Cocina mallorquina: Rotlles, una cocina de aprovechamiento, muy versátil y que gusta a los niños

25 Mar

Estos días he estado un poco desconectada y hoy he entrado a algunos blogs para ir poniéndome al día. Entre estos he visto como Yasmin de mi mamá me mima, contaba en su post A congelar como se está preparando para la inminente venida de su segundo retoño. Yasmin como mamá experimentada, sabe que tiene que tener las cosas lo más a punto posible, sobre todo si como dice va a tener poca ayuda por parte de la familia. Por eso hace unos días nos pedía sugerencias de comidas que pueda congelar y tener disponibles para esos primeros días en casa cuando uno aún no está muy en condiciones y el tiempo de que dispone no es excesivo. Le he comentado algunos platitos que se me han ocurrido en ese momento y le he hablado del plato del que vamos a tratar hoy. Lo cierto es que hace unas semanas hice rotlles en casa y tenía pensado hacer un post sobre ellas, pero como tenía otros pendientes lo había atrasado. En vista de que le pueda ayudar un poco, adelanto esta entrada y os cuento de que va el tema. Antes de nada os diré que se le llama así porque Rotlles significa redondeles, de allí el nombre del plato.

La cocina tradicional mallorquina, como muchas cocinas tradicionales, nace de aprovechar la temporada de los productos locales. Antiguamente no había todos los electrodomésticos que tanto nos facilitan la conservación de los alimentos hoy en día. Cuando era temporada de una cosa se hacían unos platos, cuando no era la temporada pues se hacía otra cosa. Los alimentos no se tiraban porque entonces se sabía lo que costaba la comida y tal vez por eso las recetas llamadas comúnmente de aprovechamiento eran tan comunes y sabrosas.

Actualmente se come a la carta, uno puede cocinar el plato que quiera cuando quiera, porque salvo algunas excepciones, siempre puedes encontrar alguna verdura de invernadero aunque no sea la temporada. Posiblemente sea menor sabrosa y más cara, pero muchos alimentos ya no se consideran hoy exactamente de temporada.

Antiguamente la carne no se compraba por piezas. Hoy vas a la carnicería o al super y te puedes llevar por ejemplo tranquilamente doce muslos si te da la gana, y lo único que te llevarás a casa serán esos muslos. El resto del pollo se despieza y otros se llevaran las pechugas o las alitas. En otros tiempos, cuando los llamados platos típicos se fraguaron en las cocinas de nuestras  bi-bisabuelas, se compraban los animales enteros. Bueno, normalmente se criaban en las casa, porque hasta las casas de Ciutat tenían su corral con algunos animales de pluma o también conejos. Cuando uno mataba un ave se hacían una serie de recetas encadenadas que permitían aprovechar al máximo esa carne durante una serie de días seguidos y para una serie de guisos de diverso y variado gusto. Cuando uno sacrificaba un pollo o una gallina, se aprovechaba primeramente su carne para hacer caldo. Ese caldo iría dirigido a varios guisos y sopas. Tras ese caldo se aprovechaba la carne, ya sea en albóndigas, canelones, ropa vieja o en el caso en que os voy a hablar hoy, para hacer rotlles.

Recuerdo muchos días de invierno en los que mi madre compraba un pollo, porque en esa época se solía comprar aún el pollo entero que salía más barato. Lo hervía y sabías que posiblemente esa noche cenarías ropa vieja y al día siguiente comeríamos sopa de primero y de segundo unas rotlles.

Cuando me casé, mi ex las solía llamar, y aún lo hace, hamburguesas mallorquinas, pero tengo que comentaros que no se parecen para nada a una hamburguesa, al menos de sabor. Estéticamente nos lo puede recordar y tampoco descarto que se pudieran presentar así para los más pequeños, sería otra opción más para este versátil y sencillo alimento que tanto gusta a niños y a menos niños.

Normalmente como os he dicho se hacen con carne hervida, pero muchas veces si te sobra pollo de haberlo hecho al horno, o como fue mi caso, un día con poco tiempo y mucho trabajo compramos unos pollos al ast y nos sobró un poco, se puede hacer lo siguiente y reaprovecharlo.

