semana he manejado una para un disfraz y me ha gustado mucho como funciona. Si la usáis cuidado con no quemaros, si buscáis en internet se comenta como usarla, supongo que debe ir con instrucciones. Cuando tengáis una tira de plumas puesta ponéis la siguiente de otro color, de tal forma que las plumas escondan la franja que no está tan cortada. Al llegar a la zona de la barriga se corta un color se pone unas cuantas del gris y luego se sigue con la tira. Creo que si miráis la foto lo entenderéis enseguida, que no sé si me explico lo suficientemente bien.  Tenéis que hacer esto también en la parte de atrás, salvo que allí no hay barriguita. Si tenéis mucha prisa podéis prescindir de poner plumas detrás, pero sinceramente queda más chulo.

Como veis en la foto, las plumas no llegan exactamente hasta arriba del todo. La parte superior la reservamos para poner una tira de plumas color gris alrededor del cuello. Para que no se notara la junta la situé en la parte de detrás. Luego para darle más volumen al disfraz le puse dos trozos grandes de marrón oscuro en forma de grandes plumas justo sobre los hombros, como si fuera algo parecido a unas hombreras.

En mi caso y siento decir que no tengo foto, atrás hice una colita. Al cortar el cuerpo, el que tenía que ser la parte trasera le dejé una puntita detrás y sobre ella cosí tres plumas grandes las dos laterales en marrón oscuro y la central en marrón claro.

Ya tenemos el cuerpo acabado, ahora le toca el turno a las alas. Esas no van pegadas al cuerpo. Son más sencillas, realmente son tres trozos de tiras de plumas que hemos cosido unas sobre otras. Sobre la superior cosemos unos trozos de veta o de elástico si queréis y atamos a los brazos.

Lo último es la cara del búho. Yo tenía pensado hacer una máscara de fieltro y en internet hay algunas. El problema fue que no tenía tiempo, así que busque caras de búho y caretas. Elegí la que me gustaba más y tenía los colores más parecidos al disfraz. La imprimí en un papel y lo pegué sobre una cartulina. Luego la recorte, recorté también los ojos. En el lateral haces unos agujeros con la punta de una tijera con cuidado a no pincharnos. Luego pasas un elástico y lo adaptas al contorno de la cabeza.

Sé que la explicación es un poco liada y no es un disfraz que se haga en un día, pero sí que es rápido de montar si se tiene un poco de idea y tiempo para hacer las tiras. El tener máquina de coser creo que facilitaría mucho el trabajo, que yo me pasé mis horitas cosiendo a mano que es más lento. La cola caliente puede que funcione bien, yo la he probado pero con papel parís, de todas formas lo más seguro es la máquina de coser.

Si alguien se quiere dar más prisa podría hacerlo con otro tipo de material en plan papel pinocho y pegar, pero no aguantaría una jornada a lo bestia, al menos no de los míos. El papel parís que he trabajado hace poco no está mal y me recuerda al fieltro, aunque este es más resistente y creo que mejor.

Yo hice un búho porque Tsunami es un fans de los búhos, pero con esta técnica podéis hacer cualquier tipo de ave, sólo tenéis que buscar un color que se adecue al pájaro. Se me ocurre que en amarillo puede irse de pollito o canario, dependiendo de la careta. De colores verdes, azules y rojo se puede ir de loro o guacamayo… No sé todo es cuestión de ver fotos del ave elegida y buscar los colores.

Sé que os pongo este post con poco tiempo, pero espero que le pueda ayudar a alguien. Faltan unos días pero aún estáis a tiempo. Suerte con vuestros pajaritos.

2012 enero 003

Ideas para disfraces de carnaval: El año pasado Terremoto fue de astronauta.

24 Ene

Creo que no lo había comentado, pero si lo había hecho vuelvo a decirlo. Terremoto me tiene estresada. Bueno, en ocasiones me tiene estresada en muchos sentidos, pero en este caso es en el tema de los disfraces. Al niño siempre le ha gustado disfrazarse, desde pequeño y a mí me encanta hacerle los disfraces más que comprarlos si es posible. Supongo que todo viene de un trauma infantil en el que mi prima siempre llevaba disfraces superchulos y varios distintos cada año y mi madre pasaba del tema y sólo tuve uno y comprado. Así que aunque yo no sepa coser como mi madre, que de soltera era sastresa, pues tengo imaginación, ganas y ahora a nuestro querido “Google Gran Invento”.

