Pues sí, después de casi cuatro años peleándome con la comunidad, al final en mi casa han aparecido las goteras. Esa es la principal causa de mi ausencia estos días en el blog, porque señores, esta bloguera está estresadica del todo.
Realmente, la historia empezó hace unos años, cuando mi pareja y yo decidimos ampliar el núcleo familiar y buscar un nuevo miembro de la familia.
La casa donde vivíamos era muy bonita y confortable, pero muy pequeña. Tan sólo disponíamos de dos dormitorios y un pequeño baño y ante la venida de un bebé empezamos a buscar un nuevo nido que nos cobijara. Estuvimos mucho tiempo viendo pisos y puedo asegurar que vimos muchos. Prácticamente todos tenían muchos defectos y sólo tres superaron la prueba del algodón. Sin embargo, ninguno de los tres cuajaron: Uno por tener que reconocer que el espacio era un poco justo. El segundo porque las zonas comunes no eran tan justas pero los dormitorios eran muy pequeñitos y no cabían todos nuestros muebles dentro… como si una tuviera el dormitorio de la duquesa de Alba o de la Presley. El tercero se fue al garete porque la dueña era una rácana de narices y no quiso bajarme ni 6000 euros para gastos de papeleo… decir que a día de hoy aún no lo ha vendido y eso que ha bajado el precio muchísimo más que esos 6.000 euros que le solicité. Así que nos encontramos con que habíamos conseguido quedarnos embarazados, había pasado el embarazo y el pequeño Tsunami ya estaba con nosotros y mi pareja y yo seguíamos en busca del nido perfecto… o al menos casi perfecto que tampoco éramos unos exagerados del copón.
Buscando que te buscarás, dimos con un anuncio de un piso que pintaba bien. Era una zona que ni nos habíamos planteado buscar allí, porque sinceramente, es bastante cara. Pero allí estaba ese piso con los metros necesarios, las habitaciones necesarias y un precio que estaba rayando nuestro límite de presupuesto pero accesible. Fuimos a verlo y tenía un problema, era un cuarto sin ascensor. Pero aparte de ello el piso era perfecto. La distribución buena, habitaciones grandes, una sala-comedor impresionante, luz natural por todo. Todas las habitaciones (excepto un gran trastero-vestidor) eran exteriores. Aire acondicionado, varios baños, el principal con baño y ducha, unas vistas despejadas y chulas, suelo de parqué macizo, una cocina grande y con despensa. Un balcón algo más pequeño de lo que hubiera deseado pero muy cuco y para acabar de rematarlo todo en una zona tranquila, bonita con parques y muy cerca de varios colegios bastante buenos. Vamos, que habíamos encontrado un piso que después de todo lo mirado, era como el palacio del sultán de Brunei en versión casero-minimalista.
Lo de los cuatro pisos a mí me paraba un poco, sobre todo porque suelo ser yo la que hace la compra. Pero el estar allí en esa sala, con esa luz natural y ese sol y ver a Terremoto todo contento y cómodo y estar allí con el pequeño Tsunami en brazos, fue revelador. Fue como tener una visión y vi que ese era un lugar perfecto para criar a nuestros hijos. En ese momento distribuí en mi cabeza todos los muebles que teníamos en casa, había un sitio para cada uno y lo que imaginé me gustó.