 

Ingredientes:

 

Carne de pollo hervida, o bien al horno o al ast que nos haya sobrado.

 

Huevo, depende de la cantidad de pollo que tengamos necesitaremos más o menos huevos, lo ideal es ir añadiéndolos poco a poco.

 

Sal, ajo y mejorana (en la foto aparece en color verde porque tengo una plantita en casa y no emplee la seca de bote)

 

Galleta picada o pan rallado. En Mallorca se usan unas galletas llamadas de aceite, que se machacaban con una botella y su polvo se usaba para rebozados o para unir pastitas, se suelen comercializar con el nombre de quelitas o galletas de inca. Normalmente en la península se usa para este fin el pan rallado, que es un poco más consistente pero igual de ideal. En mi caso ese día utilicé el que viene con picada de ajo y perejil.

 

Aceite de oliva para freír.

 

Preparación:

 

No puede ser más sencilla. Primeramente se cogen todos los trozos de pollo que nos han sobrado, se les quita el hueso y los cartílagos que puedan tener y con calma nos sentamos y los cortamos con unas tijeras a trocitos bien pequeños en un plato. Si queréis usar un robot de cocina para cortarlo podéis hacerlo, pero id con cuidado, los trozos deben ser pequeños, pero deben existir los trozos, no es cuestión de hacer una pasta tipo croquetas, así que no os paséis picando.

 

Cuando tenemos la carne cortadita en un plato le añadimos la sal, la mejorana y un diente de ajo (o dos dependiendo de si os gusta mucho o de la cantidad de carne) cortado también bien pequeñito a cuadraditos.

 

Cogeremos un huevo, lo pondremos encima (no es necesario batirlo a modo de tortilla antes de ponerlo) y con un tenedor vamos mezclando y que se integre. Si había mucha carne y veis que no se va compactando todo y aún está seco se añade otro huevo. Yo prefiero ir añadiéndolos poco a poco que no es cuestión de pasarse.

 

Cuando el huevo esté integrado y la masa húmeda, se le añade también despacio, el pan rallado y entonces es cuando todos se nos vuelve una masa, con sus trocitos pequeños, pero masa. La cantidad de pan dependerá también de lo jugosa que esté la mezcla. No es cuestión tampoco de dejarla seca, pero sí que tenga su consistencia para trabajarla.

 

Se pone a calentar en una sartén, o si queréis en un cazo, una cantidad de aceite suficiente para freírlas. La versión de hacerlo en un cazo la he descubierto hace poco, reconozco que tiene muchas ventajas, al ser de paredes más altas salpica menos y necesita menos aceite. Al no poder poner tantas a la vez el aceite mantiene mejor la temperatura. La parte negativa es que estás un poquito más de tiempo, pero sin exagerar.

 

Cuando ves que el aceite empieza a ir calentándose se coge una cuchara de las de sopa y vas cogiendo trozos de la masa, así te aseguras de que coges siempre más o menos la misma cantidad y no quedarán muy desiguales. Pones ese trozo de masa en la palma de la mano y aprietas con la otra sobre. Harás así una especie de círculo grueso, entonces sólo es cuestión de redondear un poco los bordes. Si veis que está muy líquido y no tiene consistencia añadís un poco más de pan rallado y mezcláis de nuevo. Si por el contrario está muy seco hay que poner algo más de huevo, en este caso sí que os aconsejaría batirlo aparte e ir añadiendo la cantidad que necesite con la cuchara.

 

A medida que vamos haciendo estos circulitos o rotlles, las vamos friendo un poco por ambos lados. Pensad que no necesitan demasiado tiempo, el suficiente para que cuaje el huevo dentro y quedar doradas por ambos lados. El pollo, al estar ya cocinado no necesita hacerse, es como si hiciéramos una albóndiga en las que toda la carne es cruda. Si no os pasáis friendo queda crujiente por fuera pero tierna por dentro. Al freírse rápidamente no quedan nada aceitosas.

 

Cuando ha dorado por ambos lados se saca, pone sobre una papel de cocina para que escurra y seguimos friendo el resto.