Cuando Terremoto era pequeño me faltaba este último paso de inspiración y me las tenía que apañar sin información adicional tecnológica. Ahora, cuando me lanza su reto disfrazil del momento voy y miro imágenes a ver si alguna me inspira. Terremoto ha sido de los que me ha hecho hacerle disfraces de lo más variopinto:

–          El disfraz del malvado emperador Zurg, porque el que vendían de Buzz no lo quería. Él lo quería del malo, con máscara casera con cuernos.

–          He hecho un disfraz de cocodrilo investigador privado tipo Sherlock Holmes. Vamos, todos los inconvenientes de un cocodrilo y todos los de un personaje de Arthur Conan Doyle.

–          También ha pasado por otros más convencionales de vaquero, mosquetero, caballero medieval.

–          De villano, así, sin más pistas. ¿Que a ver como se hace uno de villano sin más datos?

–          De alienígena. Este que aparentemente parecía fácil fue una odisea ya que tonta de mí se me ocurrió pedirle que me lo dibujara para saber como lo quería. Así que él había hecho el dibujo en un papel y tenía que ser igualito igualito al del dibujo… El próximo día le quito las ceras y no le pido que me lo dibuje. Eso me pasó por bocazas con un niño creativo. Al final hablando con una de mis compañeras de trabajo me dijo que ella tenía un pijama que le había regalado su hermana y ella no usaba porque era muy caliente. Milagros que en ocasiones ocurren, el pijama era igualito y con los mismos colores que el uniforme del dibujo de Terremoto. Al día siguiente Terremoto recibía de regalo un pijama nuevo que mamá requisó automáticamente para tunear. Por su parte Terremoto hizo en una cartulina un mapa de invasión de la tierra que acompañaba al alienígena.

–          De capitán pirata, no os vayáis a creer que de tripulación  con cuatro cosas y una espada. No. Tenía que ser de capitán como mandan los buenos cánones del corsarismo, la piratería, los bucaneros y demás picarescos códigos de la Isla Tortuga y los Siete Mares. Este también fue acompañado con cartulina enrollada y lacrada del mapa del tesoro, faltaría más.

–          De cocodrilo. Tengo que decir que este ha sido uno de los dos únicos que fue comprado, concretamente en un viaje a Barcelona. Por suerte me libré de hacerlo… ufff

Tendría que mirar ahora todas las fotos ya que he perdido la cuenta de los disfraces de carnaval, eso sin contar los de Halloween y los del teatro que hizo una temporada en el cole.

Cuando se acercan las fechas de carnaval, que no sé por qué extraño motivo siempre me despisto y me doy cuenta una semana antes de la fecha. Suelo sondearle, por eso de si hay suerte y se puede comprar o aprovechar algo y no acabo como loca buscando una remota posibilidad de realizar eso que él decida. Si no es lo que decide, la tenemos más liada que una madeja de lana con un gato cerca. Así que la sentencia del año pasado fue: «Mamá, este año he decidido que quiero ir de astronauta». Allí quedaba aquello. Cuando se lo comenté a mi ex se quedó blanco como la nieve. Nunca hemos entendido que tiene nuestro Terremoto en contra de los disfraces de pirata hechos con cuatro parches cosidos, un loro de peluche y una camiseta de rayas. Antes de que a mi ex le diera el telele pensando como montarlo, yo ya había buscado inspiración por Google y este fue mi plan de ataque:

Mi ex se vino una tarde a casa para su confección. Ha sido la única vez que él ha intervenido en la creación de un disfraz y tengo que confesar que ha sido de los pocos disfraces en el que nosotros nos lo hemos pasado pipa y el pobre Terremoto estaba hasta el moño de nosotros tres. Sí, digo tres porque mi pareja ante la juerga que montamos, también decidió sumarse a la tortura del pobre Terremoto y pasárselo pipa a su costa.

Previamente a esta cita ya había pasado por el Leroy Merlín para comprar los principales ingredientes del mono interestelar. Sí, habéis oído bien, he dicho por el Leroy, no por una tienda de telas. En la tienda de manualidades compré unos retales de fieltro pero la parte importante del disfraz se adquiere en una ferretería de las de electricidad y fontanería. La compra y aportación de otras fuentes fue más o menos esta:

– 1 mono blanco de pintor.