A mi pareja le encantó el piso y sobre todo la zona. Tenemos que reconocer que cada día que pasa estamos más enamorados de lo bonito y tranquilo que es, sobre todo en comparación con el que teníamos antes y los problemas que teníamos con unos vecinos ruidosos y groseros. Así que nos lanzamos de cabeza y adquirimos el piso. Nuestras ilusiones se truncaron cuando tan sólo tres meses después de haber firmado escritura, vinieron las primeras lluvias fuertes. Una día que entramos allí para acabar de arreglar unas cuantas cosas, nos encontramos con que parte del techo de la sala estaba colgando. Sí señores, el piso tenía filtraciones que venían de la terraza del ático de arriba y lo que colgaba por suerte era una capa fina de yeso y de pintura. Lo puse en conocimiento del presidente de ese momento que era nuestro vecino de al lado y tengo que decir que el chico ha hecho todo lo posible para intentar solucionar el problema. La otra chica del mismo rellano por lo visto también tiene problemas con las susodichas terraza y en su casa el caso de las goteras era más bestia que en la mía. Así que desde enero del 2010 estamos intentando arreglar aquello y todo ha sido un cúmulo de coincidencias y desgracias que han hecho que nunca se pudiera hacer. Los principales obstáculos han sido dos vecinos, bueno, sobre todo uno. ¿Nunca os habéis encontrado con el individuo que cuando se jubiló no tenía nada que hacer y para pasar el rato se ha dedicado a jorobar a la comunidad? Pues bueno, yo lo he encontrado y vive en mi finca. Creo que si el esfuerzo y el tiempo que ha dedicado ese señor en poner problemas, impugnar reuniones, boicotearlas, montar escándalos, denunciar a vecinos y hacer la vida menos llevadera en general lo hubiera dedicado a intentar ayudar o al menos a callarse, el problema haría años que estaría solucionado. Hubo un momento en que pareció que la cosa iba por buen camino, se había aprobado un presupuesto y tenía que hacerlo el hijo de uno de los propietarios. Por desgracia el muchacho tuvo un accidente poco después y murió, fue un golpe muy duro para la familia y nos dejó desconcertados a todos. Después de eso la cosa quedó parada durante mucho tiempo. Vamos que no hemos tenido muy buena suerte con los problemas del gafe con el piso.
Muchos os preguntareis, y la abogada del seguro también, porque no he llevado a la comunidad a juicio. Pues bueno, porque debo ser tonta y buena niña. La vecina de al lado lo ha hecho este año y tenemos sentencia judicial que obliga al arreglo de las terrazas y también unas costas de juicio que pagar y una cuenta de comunidad muy menguada.
A principios de este año y tras tres intentos, conseguimos aún no se muy bien como, votar para poner un administrador y lo cierto es que al menos desde que está este administrador las reuniones se acaban con todos los vecinos con las que se empezaron y el «conflictivo» del barrio no acaba boicoteando las reuniones y consiguiendo que la gente volviera a su casa sin haber aprobado un punto de la orden del día, que era lo que hacía. Así que una que es buena niña y no desea provocar gastos inútiles a la comunidad y prefiere no entrar con mal pie y que el dinero que se dispone sea para el arreglo y no para costas judiciales, pues ha ido aguantando y aguantando.
Estuve dos años a mudarme esperando que arreglaran el asunto, pero hubo un momento en que no pude esperar más, así que arreglé los problemas de mi techo, a sabiendas de que si no arreglaban las terrazas saldría tarde o temprano. Hemos estado dos años más viviendo allí con filtraciones varias en algunas habitaciones, insistiendo en que se reparara y nada. Para acabar de arreglarse todo también apareció al poco de vivir allí un polvillo en varios puntos del salón y al final nos diagnosticaron este año un bichito llamado gusano blanco que es devastador. Así que este verano hemos tenido que quitar mi querido y adorado parquet natural de roble y sustituirlo por un sucedáneo sintético que no está mal y era lo único que mi presupuesto me permitía. No es feo pero no es tan cálido ni bonito como el otro. Había conseguido pasar el año afrontando este gasto y otros extras con los que no contaba y conseguir recuperarme un poquito. Para ello mi ex se ha quedado unos meses con Terremoto para aliviarme los gastos y no tener que llevarlo cada día en coche y tener que alquilar parking al lado del trabajo. Cuando creía que Terremoto podría volver con nosotros porque al fin podía llegar a finales de mes sin apuros, nos encontramos con el susto del día 18.
El lunes 18 a las cuatro de la madrugada estaba lloviendo y nos despertó un sospechoso ruido de clop, clop, clop. Abrimos la luz y mi pareja se levanto. Pisó algo húmedo y comprobamos como las filtraciones, finalmente, se habían convertido en goteras. Primero una, luego otra. Tuvimos que sacar los muebles del dormitorio a toda leche porque el agua goteaba sobre ellos y si no los sacamos se hubieran echado a perder todos. Los metimos como buenamente pudimos en la sala secándolos. Luego movimos la cama al único rincón de la habitación donde no había goteras. Con cinco cubos y ollas recogiendo agua y toallas por el suelo y unas cuantas toallas en el suelo para parar la filtración de una pared que llegaba a un suelo de parquet que apenas tiene mes y medio puesto nuevo, ya veremos. Nos metimos en la cama para intentar dormir. No había pasado ni un minuto dentro cuando mi pareja me dijo que algo caía sobre él. Dos goteras más caían sobre la cama. El resultado final fue trasladar en plan emergencia el colchón en medio de la sala, poner un trozo de porexpan que tenía por casa sobre el canapé de la cama y sobre éste dos ollas más.