 

Este plato se puede tomar tanto en frío como caliente está igual de bueno de las dos formas. Es una buena opción para la fiambrera del trabajo o para una excursión. A los niños les suele gustar mucho y muchas veces yo de pequeña ayudaba ha hacer las formas y mi madre las freía. Se pueden tomar solas, pero perfectamente casan a las mil maravillas con una ensalada, unas patatas o un arroz con tomate. También algunas veces las he acompañado de cus cus y están muy ricas. Se conservan bien durante unos días, si es que llegan a tanto, porque es irresistible pasar a su lado y coger una.

Se me ocurre que si alguien las quiere hacer algo más grandes se podían presentar en plan hamburguesa de pollo, que seguro que está más jugosa y artesanal que las pollo burguer esas.

 

Lo que puede darte más trabajo es cortar la carne, pero si uno se lo toma en calma puede hacerlo la noche antes mientras ves la tele y guardarla tapada en la nevera sin montar la pasta. De pequeña yo también ayudaba a mi madre a cortar los trocitos… no había tantas distracciones como hoy en día y los niños es pasaban más tiempo por la cocina que no actualmente, aunque de eso no me puedo quejar con los míos, lo difícil es que no estén.

 

Bueno, espero que a Yasmin le haya gustado y que también os haya podido dar una nueva idea de reaprovechamiento buena y muy sencilla. Como veis es muy versátil y sólo tienes que ponerle imaginación. Si queréis sustituir la mejorana por otro tipo de hierbas seguro que también os gustará y si queréis acompañarlas de una salsa y las vais mojando en ella es una buena forma de hacer un snack. También se pueden presentar sobre pequeñas rodajas de pan de barra tostadito con unas gotitas de aceite y pinchado con un palillo y lo podéis presentar a modo de aperitivo en alguna comida familiar de las de domingo.

Así que ya sabéis, cuando os sobre algo de pollo a reciclarlo se ha dicho, nada de recalentarlo y que se seque. La foto de hoy fue de una cena hace poco, en nuestro caso como quedaban muchas después de haber pasado por los platos de los peques, las hicimos con un rissoto que hizo mi pareja. Espero que os gusten, ya me comentareis si os animáis con ellas i bon profit a tots.

rotlles

5 respuestas to “Cocina mallorquina: Rotlles, una cocina de aprovechamiento, muy versátil y que gusta a los niños”

  1. Amagic Mother 25 de marzo de 2013 a 11:10 pm #

    Esto se parece a los «rellenos» que hace mi abuela con el cocido. Llevan lo mismo que pones tú y un poco de caldo del cocido, y se sirve con el chorizo, la morcilla y esas cosas.
    Está buenísimo, a mí me encantaba comerlo y la verdad es que no lo he hecho nunca. Tendremos que probarlo.

    Gracias por la idea!!! Besos.

    • Laura 25 de marzo de 2013 a 11:26 pm #

      Desconozco como son los rellenos. Como ves esta no lleva ni caldo, ni chorizo, ni morcilla, ni esas cosas. Es una carne más humilde, pero con su propio encanto. Ya nos pondrás un día la receta de tu abuela y así podermos hacer las dos, yo me apunto a descubrir nuevas cosas, incluidas esas cosas, jajajaja. Hasta pronto, un beso.

  2. Yasmin 26 de marzo de 2013 a 10:58 am #

    Muchas gracas Laura!! deben estar riquísimos, cuando los haga te cuento, besitos!!

  3. Verónica 2 de marzo de 2021 a 10:21 pm #

    Hola, hace muchos años que buscaba esta receta porque de pequeña me las hacía mi tía abuela Catalina que era mallorquina. Le sobrevino una demencia senil y, al ser ella la que cocinaba, cuando falleció nos quedamos sin ella y sus reollas en casa (en casa alas llamábamos así).
    Hoy las voy a hacer después de 35 años por primer avez en su honor, en casa adorabamos a nuestra querida tía Catalina. Allá donde estés TE QUEREMOS.

    Gracias por la receta, ya te contaré cómo ha sido esta cena tan especial.

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