Descubrí que hay unos monos de pintor hechos con un tipo de tela-papel… no se como se debe decir eso, que son bastante resistentes y pues coserlos o cortarlos sin tener que pespuntear y todo eso que enreda tanto con el uso de ciertas telas. Son unos monos muy baratos y chulos ya que por delante van cerrados con cremallera y todo. Evidentemente la talla más pequeña de adulto le venía algo grande, como la distancia de la Tierra a Marte. Pero mamá es previsora en estos aspectos antes ya le había martirizado probándoselo y cortando y poniendo otra vez el elástico en los puños y bajos de los pantalones y dando un par de puntadas en hilo blanco para cerrar bien las cuatro aberturas.

– 3 ó 4 cintas aislantes de diferentes colores. Mi ex se trajo todas las que tenía tiradas por casa de diferentes arreglos de chapuza-manitas-caseros que en algún momento de su vida había desarrollado.

– 1 trozo de tubo negro flexible de los que se usa para pasar por dentro los cables de electricidad.

– En casa tenía etiquetas sobre las que imprimí unos cuantos logos de la NASA.

– 1 casco de moto chulo

– 1 mochila negra que tenía por casa

– 1 lámina de plástico sacada de una caja de bombones. Los bombones habían desaparecido unos días antes por el santo de mi compañera de trabajo.

– Botes de pintura acrílica que había por casa y un rotulador de tinta permanente.

– Dos vasos de plástico blanco de los de la máquina de café que tenían la forma que buscaba.

– Unos trozos de fieltro amarillo y naranja de una tienda de manualidades.

Estoy segura que los más avispados ya os habréis imaginado como torturamos al pobre Terremoto. Le enfundamos el mono y lo tuvimos con los brazos extendidos mientras los tres mayores íbamos rodeándole y poniendo trozos de cinta aislante de diferentes colorines. Hubo unos que se trajo mi ex plateados que fueron el no va más. Después de la cinta aislante vino el turno a las pegatinas, en esto fuimos más moderados, no se muy bien si es que Terremoto no quería parecer un árbol de navidad espacial o es que ya estaba hasta el moño de sus progenitores, que nos dejó bien claro que con dos o tres iba que chutaba y no quería más.

Por casa teníamos de otro disfraz unos guantes blancos de algodón y les pegamos trozos de esa cinta plateada por encima y se los enfundamos en las manos. Para completar las manos el juguete de brazo mecánico que tan bien me va para que recojan juguetes cuando están vagotes o una no quiere agacharse y que en su día compre en Toys r us. En los pies llevaba unas botas negras de nieve que me había dejado la chica que me dejó el casco de moto. Eran unas botas que compró su hijo una vez que fue a esquiar en Decathlon.

Ahora vino lo más complicado. El casco. Mira que había conseguido un casco chulísimo con la visera que hacía espejo. Rojo como a él le gusta y en la parte de atrás unos vinilos de estrellas plateadas. Vamos una pasada y casi hecho a propósito. Mi ex por su parte había conseguido un casco algo más grande, rojo y sencillito sin visera. Reconozco que lo mío fue un chollo y encima les sobraba y no lo necesitaban así que no había prisa para devolverlo. Pero nadie había tenido en cuenta una cosa. Los cascos de moto suelen ir apretaditos para evitar daños si te la pegas cuando conduces, no son ligeros y holgados para llevar todo el día disfrazado. Así que Terremoto nos dijo que él no se ponía eso por nada del mundo mundial ni del espacio espacial y ya podíamos poner nuestras neuronas a trabajar en ello.

Tras mucho pensar y mirar y valorar, quedamos para una segunda tarde de trabajo. Antes de quedar ya había desechado otras ideas y me había tocado hacer un trabajo sencillo pero de chinos para tener el material completo. Primero lo intente valorando el perímetro craneal de mi hijo y el perímetro de una garrafa de ocho litros redonda de agua del super. Eso de sacar la cinta métrica en el super y ponerse a medir perímetros de garrafas tiene su miga, me miraron raro pero nadie llamó a los loqueros. Pero, pero, pero,  el perímetro de mi hijo ganaba en mucho a la garrafa más gorda del super, snif, snif… Mi ex consiguió una garrafa más gorda, una vacía de 21 litros. No me pidáis de donde la sacó porque eso me dijo que eso era secreto de sumario y si me lo decía tendría que matarme.

