Ante todo tenemos que darle las gracias a Merengaza por haberse inventado un premio con tanta miga. Antes de empezar diré que yo eso de la milonga lo asociaba con un baile argentino en plan “barrio plateado por la luna, rumores de milonga es toda su fortuna (música chan chan chan chan y sigue) Hay un fueye que rezonga en la cortada mistonga,…..” y me paro que sino os la escribo enterita. Pues eso, una que siempre había pensado en la canción del baaarriooo, baaarrriiiooo… y que precisamente no relacionaba con una madre, y menos con la mía, va y resulta que estaba muy errada. Así que para deshacer entuertos lo primero, mejor y más necesario es acudir a las fuentes, ¿qué mejor fuente que un diccionario? Donde además de la acepción “canción y baile popular del Río de la Plata, de ritmo lento acompañado de guitarra” y de la de “Fiesta familiar con baile” que me da que tampoco va por aquí la cosa, aunque cuando veáis de que va la penitencia, tal vez no está tan desencaminado… La tercera acepción es “mentira, embuste” ¡OOOOHHHHHH! Si mi señora madre, que era muy señora, se llega a enterar de que alguien insinúa que era mentirosa o embustera, la reina de corazones de Alicia hubiera sido una dama de beneficencia en comparación a su furia.
Pero, pero, pero, todo tiene un pero. Aunque no fuera una mentirosa ni una embustera, me da que algo de milongas sí que se colaron en mi vida, o al menos algunos sinsentidos, así que abrocharos los cinturones que seguro sacamos una buena penitencia con este premio.
Primero y ante todo, un breve resumen de en qué consiste el premio. (Que nadie se entere, pero ahora copio a Merengaza, pego, plagio el trozo de las reglas y quedo como una profesional como la copa de un pino) “Os presento el premio Milongas de mamá. Son esas trolas que te contaba a ti (y a mí) de pequeña tu madre (y la mía) y que nos creíamos a pies juntillas, sin rechistar y ahora nos parece increíble que nuestra madre tuviera tanta imaginación. Ahí van las reglas.
1. Contar 3 milongas (mínimo) que te contara tu madre, que tú te creyeras y que hicieras sin rechistar.
2. Pasarlo a 5 blogs. Tampoco es tanto ¿no?
3. Saltar a la pata coja un minuto. ¡¡¡¡A bajar calorías!!!!
4. Mándame el video por favor, quiero verte saltar.”
Habéis visto el punto tres. ¿Lo veis? Pues salvo que me monten una fiesta familiar con música dudo que me encuentren en esa actitud tan poco cabal, ahora si me hubiera pedido un video de mi menda haciendo de personajes de los cuentos que le contaba a Terremoto, no hubiera habido problema ninguno. Lo siento Meren, pero si saltando a la pata coja un minuto consiguiera bajar calorías sería una experta en ello y estaría hecha un figurín.
MIS TRES MILONGAS:
1.- Cuando era jovencita me empezaron a salir unas cuantas canas. Unas cuantas canas significa literalmente, tres pelos blancos en la parte de la coronilla, ni más ni menos. Mi madre siempre me decía que no había que tocarlos porque si te los quitabas te salían siete en el lugar de cada uno. Mi madre era también muy presumida y lo cierto es que a mí, mis tres canas no me molestaban para nada, allí estaban ellas tranquilitas dándole un aire interesante a mi cabellera. Normalmente cuando estaba leyendo (cosa habitual) o estudiando (cosa también habitual entonces, que queréis que os diga era una puñetera aprendiz de empollona o lo intentaba) mi madre se acercaba sigilosamente cual gata sobre un tejado de zinc caliente y más rápida que el rayo, zaaaasssss¡¡¡¡ zaaaaaassssss¡¡¡ zaaaaasssss¡¡¡¡ y yo ¡AAAYYYYYYYYYYY!
Enseguida mi queja “pero no decías que me saldrían siete? ¿Por qué me las quitas si no te molestan? Ella se defendía argumentando que una madre era una madre y tenía que hacer lo que tenía que hacer para que yo estuviera guapa y no pareciera una vieja.
Nunca llegue a tener muy claro eso de las canas. Las pobres siempre volvían a salir y no se reprodujeron, al menos durante mucho tiempo. Cuando decidieron que se reproducirían más fue cuando opté por las mechas y cuando estas no funcionaron del todo pasé al tinte. Cualquier cosa antes de que a mi madre le diera un telele y cual macaco psicópata se tirara sobre mi cabellera y me dejara cual bola de billar pulida y brillante por el bien de mis canas.