Cuando acabamos de trasladar y mover todo esto eran las cinco y media de la mañana y media hora después sonaba mi despertador para ir a trabajar. Huelga decir que ese día llegué hecha polvo al trabajo, que ese cansancio lo he llevado desde entonces y que mi ánimo y mis fuerzas no están precisamente en sus mejores condiciones.
Hablé con el administrador, con el actual presidente, con mi abogada…imprimí unas hojas denunciando los hecho con dos fotos, una de mi cuarto y otra de la sala, donde dormimos desde entonces y las colgué en el panel de anuncios de la comunidad junto a la convocatoria de reunión urgente. Mañana tenemos la reunión de vecinos, veremos si se hace algo o nuestro querido vecino vuelve a decir que eso con una capa de pintura se arregla y no hay porque gastarse el dinero en cosas inútiles.
¿Qué tiene todo eso de positivo? Pues aparte de tener que limpiar más que nunca porque mi menda tiene alergia a los ácaros y a los hongos y en estos momentos mi dormitorio es el paraíso de los hongos y lo de dormir sobre el suelo no es lo más indicado para los ácaros. Pues al menos estoy compensando mi trauma infantil de no haber podido ir nunca de acampada ni haber podido dormir nunca en una tienda de campaña.
Cuando al día siguiente se lo explicamos a Tsunami, porque no es muy normal lo de levantarse y encontrarse todo eso en la entrada de la sala, el peque comentó que «menos mal que la sala es grande y cabe todo». Nuestro pequeño siempre tan racional y sorprendiéndonos. El pobre de Terremoto, que se encontraba en casa de su padre cuando ocurrió, tendrá que quedarse allí unas semanitas más, con las ganas que tenía él de volver a casa.
Este fin de semana han aparecido de nuevo antiguas humedades en el salón, en la zona donde dormimos para ser más exacto y encima de uno de los muebles colgados en la pared más grandes y aparatosos que tenemos. Vamos, el sitio ideal para tener que desmontar cosas en plena madrugada… esperemos que la cosa no pase de filtraciones y humedades..
Confieso que de momento me lo he tomado mejor de lo que creía. La primera noche que dormimos en el suelo lo pasé fatal con la alergia y casi no podía respirar. Me he cargado mucho y he pasado malos momentos, pero ahora casi me he acostumbrado un poco y consigo dormir bastante bien. Hemos tenido otra noche con goteras a lo bestia en nuestro cuarto y espero que un día de estos deje de llover de una vez y pueda empezar a secarse todo. No tengo muy claro cuanto tiempo estaremos así y si este año las Navidades serán con árbol y belén o vete tú a saber donde tendremos que poner el árbol, ¿quizás encima de una de las mesitas de noche? Quien sabe. Lo que tengo menos claro es si podremos hacer las comidas de fiestas, porque estamos ocupando el sitio donde colocamos la mesa. Tengo pensado hacer un picnic de Navidad en el suelo con manteles y cojines. Aunque ahora mismo esa es mi menor preocupación, me preocupa más arreglar esto y que no se nos caiga parte del techo encima, como les ocurrió a los albañiles que en su momento nos arreglaron las filtraciones cuando nos mudamos.
Ayer cuando nos metimos en la cama le pregunté a mi pareja si había ido alguna vez de acampada y dormido en tiendas. Me contestó que sí.
Luego le pregunté si se dormía igual de bien que nosotros. Y me contestó que pese a todo dormíamos mejor nosotros que en tienda.
Luego nos acurrucamos y me imaginé que eso era como estar de acampada pero en plan lujo bajo la luna y las estrellas, solamente que sin ver la luna y las estrellas…
…Salvo que el techo se desplome dentro de unos minutos y gocemos de una excelente vista de la bóveda celestial con la luna, las estrellas y allí, debajo del polvo de la escayola, nosotros dos agarraditos y acojonados de camping-sala.