Cuando la garrafa de 21 litros cayo en mis manos yo pensé que con un buen cuchillo gordo y luego unas tijeras bien afiladas lo podría cortar y me despedí con un «Tranquilo, tú vente que mañana que yo ya habré hecho el hueco para la cara». ¡¡¡EL HUECO PARA LA CARA!!!. En buen momento dije yo estas palabras. Nunca más. Sí queridos lectores, al día siguiente el hueco estaba hecho, y la parte de arriba de la garrafa cortada para que se la pudiera meter, pero nada de cuchillo o tijeras, no. ¡¡¡Con una sierra bien gorda, sujetando como podía y dale que te pego, sierra que te sierra, dos horas, cenar a las floripondias e irme a dormir a las tantas para hacer unos cortecitos de nada y tener los dedicos atrofiados durante un par de días!!!!

Bueno, la tarde segunda de trabajo fue más relajada. Forramos con cinta los bordes serrados que previamente había lijado, no se fuera a arañar y de paso quedando más chulo y profesional. Mi compañera de trabajo me había traído unas cuantas cápsulas del nespresso que colocamos con cinta de doble cara cual botones de control o posibles focos de luz, dependiendo del uso del consumidor. Pusimos un poco más de cinta aislante y alguna pegatina ¡Chachán! Casco de astronauta que no aprieta las orejas acabado a tiempo.

Ahora sólo nos quedaba hacer la mochila propulsora intergaláctica. Para ellos pintamos de colorines y marcamos con el rotulador negro de tinta permanente el trozo de plástico de los bombones y lo pegamos con cinta de doble cara a la mochila negra. Con más cinta aislante negra pegamos dos trozos de tubos negros que iban a ambos lados de la mochila. Ahora sólo me quedaba hacer las turbinas de propulsión. Eso lo hice cuando se fue mi ex y nuevamente me quedé hasta las floripondias porque al día siguiente era el de los disfraces. Con unos trozos de cinta aislante plateada y con trozos de fieltro imité la salida del fuego de las turbinas (que eso es mentira porque en el espacio me da que los astronautas no se incendian el traje por la retaguardia para maniobrar, pero como es muy peliculero pues iba incluido en el kit aeroespacial).

Un poco de pegamento por aquí, un poco de cinta a doble cara por allí y traje acabado a tiempo. No me lo podía creer. Y hacía bien no creyéndomelo.

A la mañana siguiente tuvimos una emergencia de última hora. Como siempre. Si alguien hace esto que sepa que la cinta de doble cara no pega bien del todo en la tela de las mochilas y todo el módulo de propulsión estaba desmontado por encima del sofá. Así que si la noche antes me había ido a dormir a las tantas, esa mañana me fui al trabajo sin desayunar y casi sin lavar la cara. Cogí el hilo negro y aguja y ya me tienes contrarreloj y a toda mecha, dando unas cuantas puntadas bien firmes para que todo lo desmontado volviera a su lugar de origen exactamente en cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero… despegueeeeee y antes de salir de casa foto de urgencia para inmortalizar el arduo trabajo de Houston en la confección del traje.

Y así fue como concluimos un nuevo reto de Terremoto. En el cole el niño dio nuevamente la nota. La profesora me dijo que Terremoto ya tiene un «club de fans» que está ansioso por saber con que nueva sorpresa les va a aparecer cada año. “Porque es que Terremoto nunca viene con algo habitual y comprado como casi todo el mundo, vaya imaginación y ganas de hacer disfraces que tienes”…. y encima me lo recuerdan… y encima me piden que cada año me supere con algo nuevo, porque ya te dicen unos días antes que seguro que les vas a sorprender con algo… y encima resulta que tenemos club de fans cuando yo no he hecho una dichosa clase de corte y confección en mi vida…

… No, si esto es lo que nos pasa por tener un niño creativo y una madre con imaginación y un trauma infantil que superar. Si encima me lo he buscado. Tiene delito la cosa. Espero que las fotos os gusten. La que sale de espaldas fue antes de que pusiera la turbina a la mochila, pero una vez puesta no tengo fotos de espalda, sorry. Si alguien se anima recordad, nada de pegar con cinta de doble cara. Hilo, aguja y un buen dedal para los pinchazos, que yo no lo usé con las prisas y no veáis como acabaron mis deditos, hinchados como rastras de choricitos para asar en un fuego de campamento. Hasta aquí la aventura de un traje de astronauta y feliz alunizaje.

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