2.- Mi madre era una mezcla de puritana/afrodita extraña. Me animaba a llevar ropa chachi. A ella le gustaba mucho la ropa, cosa que no heredé de ella por cierto. Los tops de ganchillo o las transparencias son guays pero sin que se vean los pezones. En ocasiones llevaba ropa que muchas de mis amigas suspiraban por un top así ya que sus madres mucho más jóvenes no les dejaban llevar. Nunca llegue a entender pero la deria que me tenía con que tenía que ir pese a todo recatada… eso no casaba con las transparencias y mucho menos a que ella fue quien me animó a hacer top less en la playa. Ya lo sabéis, soy una pecadora/puritana que no usa sujetador y sólo sabe tomar el sol y nadar en monokini gracias a esa doble personalidad materna.
3.- En ocasiones pienso que algunas madres no escuchan a sus hijos. Bueno, oyen cosas como que gritan mucho o no paran de hablar, pero no escuchan que es lo que dicen. Desde que más o menos tengo uso de razón recuerdo que me pasé la vida diciendo que quería estudiar historia y ser maestra. Mi madre no entendía muy bien eso de que yo quisiera estudiar. Total –decía- para acabar de cajera de supermercado y casarte para que quieres estudiar tanto. No es que yo tenga nada en contra de las cajeras de supermercado, conozco algunas y son majísimas, pero sinceramente, en esa época de mi vida no era una de las profesiones que más me llamara la atención. Algo más tarde, cuando vio que mi interés en el estudio era más persistente mi madre cambió de táctica. Total –decía- para lo que es el matrimonio, ahora que estás estudiando algo ¿no te meterías a monja? En el convento si se tienen estudios se vive bien ya que te podrías dedicar a la enseñanza y no tendrías que aguantar a un esposo ni casarte.
Yo flipaba un poco en colorines, porque no acababa de entender mucho que relación neuronal era la que hacía que una hija sin estudios fuera para cajera y una con estudios tuviera que ir para monja. Lo de meterme en un convento fue un suplicio porque le dio fuerte con ello y no había forma de hacerla bajar del burro y cuando a mi madre se le metía una idea era poderosamente persistente. Un día me cansé de tanta publicidad conventual, porque yo de devoción o pinta de monja no tengo. Así que le pedí porque no se había metido ella a monja si tanto le gustaba.
Yoooo –me respondió- pero que dices, si yo no tengo vocación, además para que me pusieran en la cocina pelando patatas para hacerle la comida a todas para que me fuera a meter en el convento, ya me basta con hacer la comida para tres.
No tengo muy claro si esto se podría considerar exactamente una milonga, pero como muy normal no es. Evidentemente mi madre también me dijo que fuera cuidado con que no me pusieran nada en la bebida (yo no salía, pero por si acaso) y con muchas otra. Seguramente muchas lo conocéis, pero por si las moscas, pasaros por la web de cómo no ser una drama mamá y os encontrareis con muchas milongas de esas que son inherentes al gen madre.
Y ahora me toca nominar a cinco, uffff…. Esto es lo más difícil de la penitencia.
Cómo no ser una drama mamá Ella, la nena no me conoce. Así que no se si lo recogerá o no, pero realmente de todos los blogs que conozco es a quien le pega más, así que por intentarlo no quede, veremos que nos contesta la nena.
Una mamá española en Alemania Con este blog me ocurre lo mismo que con el anterior, no me conoce. En este caso las milongas las podría pasar a sus tres polluelen, son la leche. Pero seguro que mamá española en Alemania nos podría contar algo, así que también lo intentare (hoy estoy optimista, yujuuuu)
Una terapeuta temprana Nadie se ha preguntado ¿que milongas usaron con ella? ¿tuvo que usar alguna terapia para superarlo? ¿tiene ella milongas con sus nenes? ¿piensa tenerlas con sus futuros nenes?¿qué opina medio limón de las milongas terapéuticas?
Hija no hay más que una… (Gracias a Dios) vuelvo a estar con lo mismo, es un blog que suelo seguir pero no me conocen. Veremos si hay suerte y la madre de la pelirroja más famosa de la blogoesfera y de cigoto (ya veremos de qué color tiene el pelo dentro de poco) atiende a mi nominación y se anima a contarnos aún más
¡Mamá qué sabe! Porque todos conocemos muchas cosas de Devora y su familia, de como piensa y evalúa que cosas considera mejor para los suyos, pero… y su orígenes, jejejeje…. Vamos a ponerla en un brete y pedirle que nos cuente lo inconfesable de sus orígenes. Ya sabes querida, yo no soy mala, es que me pintaron así y entre Meren y Mamimellis me han obligado, yo no quería pero me encanta cotorrear, jejejejeje.